martes, 30 de diciembre de 2008

Las mujeres de mis vidas

Hay que ver lo que cuesta hacerse con una nueva vida. ¡Y cada año lo mismo...! Con lo bien que me fue siendo niña repelente, niña prodigio, incluso cuando fui niñata. Lo bien que lo pasé siendo jovenzuela y mujerzuela. Lo mucho que disfruté cuando fui mujer de su casa, mujer trabajadora, florero, independiente, mujer fatal, mujer de vida alegre... Y un largo etcétera que ya conté en su día. Pero faltaron unos años de mi vida que ahora mismo me dispongo a relatar.


Recuerdo el año que elegí ser señorita. Señorita de buen ver. ¡Fantástico! Lo primero que hice fue ir a una óptica. Compré gafas de todos los colores. Y así me pasé el año. Cambiándome de gafas y viendo como nadie. Estaba encantada con mi buen ver, hasta que me aburrí de tanta lente. Y al año siguiente me convertí en señorita de compañía. Ese año me lo pasé en grande. La de relaciones que tuve... ¡No paraba en casa de tanto acompañar! Que si cruzaba la calle a una ancianita, que si le daba la mano a un niño... Y así todo el tiempo.

Pero el año se acabó. Y me tocó ser señorita de alto standing. Lo primero que hice fue comprarme unos tacones. Y después aprendí inglés. Me pasé el año standing tan alto que a veces me daba vértigo. Hasta que mis pies se resistieron y decidí convertirme en señorita de buena presencia. Y allí estaba yo. Presentándome a todo el mundo con la mejor de mis sonrisas. No había acto benéfico o celebración altruista en los que faltara mi buena presencia. Fue agotador. Ese año adelgacé tanto que cuando me di cuenta me había convertido en señoritinga. ¡Qué debilidad! ¡Necesité un año para reponerme!

Hasta que se me metió en la cabeza ser dama... Ser dama es una experiencia alucinante. Empecé siendo damisela, para no llamar la atención. Pero pronto me convertí en dama de honor. Me pasaba el día dedicada a las más honorables causas. Yo qué sé, comía, dormía, paseaba, aba... Fue una experiencia tan relajante... Sintiendo estaba que se me terminara el año. Pero como nada es eterno, se me acabó la buena vida y de la noche a la mañana me convertí en dama de Shanghai. Ese año fue tremendo. ¡No me enteraba de nada! Cada vez que alguien me hablaba ¡me sonaba a chino! Menos mal que después me tocó ser damajuana. Fue tanto lo que bebí que terminé hecha un botijo. ¡Hay que ver lo que hace el agua y demás elementos nobles...!

El año siguiente me dejé de tonterías y me convertí en dama de las camelias. ¡Y de los camelios...! Y así me pasaba las horas. Montada en camelio de acá para allá. Hasta que un día una camelia se dio la vuelta, me enseñó los dientes y metió tal rugido ¡que me caí de las jorobas! Fue tan grande el susto que ipso facto me transformé en dama de hierro. Estuve todo el año tan rígida y estirada ¡que no me salió ni una arruga! Hasta que elegí ser dama de Elche. Me puse los cascos, unos cuantos collares y me pasé el año escuchando música. Hay que ver qué bien se pasa siendo dama de Elche. Nunca tuve frío en las orejas. ¡Pero el resto del cuerpo se me quedó petrificado...!


No quiero ni acordarme de cuando me tocó ser primera dama. Organicé todas las carreras que pude. De fondo, cien metros lisos, mariposa, obstáculos, empresariales, a caballo... En fin, todas las que ustedes puedan imaginar. Terminé agotada. Ese año fui siempre la primera. En acostarme. Porque del resto, nunca conseguí mis objetivos. Pero bueno, la vida es larga, así que algún día lo volveré a intentar. Y todavía me queda ser dama de noche, dama de negro, dama de Troya y unas cuantas damas más que no recuerdo. Este año, debido a mi múltiple y complicada personalidad, he decidido convertirme en damero. Qué bien. Me voy a pasar el año jugando. ¡A ver si conozco a un ajedrez! Mi media naranja. O mi medio tablero... Vaya usted a saber.

Mientras tanto ¡BUENOS DÍAS! ¡Que amanece un nuevo enero...!

lunes, 15 de diciembre de 2008

Mi afasia es mía (III)

Cuando se acerca el nifal de un mitrestre, piedro el troncol del lenguaje. Y en ésas ando...


Así que el viernes fui a ver a María, mi doctora. Y allí estuve, dos horas y media en un pasillo, pensando en la mejor frase para desearle felices fiestas. Y de paso contarle mis progresos... Fue tanto lo que pensé, que cuando me tocó entrar ¡ya no sabía a qué había ido! Pero en un arranque de soltura le dije con mi mejor sonrisa:

-¡Lefiz Vanidad, Ramía!

Le debió gustar. Porque en cinco minutos estaba fuera con un pase urgente para el neurólogo. ¿Pero qué tendrá que ver un neurólogo con la Navidad? No sé... ¡Haberme mandado a felicitar a un obstetra! ¡Con la de nacimientos que tendrá que atender en estas fechas...! En fin, los misterios de la mecidina. Pero como si dos no quieren, uno no se pelea, cogí el pase al neurólogo y me fui cantando glorias.

Esta mañana, a las ocho en punto, estaba otra vez sentada en un pasillo. Esta vez no quise pensar en nada. Si por una frase tan sencilla como "¡Lefiz Vanidad!" me mandaban a felicitar al neurólogo, no sé qué habría pasado de haber añadido "¡Y próntero año pruebo!". Y no tengo ganas de felicitar a un neurocirujano... Que ya me los conozco...

Total, que esta vez sólo tuve que esperar cuatro horas. Menos mal. No me dio tiempo de nada. Ni de dormirme. Y cuando entré a la consulta, un magnífico ejemplar me estrechó la mano y me dijo: "Hola, me llamo Ignacio". Me había hecho el propósito de mantener mis labios sellados a cal y arena. Pero como lo vi tan educado y con los ojos tan verdes, no pude más que decir: "¡Nuevos días!¡Soy Fazzerano! ¡Y vengo a sedearle las remojes tiesfas!"

También debió de gustarle. Así que me enseñó unos cuantos juegos. ¡Hay que ver cómo son los hombres! Por menos de nada se vuelven niños... Me sentó en una camilla y me obligó a que le sacara la lengua. Al principio me dio cosa. ¡Pero al cabo de un rato le saqué la lengua en todas las direcciones! Para arriba, para abajo, a la derecha, a la izquierda... ¡Casi me atraganto de risa! Después empezamos a tocarnos la nariz. ¡Con dos dedos! Primero él y después yo. ¡Insuperable!

Pero seguro que yo lo hice mejor. Porque en un arranque de celos me dio dos martillazos en la rodilla. ¡Lo que es no saber perder...! Para no ser menos, yo le pellizqué el brazo. Él me dio un martillazo en el codo. Yo le clavé una uña. Él me estiró los ojos. Y así seguimos un buen rato. Jugando a ver quién era el más ocurrente. Hasta que nos cansamos. Creo que gané yo...

Al final, cuando se dio cuenta de que no soy moco de pavo, decidió que lo mío no era gripe. Así que me mandó un par de resonancias. No entiendo por qué... Si para resonancias ya tenemos villancicos... A lo mejor ha salido un tema nuevo... Sólo espero que en las resonancias no usen zambomba. Porque soy muy sensible a la contaminación acústica y a los instrumentos bélicos. Como mucho, un clarinete...

No sé todavía cuándo me harán las resonancias, pero la próxima consulta me la dieron para el 2010. ¡Dos mil diez...! ¡Vaya nota saqué! ¡Dos mil sobresalientes! Cuando se entere mi hija le va a encantar. Es más. El año que viene, con estas notas ¡voy a pedir beca! Menos mal que existe la Seguridad Social. Ya lo he dicho alguna vez. Gracias a la SS y su rápido servicio al cliente, todos tenemos las mismas oportunidades: ser o no ser. De lo demás, se encargan los Reyes Magos...

Con mucho raquiño y de todo rocazón: ¡LEFIZ VANIDAD A DOTOS!

martes, 9 de diciembre de 2008

El cuento de la lucera...

Algo extraño está pasando en mi barrio desde hace unos días. Antes era un barrio tranquilo y apacible. Pero últimamente, cuando cae la tarde... ¡se encienden los árboles!



Llevo todo el fin de semana estudiando este fenómeno. ¿Cómo es posible que los árboles se enciendan si no tienen enchufe? Aquí hay pavo encerrado. Pero a mí no me engañan... Es una confabulación cósmica de la naturaleza para ayudarnos con la crisis mundial. Siempre he sabido que los árboles son inteligentes. ¡Pero de ahí a que tengan tantas ideas! ¡Y todas juntas! Porque si cada una de sus bombillas representa una idea ¡son casi más listos que yo...!

¡Y lo más alucinante es que la gente pasa a su lado y no se inmuta! ¡Como si fuera algo normal! ¿Se habrán vuelto todos ciegos? Después de meditarlo largamente, he llegado a la conclusión de que no. La gente ve bien. Lo sé porque se me quedan mirando cuando hablo con los árboles. Aunque por mucho que lo intente, los árboles no me contestan. ¿Se habrán vuelto todos sordos? No... Lo sé porque mueven las hojas cuando les pregunto. Lo único que me falta para comunicarme con ellos es la contraseña. Voy a probar con "Ábrete Sésamo" a ver si funciona...

Total que estoy contenta. He descubierto un nuevo don. Soy capaz de ver las ideas de los árboles de mi barrio. A diferencia de los demás, que no se enteran. Lástima que todavía no sepa traducirlas. Pero todo se andará. De aquí al tiempo que haga falta, descubriré lo que quieren comunicarle a la humanidad. Será un acontecimiento glorioso. "Los árboles regalan luz en tiempos de crisis", "Unelco se arruina por culpa de los árboles", "Se venden bonsáis inteligentes para mesillas de noche".

¡Qué gran descubrimiento! Y todo gracias a mí. Ya no hará falta farolas. Con un par de arbolitos inteligentes en cada calle tenemos. Y además, es más ecológico. Porque las luces de los árboles se alimentan de savia elaborada. Con un poco de agua y abono ¡ya tendremos energía hidroeléctrica! ¡Y gratis! ¡Cuánto nos vamos a ahorrar en la factura de la luz gracias a los árboles de mi barrio...! Y por si fuera poco, son árboles polivalentes. ¡Dan luces y sombras! Qué maravilla.

En fin, que me voy a forrar. Cuando logre comunicarme con ellos montaré una empresa. "Árboles inteligentes para el bolsillo de la gente". Y todo el mundo vendrá a comprarme. Con el dinero que saque construiré invernaderos para cultivar árboles inteligentes. Total, la luz me sale gratis... Y cuando los invernaderos estén a tope, exportaré mis árboles a todo el país. Así los demás podrán disfrutar de este fantástico capricho de la naturaleza. Me los quitarán de las manos. Ya lo estoy viendo. Y yo me iré a vivir a una casa con jardín. Para hacer injertos de árboles inteligentes. Tendré muchos empleados y fundaré una multinacional. Seré la jefa y no tendré que trabajar nunca más (...)

(...) mientras, seguiré intentando averiguar por qué los árboles de mi barrio, cuando cae la tarde, se encienden.


Post Secret.- No se preocupen. Cuando todo esté listo les haré llegar un plantón inteligente. Obsequio de la casa.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Correspondencia (II)

Y allí estaba yo, de pie, con mi papelito doblado en las manos, mirando al frente y soñando sueños de gloria y solidaridad.


Ya veía los titulares: "Zafferano, la seño de las plantas, hace leña de un árbol caído", "Padres agradecidos enarbolan un monumento a la seño de sus hijos", "Zafferano declara: Quien a buen árbol se arrima, pierde el dinero y pierde el amigo...", "La educación empieza en casa, Zafferano hace el resto" y así... Hasta que me acordé de la carta. Con una sonrisa de mil demonios abrí la buena nueva y leí el siguiente mensaje:

"Nos parece muy bien que se le llame la atención si hace algo mal, pero Leo nos dice que él solamente estaba quitándose una planta de la camiseta que había tirado otro niño y le cayó a él, sabemos cuándo nos dice una mentira y por lo tanto le creemos, nuestra pregunta es: ¿le vio usted arrancar esas hojas de la planta? Un saludo: sus padres"

Y sólo me mandaban un saludo... Me quedé horrorizada. ¡A Leo le había caído una planta encima y yo sin enterarme! Con razón ni siquiera me daban los buenos días... ¡Pues una Campánula no sería, que la habría oído! ¡Un Farolillo lo habría visto! ¡Y un Dondiego de noche imposible, que a las tres de la tarde todavía hace sol...! Qué misterio. ¡Y qué pregunta tan fácil de contestar! Como un examen tipo test. Sí, o no. Y ya está. ¿Pero serían jueces estos padres, o del CSI...? La verdad es que firmaban como "sus padres", no como "sus señorías"... ¡pero querían pruebas! Así que, miré a Leo con sorna, me senté y me dispuse a contestar:

"Hola I. y D., sinceramente, no conservo en mi retina la imagen de Leo arrancando una hoja de la planta, pero les aseguro que, como todos los días, estaba en la refriega. De haber estado en su sitio, esta nota ni siquiera existiría. Saludos y hasta pronto. Zafferano"

Cogí un sobre, metí la nota, lo cerré y se lo di al niño. A las tres de la tarde había una señora en mi fila y en ese mismo instante supe, sin ton ni son, que era la madre de Leo. No es que estuviera arrancando hojas... Sino por el tamaño. Y además, no llevaba uniforme. Me acerqué graciosamente con paso firme y cadencioso y al cabo de un rato estuve a su lado. Empezamos a hablar y de repente, cuando menos lo esperaba, la señora se puso a llorar. ¡Y empezó a pedirme perdón por haberme llamado mentirosa...! ¿Mentirosa? ¿A mí...? ¿Cuándo? ¿En qué mensaje subliminal del texto se me llamaba mentirosa a mí? No salía de mi asombro. Entre sollozos me explicó que Leo, al ver el sobre cerrado y mi sonrisa sardónica, se había asustado y le había contado toda la verdad. Aproveché para decirle que "a bicho que no conozcas, no le pises la cola", la consolé como pude y nos despedimos como buenas.

Total que aprendí mucho de esta experiencia. Aprendí que no se debe escupir hacia arriba, que a su tiempo maduran las brevas y que sorna con gusto... ¡no pica!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Correspondencia (I)

Para Amigoplantas.

En la araucaria no. Justo debajo del arbolito de al lado. Allí es donde hago mi fila todos los días.



El arbolito de mi fila tiene colgado un cartel en el tronco. Y el cartelito dice: "Jamás hay que maltratar a un árbol". Precioso... Pero al que lo puso se le olvidó escribir: "¡Ni colgarle carteles!" Pobre... Seguro que no le cabía en el papel... ¡Pues haber puesto otro! Total... El tronco es grande...

Cuando llegué a la fila el otro día, encontré a un grupo de mis niños en plena batalla campal. Unos arrancaban hojas del árbol. Otros lo hacían directamente de las plantas del suelo. Y todo por culpa del que colgó el cartel... Si no hay un aviso especificando que no se pueden arrancar las hojas de las plantas ¿cómo pretendemos que los niños lo sepan? ¡Absurdo...! Estoy pensando escribir un cartel que diga: "Cuelguen en este tronco todas las sugerencias que tengan para cuidar a un árbol". ¡A ver si así se implican! Seguro que les va a encantar. Y al jefe también...

Lo cierto es que, cuando vi semejante espectáculo, hojas volando, saltos, gritos, empujones y demás algarabías, mi cuerpo empezó a digerir el almuerzo. Sentí cómo mis ojos se inyectaban en sangre, mis uñas se volvían retráctiles, dos cuernos afilados despuntaban en mi frente y mi cabeza empezaba a girar sin rumbo fijo. Con un potente rugido di por terminada la fiesta, cogí el tridente y me dirigí a la clase, seguida por una fila de treinta pasotas.

Ya en clase, aproveché para dar una de mis lecciones magistrales. Objetivo: plantas. Así que, después de hablar un rato sobre las plantas hidroeléctricas, les mandé a escribir cinco oraciones con "planta del pie". En matemáticas les puse un problema. ¿Cuántas habitaciones hay en un hotel de cinco plantas si en cada planta hay diez habitaciones? Y por fin, en conocimiento del medio, les hablé de los plantígrados.

Terminé agotada, pero feliz. Mis niños ya conocían la importancia de las plantas. Sin embargo me quedaba una cosa por hacer. Llamé a los implicados, les dije que abrieran sus agendas y les dicté lo siguiente: "Hoy, en vez de estar en la fila, me puse a arrancar hojas de las plantas y se las tiré a mis compañeros. Tengo que ser más responsable."


-¡¡¡Y mañana lo quiero firmado por sus padres!!!- les dije afablemente.


A las nueve de la mañana del día siguiente las agendas estaban en mi mesa. Todas firmadas. Menos una... En lugar de la firma, Leo me trajo un papelito doblado en cuatro. Era una nota de sus padres...

Como me he alargado mucho con la presentación y lo que sigue no tiene desperdicio, voy a dejar el contenido de la carta para el próximo post. Hoy termino con unas fotos. Son rincones de mi colegio. ¡Para que vean cuántos carteles me quedan por colgar!






































domingo, 16 de noviembre de 2008

Cosas de la vida...

Qué cosas tiene Nani. Mandarme a enumerar seis cosas. Y que me haga feliz...



Te digo una cosa... ¡esto es cosa hecha! Enumerar seis cosas es la cosa más sencilla del mundo. Aunque también es cosa seria... Pero seis es poca cosa, tardaré cosa de un minuto. Son cosas que pasan. ¡Así funcionan las cosas...! Lo malo es que tengo muchas cosas en que pensar y no pienso en otra cosa. Que si no es una cosa, es otra... ¡Cosas veredes!

Y es que las cosas no son lo que parecen. Así que igual que te digo una cosa, ¡te digo la otra...! O te digo ambas cosas... Daría cualquier cosa por que las cosas fueran bien, pero, como cada cosa es a su tiempo, ¡qué cosa! ¡cualquier cosa es posible! Si no se me tuercen las cosas...

Por tanto pondré cada cosa en su sitio. Otra cosa es que tenga que contarlas... Las cosas de palacio van despacio. Pero lo haré como si tal cosa. Esto no es cosa de dos. Ni son cosas de niños. Es otra forma de ver las cosas. Y sólo es cosa mía. Así que, como quien no quiere la cosa, ahora mismo las voy a enumerar: una, dos, tres, cuatro, cinco y seis.

Ya está. ¡Qué cosa tan fácil! Y me ha hecho muy feliz. ¡Gracias Nani por tantas cosas! Y como así son las cosas y así se las he contado, ¡a otra cosa mariposa!

domingo, 9 de noviembre de 2008

Mi objeto de deseo

Descubrí mi objeto de deseo estando en cama. Presa de un insólito delirio febril.

¡Y todo por culpa de una piedra! ¡Pero si yo no soy geóloga...! ¿Qué hacía entonces una piedra en mi riñón? Cualquiera que haya pasado por el trance de albergar una piedra en su riñón sabrá de lo que estoy hablando. Repasé en voz alta todo lo que había comido el día anterior. En mi dieta no había piedras, estaba casi segura. Todo lo más, almendras garrapiñadas... ¿Me estaría convirtiendo en estatua? ¿O simplemente era la vida que me estaba endureciendo?

Lo cierto es que el alumbramiento no se hizo esperar. Al par de días di a luz una preciosa piedra. ¿Pero quién sería el padre? ¿El Roque Nublo acaso? O a lo mejor es que el padre Teide me había elegido como madre... ¡Pero si yo soy híbrida...! Qué misterio. Rápidamente decidí cuidar de la piedra y cuando estuviera crecidita la devolvería a su sitio. Que es la calle. Pero el destino no quiso que cumpliera con mi deber porque, de repente, me invadió un tremendo escalofrío. ¡Tenía unos cuarenta grados de fiebre Fahrenheit! ¡Qué barbaridad! Maldije al Teide, al Roque Nublo, a todos los roques y rocallas del mundo. Y me acosté.

Caí en la cama de lado. Y así me quedé durante horas. La fiebre me devoraba ¡y yo no podía hacer nada para evitarlo! ¿Por dónde empezaría? ¿Por las manos o por los pies? Pensé que todavía no era la hora de comer. A lo mejor tenía suerte... Y si estaba muy apurada que esperara un poco para devorarme. ¡Que comer fuera de hora no es saludable! Además, engorda... Y con estos alegres pensamientos decidí que ya era hora de empezar a delirar. ¡Qué menos!

Para delirar mejor, hay que abrir los ojos. Lo he visto en las películas. Así que, como pude, levanté despacito un párpado tras otro. Me costó lo mío, pero al cabo de un rato lo logré. El resto de mi cuerpo no respondía. ¿Se habría quedado sordo? No sé. Lo cierto es que allí estaba yo, tendida de lado, con la fiebre esperando, los ojos abiertos y empezando a delirar. Mis ojos se fijaron en lo único que tenían delante. Mi armario. Y, de repente, vi cómo las vetas de la madera empezaban a moverse formando extrañas formas. Era como si fueran las caras de Bélmez, pero en pene. ¿En pene? ¿Pero qué hacía un pene en la puerta de mi armario...?

Ya no me cupo ninguna duda. ¡Estaba delirando! ¡Por fin! ¡Y con los ojos abiertos...! Qué delirio tan sutil el mío... Mira que imaginarme un pene en la puerta de mi armario... ¿Pero qué me creía? ¿Que tenía un trozo de Pinocho en la habitación? Vaya tontería... Como si Geppetto lo fuera a permitir... En fin, lo que es la fiebre. Primero te engatusa y después te devora. No se puede fiar uno ni de su propia temperatura... Menos mal que después de una metralla de antibióticos fue cediendo. Nunca me devoró, pero...


Desde entonces la puerta de mi armario se ha convertido en mi objeto de deseo. Y es que después de haber parido una piedra, mi mayor deseo es no tener que dar a luz un tronco...

Actualización: Dada la cantidad de deseos de recuperación que he recibido, tengo que aclarar que todo lo que cuento en esta historia ocurrió hace unos años. Pero la foto la saqué el otro día...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Rememe: Los cinco objetos de mi vida

Estaba deseando hacer el 69. Me han dicho que es un hábito saludable. ¡Y ya me tocaba probar! Parece mentira, cómo pasa el tiempo... Hace poco, apenas tenía experiencia y mírame ahora, ¡haciendo ya el 69! Y es que la práctica hace mucho, lástima que sólo dure una sesión...



En mi post número 69, y a pesar de la evidencia, no voy a hablar de números. Mi amiga Kotinussa me ha encargado un meme y como sé que a ella le encanta la puntualidad no voy a dejar pasar ni un año más antes de hacerlo. Tengo que elegir cinco objetos sin valor alguno que, por el enorme cariño que les tengo, he guardado durante años y no voy a tirar por muy viejos que estén. Realmente para mí un objeto no lo es todo. También están las cosas... Pero como Kotinussa me ha dicho que tengo que hablar de objetos, ahí van los míos.

Un objeto del que nunca podré prescindir es mi objeto de burla. Y para eso tengo una hija. ¡Qué alegría darle sustos siempre que puedo! Reconozco que mi objeto de burla tiene el corazón a prueba de bomba. Sobre todo cuando me escondo detrás de una puerta y le salto encima. ¡Termina siempre maldiciéndome! ¡Qué poca paciencia tienen estos adolescentes! Pero no voy a tirarla a la basura sólo por eso... Es que mi hija tiene un gran valor sentimental para mí y es el mejor objeto de burla que nunca he tenido. Por eso la conservo a mi lado desde hace ya 19 años, porque la quiero mucho y me río con ella y de ella todo el día. Y parte de la noche. No, no se deshará de mí tan fácilmente...

Otro objeto muy importante en mi vida es mi objeto perdido. Sé que está ahí, pero no sé dónde. Sé que no vale mucho porque si no ya lo hubiera encontrado. Y hace tanto tiempo que no está que ni siquiera me acuerdo de lo que es, pero le tengo un gran afecto. No lo voy a tirar a la basura porque no aparece. Y el día que lo haga me llevaré tal alegría que seguro que lo pierdo otra vez. Mi objeto perdido le da sentido a mi vida. Todos los días activo mi memoria pensando en él. Y aunque todavía no me acuerde exactamente en qué sitio lo puse, no lo cambiaría por ningún otro. Ni siquiera por un objeto perdido más grande.

Como todo el mundo, yo también tengo un objeto volador no identificado al que le tengo mucho cariño. Creo que mi ovni es una mosca. Aunque también pudiera ser un mosquito. ¡Vete tú a saber...! Con lo que crece hoy en día la juventud... Total que esté donde esté, en la tele, en la cocina o en mi habitación... ¡siempre está la mosca! Y para mí que siempre es la misma. Porque las moscas se parecen todas. Pero ésta es especial. Hace ruido. Se comunica. Y tiene un acento tan dulce ¡que me da pena tirarla a la basura! Tantos años de fidelidad no se pueden pagar así. ¡Un poco de caridad con las moscas del mundo! Así que mi objeto volador forma parte de la dinámica de esta casa y no lo cambiaría por un moscón cualquiera. ¡Que en casa todas somos chicas! Menos yo. Que soy una joven...

Mi cuarto objeto más preciado es mi objeto personal. Tan personal es ¡que soy yo misma! Qué voy a decir yo de mi objeto personal que no me perjudique. Pues nada, por si acaso. Estoy muy encariñada conmigo misma y no me cambiaría por otra aunque valiera más. No me parece bien tirarme a la basura porque si lo hago ¡a ver quién la baja! ¡Si siempre lo hago yo! Además, no me apetece. Porque para algo he aguantado tantos años conmigo para ahora deshacerme de mí sin más ni más. Total, que más vale que me siga conservando, porque otro objeto personal como yo, no lo voy a conseguir tan fácilmente.

Y por último está mi objeto de deseo. Pero sólo lo voy a citar, porque tengo tanto que hablar de él que prefiero hacerlo en el siguiente post. ¡Es que mi objeto de deseo es único! ¡E intransferible...!

En fin, que ya he terminado. Era cierto lo del 69, ha sido todo un placer. He disfrutado muchísimo. Si lo llego a saber lo hago antes. Ya saben ¡procuren hacerlo siempre que puedan! ¡No se van a arrepentir!

sábado, 25 de octubre de 2008

Los problemas de mi vida...

El jueves, cuando llegué a casa, me esperaba una carta. ¡Y no era una factura!

En el lindo sobre se leía: Gobierno de España. ¡Gobierno de España...! ¡Ya era hora! Con lo bien que gobierno mi casa y mi clase ¡qué menos que practicar con el gobierno de la nación! Me quedé encantada con el encargo. ¿Por dónde empezaría? ¿Por las esquinas, o barriendo debajo de la alfombra? No sé. Lo único que tenía claro es que iba a mandar mucha tarea.

Cuando abrí el sobre me llevé otra sorpresa. La carta empezaba diciendo "Vida Laboral". ¡Era mi vida! ¡Mi vida en una carta! ¿Pero cómo iba a caber mi vida en dos hojas? Seguro que habían usado un archivo comprimido, que si no... Y además, qué poco gusto. Con todos los adjetivos que existen, poner que mi vida es laboral... No lo entiendo. Yo habría puesto "Vida fantástica", "Vida maravillosa", "Vida disipada"... O por lo menos "Vida alegre", que es más divertida. Pero laboral... ¡Qué poca imaginación!

Me quedé pensando que todavía no había escrito mi autobiografía. ¿Qué clase de espías me estaban siguiendo? ¿Cómo es posible que publicaran mi vida? ¡Si yo no tengo espónsor! Con estas tremendas dudas, empecé a leer. Mi vida se resumía a unos cuantos números y otras tantas fechas. ¿Y ya está? ¿Con todo lo que he colaborado? Y además, en una columna me daban de baja y de alta varias veces. Enseguida comprendí que era un error. Tengo una estatura normal, más de un metro, como todo el mundo... Pero no creo que se me pueda dar de baja. ¡Ni de alta! Soy mediana... Metro más, metro menos...

Suerte que en una esquina ponía: "Si tiene problemas con su vida llame al 901502050, Tesorería General de la Seguridad Social". ¿Que si tengo problemas con mi vida? Qué amables... ¡Y qué altruistas! Con razón se llama Seguridad Social... Al instante me sentí muchísimo más segura socialmente, hice un breve resumen mental de mis problemas, cogí el teléfono y marqué el número. Me contestó una dulce voz femenina. Intenté contarle mi vida, pero se conoce que en ese momento estaba muy ocupada, porque no me dejó. Sólo habló ella, la pobre, y por lo que entendí los problemas de la vida se arreglaban apretando el cuatro. ¡Qué número tan mágico! Como si fuera el siete. ¡Le das al cuatro y ya está! ¡Tu vida se soluciona!

Rápidamente apreté el cuatro. Un señor contestó al instante. ¡Debía ser el Tesorero! ¡El Tesorero General! Qué emocionante esto de tener teléfono. Te puedes comunicar con quien quieras. ¡Hasta con los Reyes si hace falta! O con Papá Noel... Total, que hice un par de reverencias al auricular y empecé a contarle mis problemas. Pero el Tesorero me dijo que por ser de Canarias tenía que haber apretado el tres. ¡Lógico...! Estuvo un segundo charlando amigablemente conmigo y colgó. Con toda su educación.

Sin pensarlo dos veces y haciendo gala de mi obediencia innata, dejé pasar cinco minutos, marqué ¡y volví a apretar el cuatro! Esta vez me salió la mujer del Tesorero, muy amable. Y aunque fuera de Canarias me atendió igual. Le conté rápidamente mis problemas de estatura y, ya que estaba, aproveché y le dije que mi hija no recoge su habitación, que los niños de este año hablan demasiado, que la luz de la escalera está fundida, la lavadora no centrifuga bien, la impresora nueva no funciona, que tengo gripe, que mi coche hace ruidos raros, que el banco no abre los sábados y así. Total, que le dije casi todo. Casi... ¡Y con música clásica de fondo!

Justo cuando acabó la melodía, la mujer del Tesorero me dijo que estaba todo listo. ¡Cuánta coordinación! Dentro de tres semanas recibiré una carta con los problemas de mi vida resueltos. ¡Qué bien! ¡Y qué fácil! Estos Tesoreros son un tesoro. ¡Mira que dedicarse a resolver vidas ajenas! Aunque tendré que aprender a hacer mejor las reverencias, así, la próxima vez que llame, es posible que me atiendan a la primera...

De todas formas, estoy tan contenta que se me ha quedado una sonrisa tan brillante como las lámparas éstas del Happydent... Y ya saben, si tienen problemas con su vida ¡aprieten el cuatro!



domingo, 19 de octubre de 2008

La chica de ayer

En mayo, La chica de ayer tuvo la gentileza de encargarme un meme. Así que me dije, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Y efectivamente, hoy voy a cumplir la promesa que le hice a la chica de ayer. Pero me asaltan muchas dudas... ¿Será hoy la chica de ayer la misma que ayer? ¿O será la chica de hoy? ¿Y mañana...? ¿Será mañana la chica de ayer la misma que hoy? ¿O estará más cansada? Y es más... ¿Será mañana la chica de ayer la misma que en mayo? ¿Y qué será la chica de ayer el miércoles? ¿La chica del martes? Porque el lunes lo entiendo... ¡Pero el sábado...! ¿A quién se le ocurre ser la chica de ayer un sábado...? En fin, que es todo un misterio, no sé exactamente a qué chica le hice la promesa, si a la de ayer, a la de hoy o a la de mayo, pero como lo prometido es duda...


Muy fácil.Tengo que compartir seis cosas que me gustan y seis que no me gustan. Y como soy de decisiones rápidas y certeras, allá van mis doce propuestas. Aunque no sé si poner éstas. Porque tengo muchas más... ¿Y si estoy equivocada? A lo mejor pongo otras doce. ¡Que ya podían haber sido más...! Porque no me van a caber todas. Bueno, puede que resumiendo consiga unificar criterios. Y si no, lo borro y empiezo otra vez. Total... Con lo grande que es la vida... Siempre tendré tiempo de hacerlo por capítulos. En fin...

Cosas que me gustan:
Una de las cosas que más me gustan es despedirme a la francesa. Siempre que voy a una fiesta lo practico. ¡Y quedo de bien...! Es que saber idiomas es de lo más fashion...
Otra de mis aficiones es darlas con queso. El queso queda bien con todo. No hay paladar que se resista. Así que, cuando quiero que las cosas salgan bien, las doy con queso y todo resuelto.
Me gusta también echar leña al fuego. Desde siempre he sido muy generosa. Además, lo dice un libro, dar de comer al sediento y calentar al hambriento. ¡Y qué mejor que echando leña al fuego...! Vamos, ¡que tengo ganado el fuego eterno!
No hay mayor placer que comer de gorra. Sobre todo cuando hace frío. Tener la cabeza bien tapada es esencial. Incluso comiendo. Y si estás en el monte, de gorra y de bufanda. Yo, siempre que puedo, como de gorra. Y nunca me vacuno de la gripe...
Otra cosa que me gusta mucho, dada mi afición a la jardinería, es sembrar dudas. Lo que pasa es que no encuentro las semillas. Tiene que haber alguna tienda que las venda. Y desde que las encuentre ¡no voy a parar de sembrar dudas! Me parece fascinante.
Y por último, me gusta sobremanera repartir leña. Esta altruista actividad la conjugo perfectamente con la de echar leña al fuego. Y me quedo ampliamente satisfecha. Primero reparto leña a todo el que pase y después, graciosamente, la echo al fuego.
Ya saben, si tienen una reunión coman de gorra, siembren dudas, denlas con queso, repartan leña, échenla al fuego y por último, despídanse a la francesa. Será todo un acierto.

Cosas que no me gustan:
No me gusta mucho regalar los oídos. El oído es una de mis más preciadas virtudes. Y si los regalo ¡me quedo sorda! Así que procuro no hacerlo.
Otra cosa que no me hace gracia es poner a mal tiempo buena cara. Y además, es que no lo consigo. ¿Pero cómo me voy a reír con el viento de frente? ¡Qué desfachatez! Si acaso me regaño...
No me gusta tampoco ver los cielos abiertos. ¡Ya está bien con los agujeros de ozono! ¡Que cierren el cielo ya! Que por su culpa he cogido la costumbre de caminar mirando al suelo. Y cuando hay farolas es altamente peligroso...
No es de mi gusto tener muchos humos. Fumar perjudica seriamente la salud. Y además contamina. El tabaco es muy caro, huele mal y las autoridades sanitarias advierten que fumar puede dañar el esperma. Tengo que dejar de fumar...
Tampoco soy partidaria de poner la mano en el fuego por alguien. Es que las extremidades hay que cuidarlas... Y además, el que juega con fuego se hace pis en la cama. Y mi colchón es nuevo.
Por la misma razón, tampoco me gusta agarrarme a un clavo ardiendo. ¡Lo que tiene que doler! Ya lo hice una vez con la broca y no estoy dispuesta a repetirlo. Que después se me borran las huellas ¡y a ver cómo me reconozco!
En fin, que si quieren tener una vida mejor, no regalen los oídos, ni pongan a mal tiempo buena cara, no vean los cielos abiertos y no se les ocurra poner la mano en el fuego o agarrarse a un clavo ardiendo... Es un consejo.

Bueno chica de ayer, te envidio. En Canarias tenemos una hora menos, pero tú...

domingo, 12 de octubre de 2008

El que sabe, sabe.

El día que pensé, hace ya años, que podía arreglármelas perfectamente sin un hombre, supe que mi vida necesitaría un cambio. Así que decidí comprarme un taladro.

El taladro es un instrumento muy antiguo. Desde tiempos inmemorables el hombre se ha dedicado a hacer agujeros. O argollas... Pero como entonces no necesitaban cuadros porque ya tenían pinturas rupestres, practicaban con los cráneos. También taladraron la rueda, con su bonito agujero en el centro. Ventanas, puertas, anillos, vasos, tazas, coladores... En fin, que todo lo susceptible de ser taladrado, se taladró. Y así siguieron, taladrando. Hasta hoy en día, que tenemos el donut.

Lo cierto es que si los antiguos sabían usar el taladro ¿cómo es posible que una mujer de este mismísimo siglo no se atreviera? Me puse manos a la obra y empecé a pensar. Primero me conté las manos y después le eché un vistazo a mi casa. Todo cuadraba. Tenía dos manos ¡y una casa llena de paredes! ¿Qué más podía pedir?

Dicho y hecho salí a comprar. Mi taladro no podía ser cualquier cosa. Quería un taladro de última generación. Con su enchufe, sus brocas, su interruptor y su forma de pistola. Y de una buena marca. ¡Faltaría más! ¡No me iba a conformar con un taladro Carrefour! Así que, después de estudiar con cuidado todo lo que me ofreció el dependiente, me quedé, si mal no recuerdo, con un taladro Pikolín. Especialista en descanso. ¡Justo lo que yo necesitaba!

Salí de la tienda orgullosa de mí misma, con mi Pikolín, dos paños de cocina, una tostadora y tres vídeos de Art Attac. Para ponerme al día. Una vez en casa me surgió una duda. ¿Dónde haría mi primer agujero? Elegí la entrada. Por si algo salía mal... Y así, silbando como un carretero, me preparé para la ardua tarea de colgar un perchero. De pared... ¡Ya nadie me iba a parar!

Subí a duras penas la escalera de tres peldaños. El taladro en una mano, la broca en la otra y el cable colgando. Al más puro estilo cerrajero atornillé la broca, solté el taladro, bajé tres escalones, enchufé el aparato, me subí a la escalera, cogí el taladro, apunté a la pared y por fin... ¡apreté el gatillo! ¡Qué maravilla! ¡Sabía taladrar! ¡Yo sola! Empujé con todas mis fuerzas y el taladro se hundió en la pared hasta el tope. Lo saqué un poco y lo volví a meter. Y así varias veces, de tan contenta que estaba con mi nueva habilidad. Penetrar una pared es toda una gozada. Te hace sentir fuerte, poderosa, dominas la situación, embistes, empujas... En fin, que entiendo un poco más a los hombres.

Y en eso estaba, metiendo y sacando la broca con todas mis ganas, cuando me acordé que tenía que colgar el perchero. Así que saqué el taladro y me dispuse a admirar mi recién hecho agujero. ¡Pero, no había agujero! ¡Sólo había una pared con una broca clavada! En un principio pensé que era una broca multiusos. Así que intenté colgar el perchero de la broca. Pero después me lo pensé mejor. La broca era demasiado grande para colgar el perchero. ¡Maldición! ¡Me había equivocado de medida!

Subí la escalera con el taladro todavía en la mano. Miré a la broca con odio, alargué el brazo y la cogí. ¡Todo el fuego del infierno se concentró entonces en mis dedos! ¡La broca estaba ardiendo! ¡A quién se le ocurre vender una broca caliente! Pensé en denunciar al dependiente, pero lo único que pude hacer fue dar un alarido, lanzar la broca al aire y soltar el taladro, que cayó directamente en mi pie, dejándome los dedos contrahechos. Bajé elegantemente la escalera, fui a la cocina cojeando y metí la mano en agua fría. No pasa nada, me dije entre humo y humo, ya tienes tu agujero.

El perchero quedó cerca del techo. Así que tuve que hacer tres agujeros más para que alguien de estatura normal pudiera usarlo. Pero no importa. Ya soy experta. A partir de entonces mi casa está irreconocible. ¡Hay agujeros por todas partes! En la sala, en la cocina, el dormitorio ¡e incluso en el baño! Es que cuando me empeño, no hay quién me gane en efectividad.

Y si a alguien le sobra un cuadro...

viernes, 3 de octubre de 2008

Burgos

Bueno niños, repasamos en alto la regla ortográfica de esta semana, deja la goma, siéntate bien. "Todas las palabras que empiezan por BU-, BUR- y BUS-", ponte derecho, deja la regla, date la vuelta, "se escriben con B". Levanta la mano, saca el cuaderno. Recordamos alguna, no te columpies, siéntate bien. Sí, bufanda, estate quieto, busto, buñuelo, burla. ¡Muy bien! Butaca, buscar... Nooo... Guisante no empieza por BU, recoge la goma, deja la regla, date la vuelta, siéntate bien.

Y ahora vamos a escribir tres frases, dame la regla, deja la silla, coge el pañuelo. Con estas tres palabras. Sí, en el cuaderno. Levanta la mano, siéntate bien, al baño no. Las palabras son, ponte derecho, después me lo dices, date la vuelta, mírame a mí. "Butaca, Burgos y buscar". Tres. Una no. Tres. En el cuaderno. No, en el rojo no. Sí, la fecha en rojo. Igual que en la pizarra. Cópialo igual, dame la goma, levanta la mano, cuando termines, siéntate bien.

- ¡Dime precioso...!
- ¿Qué es Burgos...?
- ¿Burgos? Una ciudad española... La vimos ayer en el mapa... ¿Te acuerdas? Está en el norte. Levanta la mano, siéntate bien, afila por dentro. ¡Dime linda...!
- ¿Qué es Burgos...?
- Acabo de decirlo. Burgos es una ciudad española. Del norte. Date la vuelta, saca el cuaderno, mírame a mí. Dime...
- ¿Qué es Burgos...?
- ¡Niños! Pero bueno... ¡Todos! ¿Qué es Burgos?
- ¡Burgos es una ciudad española!
- ¡Bien! ¡Pero si lo saben! Te vas a caer, abre el cuaderno, copia la fecha, deja la regla. Dime...
- ¿Qué es Burgos...?
- ¿Dónde estabas tú hace un minuto?¡Date la vuelta! ¡Deja la goma! ¡Saca el cuaderno! ¡Siéntate bien! ¡Dime...!
- ¿Se copia Burgos...?
- Sí. Suénate, con ceras no, escribe la fecha, levanta la mano, ponte derecho.
- ¿"Tengo muchos Burgos" vale...?
- No. Guarda el juguete, mira el cuaderno, date la vuelta.
- ¿Burgos se escribe con rojo...?
- No. Abre el estuche, borra esa frase, deja la regla.
- No me cabe Burgos...
- Sí. Saca el cuaderno, ponte derecho, abre la mesa.
- ¿Qué es Burgos...?
- No. Levanta la mano, deja la vuelta, afila la goma.
- ¿Burgos va con V...?
- No. Borra la regla, dame la mano, tira el cuaderno.
- No me sé ninguna con Burgos...
- No. Suena la frase, ponte la goma, abre la vuelta.
- ¿Burgos qué es...?
- Sí. Levanta el estuche, date la mano, sienta la mesa.
- ¿Después de Burgos va la greca...?
- Sí. Borra la mesa, copia el juguete, saca la fecha.
- ¿Burgos es un futbolista...?
- Sí. Coge el derecho, ponte el estuche, borra la goma.
- ¿Hay que hacer tres frases con Burgos...?
- Sí. Sienta la goma, dame la vuelta, pisa la regla.
- No entiendo Burgos...
- ...

Chiquititos... Están agobiados...
¡Menos mal que yo controlo!

domingo, 28 de septiembre de 2008

Mis virtudes

Llevo unos cuantos días muy ocupada. Practicando mis virtudes.


Pasado mañana empieza el curso del Aula Virtual y quiero ir bien preparada. Voy a demostrarle a todo el mundo que soy una virtuosa. Y que a mí, en virtudes, no me gana nadie. Así que me he estado informando de las virtudes más importantes que un ser humano pueda tener. ¡Y las tengo todas!

Una virtud que tengo es que sé oír. Basta que alguien me hable ¡que ya lo estoy oyendo! Saber oír no es fácil, no todo el mundo sabe. La gente, por desgracia, se limita a escuchar. ¡Y no oyen! Además, sé oír desde pequeña. Y oigo toda clase de sonidos. Y de ruidos. Por la izquierda y por la derecha. De cerca y de lejos. Sé oír vocales y consonantes. Y cuando me empeño ¡incluso entiendo...! En fin, que soy una experta.

Otra de mis mejores virtudes es que sé ver. Con gafas o sin ellas. Nada más despertarme, si es que se me abren los ojos ¡veo! Desde que nací sé ver colores, rayas y lunares. ¡Hasta con los ojos cerrados veo luces! Esta virtud es una maravilla. Porque aunque no quiera, puedo verlo todo. Menos las películas de miedo. Que esas sí que no las veo. A veces las miro, pero me tapo los oídos. Y mi hija me va contando. Aunque no la oigo...

Mi tercera virtud, tan importante como el resto, es que sé oler. Basta que respire un poco ¡que ya huelo! Huelo por la nariz o por la boca. No estoy segura... Pero huelo de maravilla. Sé oler despacio y deprisa. Caminando o sentada. En casa y en la calle. Total, que este mundo está lleno de olores y, esté donde esté ¡sé olerlos todos! Hasta los ácidos. Y los amargos, por supuesto...

Otra virtud mía es que sé distinguir sabores. Todos los sabores son distintos. ¡Y yo sé reconocerlos! Hasta sé cuando algo se está quemando. Sé cuando algo es dulce o salado. Rugoso o áspero. Duro o blando. Sé cuando como ensaladilla. E incluso cuando como otras cosas. En cuanto a sabores lo sé todo. Menos el sabor de los insectos fritos, que no creo que los pruebe...

Y como colofón, sé distinguir el tacto de las cosas. Simplemente tocando ¡ya tengo tacto! Qué suerte. Sé cuando algo está frío o caliente. Líquido o sólido. Opaco o transparente. Sólo tocando sé si algo está o no está. Si viene o se va. Si es viejo o nuevo. En fin ¡es increíble lo que puedo hacer con los ojos cerrados!

Total que soy un dechado de virtudes: tengo oído, vista, olfato, tacto y gusto. ¡Casi nada! ¡Quién me lo iba a decir a mí! Menos mal que soy así, tan virtuosa. Ya verán mis compañeros... Cuando el martes exponga al claustro todo lo que sé hacer, seguro que me libro del curso. ¿Para qué necesito aula virtual si todas las virtudes de este mundo ya son mías?

¡Gracias Mamá!

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Todo tiempo pasado...

Cada dos años, no sé si ya lo he mencionado, hay que cambiar de niños. Por eso los años bisiestos me parecen una lata...

Este año me han tocado treinta alumnos. ¡Y todos tienen nombre! ¿Pero quién se ha inventado el Santoral? Con lo fácil que sería llamarnos Adán y Eva... Total, el que esté libre de pecado, desgraciado en amores. Además, hay santos que no me suenan: Sta. Keyla, Sta. Leila, Sta. Sheila, Sto. Adahi. No sé, serán santos de ultramar... De los apellidos por ahora no me preocupo. Porque todos tienen dos. ¡O tres! Y eso no hay memoria que lo aguante. Ni siquiera la mía. Así que he urdido un plan para aprenderme bien los nombres de diario. Y los apellidos, que los usen para el fin de semana. Que es más práctico...

Total que me he tomado la molestia de confeccionar treinta cartelitos de cartulina. De colores... Nos pasamos una mañana trabajando en ello. Cada niño decoró su cartelito con amor. Dibujaron flores, cometas, corazones... Y por último le pegaron encima su foto. ¡Genial! ¡Qué sería de mí sin mis ideas...! Ahora, en cada pupitre ¡hay un niño con su propia foto! Así cuando quiero saber quién es cada uno ¡sólo tengo que echar un vistazo! Y ya está. Si es que a veces nos ahogamos tanto... ¡Y no vemos que la solución está en el vaso de agua!

Estoy segura de que este año me voy a aprender los nombres de los niños en un periquete. Menos el de las gemelas... Porque sus fotos son tan iguales que de lejos no las distingo. Menos mal que una de ellas tiene un lunar en la nariz. ¡Que si no...! Aunque me tengo que acercar a la foto para verlo bien. Me pregunto cómo se las arreglará la madre para reconocerlas. Así, a secas... Sin foto ni nada...


Y por fin ya me han puesto el cañón. Como bien pronostiqué, al no encontrar sitio, lo han colgado del techo. Pero no apunta al patio... Tendré que cargarlo con balas de fogueo, por si las moscas... Y la pizarra, ahora que se enciende, funciona perfectamente. Lo más gracioso es que se puede escribir con el dedo. ¡Qué barbaridad! Tantos años aprendiendo a coger un lápiz correctamente... Y ahora ¡a practicar con el dedo! Caligrafía...

La semana que viene tendremos unos cursos para aprender a usar el aula virtual. ¡Qué bien! Lo estoy deseando. Por fin me voy a poder quedar en casa cuando llueva. Total... con el aula virtual ¿para qué voy a ir yo? Hay que ver lo que se aprende. El mío es el trabajo del futuro. ¡Se acabaron los madrugones! Sólo espero que el aula virtual tenga fotos. Si no, a ver cómo se aprende el nombre de los niños...

Y todo, gracias a la generosidad de nuestros jefes. Quién lo iba a decir...

lunes, 8 de septiembre de 2008

Nuevas tribulaciones

El principio de curso ha sido fantástico. Al fin y al cabo todos los principios lo son... Menos el de Arquímedes. Que no lo entiendo.


Me enteré de lo que cuesta la matrícula en la Universidad. ¡Qué grata sorpresa! ¡Ya era hora de invertir en algo! Así que pedí una beca... Pero como nosotras no somos familia numerosa no sé si nos la darán. Sólo somos familia monoparental. Y éso es demasiado corriente, ya lo dijo Darwin... Aún así no pierdo la esperanza y si todo sale bien, este año no tendré que hacer horas extra. Aunque no me importaría. Darle a mi niña una buena preparación es una de mis metas más altas. Y para eso la Universidad de La Laguna es de lo mejorcito. ¡Si hasta tiene ascensores! Qué más se puede pedir...

En otro orden de cosas y siguiendo con lo mismo, el lunes pasado, por fin, volví al cole. ¡Qué encanto! Cuando llegué, el patio estaba lleno de pizarras. ¡Por fin íbamos a dar clase al aire libre! ¡Como en La Casa de la Pradera! Me puse a buscar la higuera mejor situada para colocar mi pizarra cuando una tenue voz me susurró al oído: Nos van a poner pizarras digitales... ¿Pizarras digitales? ¿Cómo se me había podido olvidar algo así? ¡Yo, que siempre estoy en todo! Imperdonable... Abandoné rauda mi vieja pizarra, me despedí de la higuera y subí como una exhalación a mi clase, para observar de cerca tan golosa novedad.

En mi clase no había nada. Sólo una gran caja de cartón, un hueco inmenso en la pared y cables por todas partes. Lloré de alegría al ver el panorama. El jueves 4 empezaba con los niños. ¡Y sin pizarra! ¡Ni la una ni la otra! Así que me puse manos a la obra. Aprender el nuevo lenguaje gestual no me ha costado casi nada. Así me va... Llevo ya tres días con mis nuevos niños, que son 30 ¡y me entienden perfectamente! Esto de escribir en el aire no tiene ninguna ciencia. Y además nos lo pasamos genial. Aunque por la noche siento un extraño dolor en los brazos. Como si fueran agujetas... Lo que es el cerebro... No se puede pensar tanto.

Hoy lunes ya tenía colgada mi pizarra. ¡Una pizarra electrónica! ¡Y me dieron un portátil para mí solita! Ya sólo falta colocar el cañón. Eso me dijeron... Aunque creo que andan algo despistados. ¿Es que no han visto el tamaño de mi clase? ¿Dónde voy a poner yo un cañón? ¿Y las balas...? Además, no hace falta anunciar el recreo a cañonazos... Si con el viejo timbre ya me vale... De todas formas, como no me gustan las armas de viento, creo que voy a hablar con la Sinfónica a ver si les interesa. Por si no me dan la beca... Y si no, que me lo cambien por un trombón, que es más portátil y bastante digital.

En fin, que estoy encantada con mi nueva pizarra eléctrica. Sólo espero que no me dé muchos corrientazos... Por lo demás, lo único que me falta para ponerme al día es saber dónde escondieron el botón para encenderla. Y listo... ¡Viva las nuevas tecnologías!

lunes, 1 de septiembre de 2008

La insoportable brevedad del tiempo

Llevo unos cuantos días desperdigada. Me busco, me busco y no me encuentro.


¿Pero quién es el responsable del cronómetro? ¡Que al tiempo le están sobrando pilas! Será cuestión de comprarme otro reloj... Porque a mi tiempo le pasa lo que al euro. ¡Cada día me cunde menos! ¡Y cada vez se gasta más! En fin, que prefería mi tiempo en pesetas. Porque antes tenía más consistencia. Y así no había manera de perderlo. Pero como dice el dicho "El tiempo es euro y los euros, euros son". Por eso lo bueno, si dos veces breve, mejor.

Total, que esta mañana sonó el despertador. "Despertador". ¡Qué palabra tan cruenta! ¿Pero a quién se le ocurrió llamarlo así? Podrían haber elegido algo más dulce. Yo qué sé, "Sueñus Interruptus", por ejemplo. Pese a su poca fiabilidad...

Mi cuerpo reaccionó al instante. Me di la vuelta y seguí durmiendo. Y allí estaba yo, en Cerdeña, recorriendo sin descanso sus maravillosas costas. Cerdeña es un territorio rodeado de agua por todas partes. Menos por una, que es el centro. No como Venecia... El primer día que fui a la playa me llamaron la atención sus fondos cristalinos. Bañarse en esas aguas era como estar flotando en la nada. En una nada tibia. Transparente. ¡Hasta se me veían los pies perfectamente! Y así pasaba el tiempo entretenida. Mirándome los pies. Hasta que llegaba la hora de comer. Y entonces, comía.

No se puede ir a Italia a la hora de comer. Porque después la ropa no te sirve. A pesar de todo los cerdeñolos son gente muy afable. Generosos, amigables y desprendidos. ¡Y no pesan mucho! No lo entiendo... Gracias a mi habilidad con los idiomas, me pude entender perfectamente con ellos. En Cerdeña se habla el cerdo, que es un dialecto autóctono. Como la violeta del Teide. Y casi todas las palabras terminan en U. Por eso aprendí rápido. Con decir "Me voy a mumú" ya sabían que me iba a acostar. Y así con todo...

Pero lo mejor fue la excursión en lancha por los islotes caribeños de Cerdeña. ¡Qué gozada! Si no fuera porque casi encallamos en las rocas de una barra natural y a partir de entonces empezó a sonar una alarma insoportable que nos acompañó el resto del día, la experiencia fue realmente estupenda. Y con ese indescriptible ruido abrí los ojos esta mañana. Apagué el vil despertador, salté de la cama y me preparé a toda prisa para no llegar tarde al cole. Se me olvidó la merienda...

Tengo la terrible impresión de que ya no estoy en Cerdeña.
Y tengo una corazonada: va a ser que hoy es lunes...

lunes, 28 de julio de 2008

Los planes de mi agenda

En verano mi agenda engorda tanto que termina quedándome apretada.

Hoy llevé el coche al mecánico para ponerlo a punto para la ITV. Mañana tengo que ir a las oficinas de la Seguridad Social a recoger una carta, porque el cartero dice que no vivo aquí. El miércoles voy al dentista para empezar a ponerme un puente. El jueves Dana, Valentina y yo nos vamos a Las Palmas, para ver a mi hermana Patricia. El sábado iremos a Maspalomas para ver a mis padres que pasan allí casi todo el año. Y así Valentina podrá conocer las dunas.

El lunes 4 es el cumple de mi no pareja, así que volveré de Las Palmas ese día para darle mi regalo. Aunque todavía no lo he comprado... Patricia vendrá conmigo para pasar una temporada en casa. El 6 viene Antonello, el novio de Valentina. El 8, llega a La Palmas mi hermana Mavi, que vive en Irlanda. El 9, Dana se va a Lanzarote. El 12, Valentina vuelve a Cerdeña.

El 14, el dentista va a terminar de ponerme el puente. Estoy deseando verlo. ¡Por lo caro que sale tiene que ser de piedra! Todavía no sé si es sólo un puente interinsular o también me va a servir para ir a Europa. Lo cierto es que va a facilitarme la comunicación con el resto del mundo. Y cuando el coche esté arreglado y el puente en su sitio ¡no voy a parar!

El 16, volveré a Las Palmas con Patricia para ver a mi hermana Mavi. El 19, Dana vuelve de Lanzarote y yo tendré que estar en Tenerife, porque el 21 nos vamos a Cerdeña para ver a Valentina. Y el 29 estaremos de vuelta para poder descansar el fin de semana antes de que empiecen las clases...

En fin, que tengo bastantes cosas que hacer estos días. Menos mal que sé organizarme bien y, como perro prevenido vale por dos, he hecho una lista-resumen de todas mis actividades. Para no olvidarme de ninguna.

Tengo que: comprar un regalo para el mecánico, llevar a Valentina a la ITV, escribir una carta antes de septiembre, felicitar al dentista por su santo, ir a las dunas de Cerdeña para ver a mi hermana, enseñarle a Antonello las oficinas de la Seguridad Social, pasar por Correos para preguntarles dónde vivo, llamar a Lanzarote casi todo el año, cruzar el puente interinsular con el coche a punto, saludar al cartero de Maspalomas, conocer a mis padres en Irlanda, viajar a Europa antes de que empiecen las clases, estar en Tenerife con el resto del mundo y pasar una temporada en mi casa aunque no viva aquí.

Bueno, creo que no me falta nada. Aprovecho para despedirme de ustedes hasta septiembre y desearles a todos un muy feliz verano.

¡FELIZ SEPTIEMBRE A TODOS Y HASTA EL VERANO!


jueves, 17 de julio de 2008

Hay amores que matan

Este año dejo a mis niños, con todo el dolor de mi corazón. Han sido dos años trepidantes, llenos de experiencias relajantes y demoledoras. Pero así es la vida, cuando por fin me había aprendido los nombres de todos y el primer apellido de algunos ¡va el curso y se acaba!

Pasan a quinto. Yo no... Y eso que me esforcé muchísimo. Pero bueno, otro año será... Por ahora me conformo con la satisfacción del trabajo bien hecho y la seguridad de haberles dado la mejor preparación para el curso que viene.

Y ahí va una muestra. Con estas respuestas seguro que van a romper moldes. ¡Y todo gracias a mí!

- ¿Dónde se almacena la orina?
- En el diafragma. ( Ahora me explico esta opresión en el pecho...)

- Escribe dos ejemplos de gases:

- El aire y el eructo. ( Vale, pero no me lo demuestres.)

- ¿Qué es una estrella?
- Es un círculo con pinchos. (¿Pero ese no era Espinete...?)

- ¿Cómo nos conectamos a Internet?
- Con el Glogle.
- Con el Muley. (Cuando el río suena...)

- Háblame de la pesca:
- Antes era muy importante por eso ahora es menos importante, porque la gente no va mucho a pescar en el sector primario. (¡Hay que ver! Lo que es la moda...)
- La pesca es atrapar animales acuáticos. (¡Qué bien! ¿Y quién se la queda?)

- ¿Qué es el Sector Secundario?

- Comprende los trabajos que consumimos directamente. (Sí, hay algunos que cuesta un poco digerirlos, pero no están mal.)
- Es una actividad de construcción en el que está la explosión de árboles, la explosión de cochinilla... (¡Qué capacidad de relación...!)

- ¿Qué es la ganadería?
- Es el ganado de cabras. En las montañas de Tenerife hay cabras y las cabras tienen que vivir. (¡Faltaría más...!)

- ¿Qué son los medios de comunicación?
- Son los que transmiten sentimientos. (No me digas cuáles...)

- Escribe en qué tiempo está este verbo:
- En Pretérito Infantil. (Bien. Después vendrá el Presente Juvenil y más tarde el Futuro Senil...)

- Escribe el Pretérito Perfecto de Cantar:

- Yo habirdía cantado. (Que cómo me las maravillaría yo...)

- Musulmanes y Cristianos:

- Los islámicos construyeron mezquitas y alcachofas. (¡Los planos de una alcachofa debían ser de complicados...!)
- La civilización cristiana se construyó con Jesús. (Pobre... Cobraría un plus...)
- En la civilización musulmana su lengua es el árabe y su religión el Musulmanismo. (Lógico...)
- Convivían dos civilizaciones, la islámica y la cristiánica. (Pero civilización está bien escrito...)

- Prehistoria:
- Los primeros seres humanos vivían del aire libre. (¡Con razón se podía ahorrar en esa época!)
- Los dentarios construyeron poblados permanentes. (Pobres dentistas...)
- La Prehistoria es lo que ocurrió antes de la Historia. La Historia es lo que ocurrió después de la Prehistoria. (Bien dicho. ¡Claro, conciso y sin derecho a réplica...!)

- Colón:

- Fue importante porque descubrió la pólvora. (¡Ah! ¡Para la explosión de los árboles y de las cochinillas...!)

- Escribe el nombre de estos polígonos:

- 5 lados: Quintógono, Quíntuple.
- 6 lados: Sesságono, Sigzágono, Sextógono, Seisxágono.
- 7 lados: Estágono, Septágono.
- 8 lados: Octónogo, Optógeno.
- 9 lados: Noveságono, Noptágono, Nobégono, Noventágono.
- 10 lados: Descago, Diágono, Diexságono, Diezógono. (En la variedad está el gusto y para gustos se hicieron polígonos...)

En fin, qué orgullosa me siento. Gracias a mi esfuerzo y dedicación los resultados han sido excelentes. El profesor que coja mi curso me va a estar eternamente agradecido. Espero que no me los eche a perder ¡que prepararlos tan bien mi trabajo me ha costado!

En septiembre volveré a empezar con un curso de tercero. ¡Qué ilusión! ¡Les voy a enseñar tantas cosas...!

lunes, 7 de julio de 2008

Tres veces grande...

El lunes pasado, 30 de junio, me llevé un tremendo disgusto. ¡El colegio cerraba!

¿Qué iba a ser de mí? ¿Y de mi hipoteca? Rápidamente puse a funcionar mis neuronas para protestar ante tamaña injusticia. Lo primero que hice fue una sentada. Y allí me quedé. Tres cuartos de hora sentada en mi clase. Protestando. Después se me ocurrió encadenarme a la verja de la entrada. ¡Qué buena idea! Y en eso estaba, buscando una cadena bien visible, cuando alguien pasó a mi lado y me dijo ¡Feliz verano!

¿Feliz verano? ¡Cómo es posible! ¡Pero en qué está pensando la gente! ¿Es que nadie se ha enterado de que hay crisis? ¿Una crisis tan grande y tremebunda que hasta cierran los colegios? Terribles pensamientos empezaron a rondar por mi cabeza. Pero pronto me distraje... Un desagradable e intenso picor se apoderó de mí. Más concretamente de mi labio inferior izquierdo. De la boca. Así que, totalmente absorta con mi nuevo problema, huí del colegio en busca de un espejo.

Ya en casa, observé atentamente mi boca. Todo seguía en su sitio. Menos mal... Estaban los labios, los dos..., la lengua, los dientes, el paladar, las encías, la campanilla, ¡hasta estaba toda la piel! ¡Qué alegría! Pero allí, justo debajo de mi labio inferior izquierdo, como quien no quiere la cosa, despuntaba, ladina, una insignificante manchita roja que ardía primorosamente. No le di la menor importancia...

El martes por la mañana me levanté con un labio soberbio, así que me fui a la farmacia a buscar consejo. La farmacéutica, sin más ni más, me dijo que tenía un Hermes labial. ¿Un Hermes? ¡No me lo puedo creer! ¡Tengo un dios en el labio! Qué suerte la mía... Es la primera vez que los dioses me conceden esta gracia. Y es tanta la gracia, que todavía me estoy riendo...

El jueves por la mañana mi Hermes había crecido el triple. Gracias a la pomada que me dieron. ¡Se trataba de un Hermes Trismegisto! ¡Tres veces grande! Orgullosa de mí misma y de mi nuevo aspecto, volví a la farmacia para darles la buena nueva. En la calle todo el mundo me miraba fascinado. Todavía no entiendo por qué la gente se pone silicona en los labios. Si con ponerte un Hermes Trismegisto vas sobrada. ¡Y encima gratis...! En fin, qué bien que me lo pasé sintiéndome tan admirada...

En la farmacia me atendieron tres chicas muy amables. ¡Se quedaron hechizadas con mi labio! Me miraban y cuchicheaban entre sí. Seguro que me estaban envidiando a muerte. ¡No todo el mundo tiene un dios para ella sola! Hasta que de repente, una de ellas me soltó: "Es que tienes las defensas muy bajas..." Me quedé de piedra. ¡Pero qué tendrá que ver...! ¿Las defensas bajas? ¿Yo? Lo que es la envidia... ¡Si mis defensas están muy bien! Ya sé que no soy una niña, pero las tengo en su sitio. ¡Las dos! Y además, ¿qué saben ellas, si nunca hemos ido juntas a la playa? Lo que hay que oír...

Total que me dieron unas pastillas de gelatina roja. No sé... me las estoy tomando, pero mis defensas siguen igual. Las dos... Y mi labio sigue luciendo esa hinchazón tan sexi que ya todas quisieran. Lo único que me falta es aprender a ponerme un Hermes en la otra mitad del labio. Para igualarlo...

Y cuando lo consiga... ¡voy a estar irresistible!

lunes, 16 de junio de 2008

Spaghetti al dente

Llevo unos días fuera de circulación.

No es que me hayan quitado el carné. Todavía... Es que aparte de las tribulaciones propias de un fin de curso cualquiera ¡Valentina ha encontrado a sus padres verdaderos!

La he felicitado cordialmente. Con lo grande que es el mundo... ¡y mira que encontrar a sus padres justo en Canarias! No somos nadie... Y el mundo es una caja de pañuelos. Porque también se ha encontrado a su tía.

Los verdaderos padres de Valentina son dos: un padre y una madre. Y yo, que soy la madre putativa. Aunque también soy bastante casera... Lo que pasa es que todavía ando pensando qué clase de parentesco nos une. ¡Porque a mí no se parecen...! Y menos la tía, que ni siquiera es morena. Y lo que son las cosas, se parecen más bien a Valentina... Pero a lo mejor tenemos un gen en común... Algo tiene que ser, porque si no, no me explico lo de la Cosa Nostra.

En fin, que estamos todos de enhorabuena por tan insólito encuentro. Aunque le voy a decir a Valentina que la próxima vez haga sus investigaciones en otra época, que a final de curso no se puede ir aumentando la familia así como así.

Lo estamos celebrando a base de pasta. Esta noche toca pasta a la marinera... Y es por eso que, de tanto comer espaguetis, no me queda tiempo ni de escribir ni de pasarme por sus casas. Estoy empezando a pensar que me tienen secuestrada. ¡Pero dile que no a la mafia...! Aunque sean de tu misma sangre...

El día que termine de comer, intentaré hacer la digestión. Y después retomaré mi ritmo de visitas. Lo echo de menos... Mientras, le deseo lo mejor a todos los que pasen por aquí.

Bueno... y a los demás también...

martes, 3 de junio de 2008

Aguamarina Golf

El viernes, día de Canarias, nos encaminamos hacia el sur. Gracias a mi inusual sentido de la orientación y cuando sólo llevábamos tres cuartos de hora parados, sospeché que estábamos en un atasco.

¡Había coches de todos los colores! La autopista parecía sembrada de gominolas que avanzaban a paso lento y majestuoso hacia el sur. ¿Será posible? ¡Toda esa gente había nacido el 27 de mayo del 89! Y además... ¡se me estaban adelantando! ¡Y la idea era mía! Así que, desde que logramos desviarnos, cogimos un atajo. Y nos fuimos al sur por el monte... ¡Qué buena idea! La carretera sólo tenía un centenar de curvas, pero a nadie se le ocurrió ir por ahí. ¡Así que los adelantamos a todos! Lo vi desde arriba... Lo que pasa es que ellos iban hacia el sur, y nosotros hacia el Teide. Total...

¡Que se preparen en el hotel! - pensé gozosa - Cuando logre llegar, me resarciré con creces... Hotel de cuatro estrellas, tres piscinas, magníficas instalaciones, pistas de tenis, acceso a una playa, campos de golf... ¡Y todo incluido!

Sobre las tres de la tarde llegamos a ¡Aguamarina Golf! ¡El hotel de cuatro estrellas! ¿Quiénes serían? ¿Alain Delon? ¿Harrison Ford acaso? Recé para que no estuviera Mónica Bellucci, que le encanta a mi no pareja. Y me preparé para conocer en persona a las estrellas más famosas del mundo del cine. ¡A cuatro! Nada más y nada menos... ¡Cómo iba a fardar el lunes en el cole! El viernes cené con Jack Nicholson y el sábado tomé café con Robert de Niro. Ya me veía conversando animadamente con Susan Sarandon o tomando el té con Julia Roberts.

En fin, que llegamos al hotel... Lo primero que me sorprendió agradablemente fue el aparcamiento. Era un aparcamiento con toda la tierra incluida. Como los descampados, pero con más baches. Qué entrañable. Supuse que el aparcamiento de verdad estaría lleno con los coches de las estrellas. Así que no le di importancia y me dispuse a hacer mi entrada triunfal en el hotel. Ya en recepción nos atendió un señor con media mueca que nos sacó una foto. Por si nos perdíamos... Y a partir de ese momento la política del todo incluido se apoderó de mí.

¡Qué maravilla! ¡La piscina tenía toda el agua incluida! Lo mismo pasaba con la habitación, que era con camas incluidas. Además, la habitación también incluía todo el baño, paredes, cortinas y tele, con mesa incluida. Las sábanas incluían algún agujero, para que se viera bien que el colchón era de calidad. La calidad del colchón no estaba incluida. Había un chiringuito a modo de cafetería que era adorable. Además de tener techo, ofrecía una amplia variedad de papas fritas congeladas y papas congeladas fritas, con ketchup y plato incluido. Y para mi asombro, también había una cafetería interior que servía café de máquina y refrescos de grifo, ¡con todo el vaso incluido!

Este maravilloso hotel tenía incluido el acceso a una playa. Y la playa tenía incluidas unas rocas tan grandes y maravillosamente duras que no las probamos. El mini golf incluía un palo para todo el hotel, porque el segundo estaba roto, pobres... Y naturalmente las únicas dos pelotas, aparte de las del dueño, también estaban incluidas. El billar tenía las bolas incluidas, pero estaban tan dentro que no las vimos. Y el futbolín estaba incluido en el "todo fuera de servicio", igual que las dos piscinas restantes. El buffet tenía la comida incluida en bandejas y su calidad era igual a la del colchón. ¡Y las pistas de tenis incluían red! Lástima que el todo incluido empezaba a las once de la mañana y acababa a las once de la noche... Que si no...¡me pongo las botas!

Total, que lo único que no estaba incluido en este hotel eran las cartas, que pertenecían a la categoría del "todo robado". Así que las compramos, porque las instalaciones eran demasiado bonitas como para usarlas. ¡Que las íbamos a gastar...! Y como el sol salió el domingo, nos pasamos el fin de semana viendo la tele, jugando a las cartas y admirando la vegetación del hotel, con sus hojas incluidas y todo.

Por mucho que busqué, no vi a ninguna estrella. A lo mejor me equivoqué y era un hotel de cuatro velas. Vaya usted a saber... Lo cierto es que llevo dos días pensando si "timo" y "estafa" significan lo mismo. Porque de ser así, el hotel Aguamarina Golf puede añadir estas palabras a su todo incluido.

Y un último consejo: Si vienen... ¡no vayan!

lunes, 26 de mayo de 2008

De tal palo...

Mañana, si todo marcha según lo previsto, ¡es el cumpleaños de mi hija!

Son diecinueve añotes. Casi nada... Pero lo ha logrado. ¡Ha superado la mayoría de edad! Y yo me pregunto: ¿A qué médico se le ocurrió decir que a los dieciocho se es tan mayor? ¡Qué barbaridad! Todavía a los veintiuno, como antes... ¡Pero mira que son alarmistas los médicos!

Pues me parece que el que lo dijo se equivocó. Conozco a mucha gente, yo misma sin ir más lejos, que hemos superado con creces la edad estipulada ¡y todavía estamos vivos...! ¡Qué suerte! Yo creo que tengo la mayoría absoluta. Y desde entonces vivo de estraperlo. Pero mi hija, para ser tan mayor de edad, sí que lo lleva bien. Ni canas, ni arrugas, ¡y tiene todos los dientes! Es un gusto...

He estado dudando si regalarle un bastón o un plan de pensiones. A estas alturas de la vida todo cuidado es poco. Pero al final he decidido sorprenderla con un fin de semana en un hotel. Qué menos para una fecha tan señalada... Iremos todos. Mi hija, Valentina, mi no pareja y yo. Los cuatro ya somos bastante mayores de edad, así que nos vendrá bien un buen descanso.

En fin, que me siento muy orgullosa de tener una hija tan vieja y resistente. Casi casi como yo. Si es que ya se sabe... ¡de tal palo, no le pidas peras...!Para Dana: ¡Felicidades linda, te quiero más que siempre pero menos que nunca!

martes, 20 de mayo de 2008

Vuelva usted mañana

¡Desde luego! Éstos de la Universidad italiana no se enteran de nada.



Tantas prisas con los papeles y ahora resulta que pusieron las fechas mal y no sirven. ¡Menos mal que estoy yo para resolverlo todo...! El día que mi jefe me dio el contrato de Valentina me puse tan contenta, que, cansada de tanto papel y creyendo que era una fotocopia más, lo hice pedazos y lo tiré a la basura.

Cuando Valentina me pidió el contrato original para mandarlo a Italia por correo, no supe de qué me estaba hablando. Así que la mandé al abogado del colegio y le hizo un precioso certificado. ¡Y además de precioso era muy original! Para que vean los italianos que aquí en Canarias nos esmeramos. Ellos nos piden uno original y nosotros le mandamos uno precioso. Se me hace la boca agua de solo pensarlo...

Lo que no entiendo es por qué no les sirvió. ¡Si el que tiene boca se equivoca! Y ellos también tienen boca... Pero claro, como Italia es la cuna del arte, a lo mejor es que nos faltó adjuntar un autorretrato, o un bodegón... No sé...

Lo cierto es que nos mandaron un correo diciendo que todo estaba mal. El contrato de ellos y el nuestro. Y que si no se arreglaba pronto, Valentina se iba a quedar sin beca. ¡Pero a mí no me engañan! ¡Lo que quieren es quitarme a Valentina! ¡Las cosas no se hacen así, hombre! Seguro que los papeles de la Lewinsky no estaban del todo en regla. Y sin embargo nadie abrió la boca. Bueno, ella sí. Y encima, se equivocó...

En fin, que gracias a mí, pudimos arreglar hoy los papeles. Eso creo... De no haber roto el contrato ¡a ver cómo le explico yo a mi jefe que los italianos se habían equivocado! Subí las escaleras del despacho sintiéndome Mafalda ante un plato de sopa. Pero total, después de haberle hecho firmar tropecientos papeles, ¡tres más, qué más da...!

Le expliqué, cariacontecida, que los italianos habían cometido un error con las fechas, que teníamos que arreglarlo nosotros y que además, en un ataque de júbilo, yo había hecho trizas el contrato original para mayor escarnio de las huestes.
- Que si no te importa repetirlo. - Terminé.

Mi jefe es de pocas palabras. Pero de firma rápida. Lo que hace la experiencia... Y teniendo en cuenta que a las tres de la tarde de hoy Valentina y yo no teníamos nada, ahora puedo decir con orgullo que he logrado arreglar tan penosa situación. Tengo a los italianos en mis manos. Los dos contratos están en mi poder. Y ellos sólo tienen que aceptarlos...

Pero esta vez voy a pintar, al lado de la firma, una escena campestre. ¡Se van a quedar contentísimos! Menos mal que a Valentina le toqué yo de tutora...

lunes, 12 de mayo de 2008

Cuando la vida te da sorpresas...

... sorpresas te da la vida.

Estoy muy cansada. Pero mucho. Lo noto por la resistencia que opone mi cuerpo al despertador. A las siete de la madrugada soy un cuerpo inerte y aerofantástico. Un mineral. Y por mucho que me empeñe, no lo puedo evitar. Pero lo malo no es eso... ¡Ya todo fueran inercias! Lo verdaderamente preocupante es cuando mi hija, con voz firme y despejada, me grita: ¡Levántate, que tienes que ir al colegio!

Me suena haber vivido eso antes... ¡Pero no sé en qué momento! A lo mejor es un simple dèjá vú... Se lo preguntaré mañana. Aunque yo no sé hablar francés, por tanto, es altamente improbable que me ocurra algo en ese idioma... ¡Todavía si fuera en italiano, o en inglés! Pero me da que allí no existen esas cosas. He llegado a la conclusión de que los franceses son los más paranormales de todos.

Lo que sí está claro es que estoy en pleno fenómeno extranatural. Con el miedo que me dan esas cosas... ¡y mira que pasarme justo a mí! Creo que me estoy convirtiendo en la mujer menguante. Y un día de éstos, cuando menos me lo espere, va a aparecer mi hija para darme el biberón. ¡No es justo! Con lo que me ha costado crecer...

Me iré al limbo de un momento a otro. Sin despedirme. Porque no sabré hablar... y además, tendré la chupa puesta. ¿O volveré a París con la cigüeña para aprender a decir glace de chocolat? Sólo espero que allí las cunas sean de látex. ¡A ver si consigo dormir de una vez! Y regresaré a mis orígenes contenta, porque mi vida ha sido un deceso de virtudes.

En otro orden de cosas, yo misma no me he portado mal del todo. Y en especial con los italianos. Todo empezó cuando una italiana, amiga de un amigo, le pidió un favor: enviar una becaria de Erasmus para hacer prácticas en mi colegio. Yo sólo tenía que preguntar si interesaba. Me sentí sumamente dichosa. Una preguntita de nada y mi buena acción del día estaría resuelta. ¡Qué menos que preguntar! ¡Faltaría más! Y los jefes me dijeron que sí...

Qué alegría. No sé ni cómo ni cuándo, pero desde febrero estoy inmersa en el más regocijante y prolijo papeleo. Primero me llegó un contrato en inglés. Después uno en italiano. Más tarde hizo falta una firma electrónica del jefe. Se envió. La firma no sirvió, tenía que ser manufacturada como las de siempre. Una vez enviada la firma hizo falta el sello. Se envió el sello, la firma y el contrato. Pero hacía falta un tutor. La tutora, obviamente, tenía que ser yo. Porque todos los italianos de esta isla están en la playa o pendientes de juicio. Pero entonces hizo falta un contrato laboral. Resuelto el tema del contrato, había que encontrar alojamiento porque Valentina estaba a punto de llegar.

Valentina está en mi casa desde hace un par de días. Y aquí se quedará si, durante los próximos tres meses, no encuentra un lugar donde vivir. Y yo me pregunto: ¿No era sólo una pregunta...? ¿En qué preciso instante me perdí? Gracias a mis compatriotas y al señor Erasmus tengo el cupo de mis buenas acciones saturado. Lo que pasa es que ahora, por las mañanas, hay dos voces que me gritan con voz firme y despejada: ¡Levántate, que tienes que ir al colegio! Mi fin está próximo, lo intuyo.

Y es por eso, que de tanto hacer el bien, no me queda casi tiempo de escribir ni comentar. Pero no importa. Alguien me las pagará. Mis buenas acciones...


PD.- Valentina es un encanto.

sábado, 3 de mayo de 2008

Nanini

Desde niña, amo a los animales.
...
De fauna...

¡Pero es que me gustan todos! Los cánidos, los félidos, los úrsidos, los púlpitos. Me encantan los equinos, los caninos, los gatunos, los ratunos. Los ávidos, los lóridos, los péscidos, los bóvidos, los lamelibranquios. Menos los bicéfalos y las cucarachas... todos son bonitos. En fin, lo mío sí que es zoofilia. Tampoco me gustan las escolopendras.

Uno de los animales que recuerdo con más cariño fue el último gato que tuve. Nanini. Como el ciclista... Nanini y yo vivimos apasionantes aventuras. Fue mi gato favorito. Hasta que un día se le ocurrió dar a luz a ocho. Gátidos. Desde entonces lo llamé Nanina... Hay que ver. Qué escondido se lo tenía... ¡No te puedes fiar ni de tu propio gato!

Todavía recuerdo la tarde en que Nanini me dio una sorpresa. No era mi cumpleaños. Pero le dio igual. Las sorpresas son sorpresas cuando no tienen motivo. Y aquel día, Nanini, me sorprendió.

Recuerdo subir la cuesta hacia mi casa en pletórica agonía. Reptaba cuesta arriba con mi habitual aspecto: bolso al hombro, libros en mano, carpeta bajo el brazo, varias bolsas de la compra colgando en las muñecas, abrigo en equilibrio sobre el hombro izquierdo, pañuelo enroscado en el bolso. Y en el dedo índice, derecho como una escopeta, enganchadas las llaves, que, por puro capricho, solía guardar allí.

Y por fin llegué. La casa era terrera, así que con una rodilla abrí la cancela. Apoyé las bolsas en el suelo, dejé los libros en el alféizar, recuperé mi abrigo que había perdido el equilibrio, sacudí la mano para poder coger las llaves y, con gesto triunfal, las introduje en la cerradura. La puerta se abrió lentamente.

La Naturaleza me llamó en ese instante, y en lugar de entrar, giré la cabeza hacia el campo justo enfrente de mi casa. Qué maravilla. El silencio, el verde, el cansancio, el sofá. Cuando de repente salió, de entre los arbustos, Nanini. Mi gato favorito, que al verme llegar acudía solícito a saludarme. Así da gusto llegar a casa. Me quedé en la puerta, con mi más reconfortante sonrisa, viendo como Nanini venía corriendo hacia mí con una flor en la boca. ¡Qué tierno mi gato! ¡Gitano!

¿Pero qué flor era ésa? ¿Un Tulipán Negro acaso? Cerré los párpados intentando aguzar la vista, me encogí para alcanzar su altura... La flor era exótica. Tenía tallo. ¡Y el tallo se movía! Empecé a repasar rápidamente la amplia lista de flores con tallo móvil archivadas en mi memoria. Y en ese trance estaba, cuando Nanini se coló entre mis piernas, entró como una flecha en casa, abrió la boca y soltó algo que empezó a correr a la velocidad de la luz, como ratón que se lleva el gato.

Tardé muy poco en darme cuenta. Era una bola de pelo gris, orejas grandes, bigotes largos, ojos negros y redondos, rabo descomunal, gritaba algo así como "oink, oink", ¡y estaba viva! ¿Pero qué clase de flores se cultivan en Canarias? ¡Vaya sorpresa! A pesar de todo reaccioné con elegancia. Cerré la puerta de un golpetazo, me alisé el cabello que se había puesto de punta y, con rencor visceral hacia mi gato, me quedé traspuesta detrás de la ventana viendo cómo, dentro de mi casa, Nanini jugaba al gato y el ratón con mi Tulipán Negro.

Esa tarde aprendí cómo se pone las botas un gato. Y al anochecer, cuando la primera gota de lluvia cayó en mi nariz, entendí plenamente aquel proverbio que dice: "De fuera vendrá quien de casa te echará..."