domingo, 27 de enero de 2008

Volare, oh oh, cantare, oh oh oh oh

El otro día me levanté más espabilada de lo normal. Que yo esté lúcida, avispada y despierta por la mañana es tremendamente preocupante. Así que por la tarde me fui al médico.

Mi doctora me hizo un examen. Yo creo que aprobé con nota porque no me mandó a repetir. Y cuando terminó me dijo que tenía la tensión alta. ¡La tensión alta! ¡Qué alegría! Tuve que reprimir las ganas de aplaudir, sólo me reí, hice un par de piruetas y me volví a sentar.

La tensión alta. No me lo puedo creer. O sea, que tiendo a estar arriba... ¡Tengo tendencia a volar! Este nuevo poder sí que no me lo esperaba. Se sale de todos mis pronósticos. Siempre he deseado saber volar. Y ahora mis sueños se han hecho realidad. ¡Qué suerte tengo!

Los médicos son buena gente, pero yo creo que se complican la vida. ¡Mira que mandarme unas pastillas para bajar mi tendencia! No quiero pensar mal, pero es muy probable que todo sea por envidia. Ya quisiera ella volar como yo...

Además me mandó una batería de pruebas impresionante. Y aunque yo prefiera el saxo, ya empecé a hacérmelas. Total... Primero me mandó al médico del corazón. No sé qué tendrá que ver el amor con las alturas, pero bueno, yo fui. Como era de esperar, mi corazón late. Y por si fuera poco, a ritmo de mazurka. Claro, ¡con todos los repuestos que me regaló mi hija!

Después me miraron el fondo de ojo. ¡No vaya a ser que mientras esté volando me confunda de azotea y aterrice en otro lado! Así que me dilataron las pupilas, jugaron un rato más conmigo y cuando nos cansamos me dejaron ir. No sé en qué recóndito rincón tengo alojado al niño de mis pupilas porque, por mucho que me esforcé, no lo vi por ningún lado. Y eso que parecía un gato de noche de tan grandes que tenía las pupilas. Pero como de noche todos los gatos son pardos, me tuve que poner mis gafas de sol para poder distinguir un taxi de una ambulancia.

En fin, que mi vista telescópica también está en perfecto estado. Así que han llegado a la conclusión de que mi tendencia a volar es meramente emocional, tanta es la emoción que siento al pensarlo. Yo me alegro, porque sólo se trata de síntomas claramente paranoides, lo cual encaja con mi ingrávida personalidad. Así que la pastilla para la tendencia no me la tengo que tomar.

Y ahora que está todo bien clarito, voy a aprovechar este nuevo don y empezaré con mis despegues de un momento a otro. Aunque mejor espero a que llegue la primavera, porque en invierno tiene que hacer bastante frío allá arriba. Pero en verano pienso ir todos los días a la playa volando. ¡Y sin problemas de aparcamiento! Y yo que tenía pensado comprarme una alfombra voladora en Marrakech... ¡Pues ya no la necesito! En su lugar me voy a comprar una jaima.

Sólo me queda una duda. Después de mis experiencias eléctricas ¿seré una mujer de tensión alta o de alta tensión? Y en este mágico momento de mi vida ¿seré una mujer de altos vuelos o de alto riesgo? Da igual, sea lo que sea, seguiré midiendo lo mismo.


PD.- No sé si tendré tiempo de volver a escribir porque voy a estar muy ocupada aprendiendo árabe. Lo que sí haré será visitarles durante esta semana. Cuando me recupere del desierto escribiré sin falta mis gestas en un post con nombre de película, "Zafferano en Marrakech".
¡Hasta pronto!

lunes, 21 de enero de 2008

...y reflexionando

Esto de cumplir años sólo ocurre una vez al año. Lástima... Ya podría pasar con más frecuencia.

Total, qué más da... Es igual que con la gasolina. La gente se queja de que sube, pero a mí no me engañan. Llevo años poniéndole 20 euros, así que el precio es el de siempre. Y nadie me ha dicho que tengo que ponerle más... Pues lo mismo pasa con los cumpleaños. Por mucho que cumplas, si te empeñas, es como si tuvieras 20 años, pero sabiendo el triple. Como yo.

Los veinte que cumplí este año han sido fantásticos. Todo el mundo se acordó de felicitarme. Menos los chinos. Pero eso sí, ni siquiera tuve que hacer llamaditas el día anterior. ¡Se acordaron ellos solos! No salgo de mi asombro.

Aquel día alguien me despertó a la mítica hora de las siete de la madrugada con un montón de regalos. Mi cuerpo astral se sentó en la cama y empezó a abrir los paquetes. Mientras, yo seguía tendida, con los ojos semiabiertos, intentando ponerme en situación. No podía ser ninguno de los reyes porque no tenía barba. Y además ¡me llamaba mami...! ¿Quién sería a esas horas?

Fuera quien fuese, desapareció. Y yo me quedé allí sentada, rodeada de papeles y entre otras cosas, un cucurucho transparente lleno de corazones de pasta roja entre las manos. ¡Qué suerte!¡Corazones de repuesto! Preparé la pasta el mismo día y compartí los repuestos con mi hija. Qué menos. Desde aquel instante tengo la absoluta certeza de que por muchos sustos que me lleve, nunca me dará un infarto...

El niño de mis pupilas, mi no pareja, me dio dos viajes. De avión... Uno en carnavales y otro en Semana Santa. O sea, que no voy a descansar nunca. Pero no importa, me ha hecho muy feliz. Del segundo ya no me acuerdo, pero el primero es, nada más y nada menos, que a la isla de Marruecos. ¡En el archipiélago africano! Qué bien. Nunca he salido del europeo. No sé cómo agradecérselo. Bueno, sí.

A falta de documentarme y por lo poco que sé, creo que Marruecos viene de "maracas", y en especial la metrópoli donde vamos a ir, Marrakech. Por tanto los isleños de allí tienen que estar todos como una maraca, lo cual me satisface positivamente porque voy a pasar desapercibida.

Creo que salimos el lunes cuatro. O el día cuatro, que es un lunes, no estoy segura. Así que, como tengo tiempo, le voy a dar una sorpresa a mi no pareja y estos días voy a aprender árabe. Pero hablado, porque escrito es algo complicado y se confunde con las instrucciones para hacer ganchillo. Me voy a leer "Las Mil y Una Noches" de un tirón. Ya sé decir Aladín, Alí Babá y A la Bim-bom-ba. ¡Qué contento se va a poner cuando se lo diga al recepcionista del hotel...!

Dicen que allí para hacer una buena compra hay que regatear. No sé cómo lo voy a hacer, porque los barcos me marean y eso de las regatas no es lo mío. Tengo que apuntar sin falta en la lista de lo que llevo una caja de biodraminas, a ver si así me voy de compras sin que me den náuseas.

Pero lo que más me preocupa es que algún marraqueño se encapriche conmigo y me quiera cambiar por un par de camellos. O más... Todavía no sé cuánto valgo al cambio. Menos mál que mi no pareja ya tiene perro. Además, tampoco sabe montar en camello, creo. Y los reyes ya pasaron. Sólo espero que no se acuerde de eso de "A camello regalado..."

No voy a estirarme más porque empieza a dolerme el cuerpo de tanto reflexionar. Me merezco un buen descanso.

A mi niña y a mi niño, que sé a ciencia exacta que me leen, gracias por tantas cosas. Y a todos ustedes también, por acordarse de mi cumple a pesar de no haber usado el teléfono.

martes, 15 de enero de 2008

Analizando

A estas alturas del año es sano y prudente hacer un análisis profundo del tiempo transcurrido. Voy a elegir al azar, así que hablaré de enero.

Lingüísticamente hablando, es un mes sorprendente. Enero tiene tres sílabas, no lleva tilde y es llano, porque la tónica es la penúltima y termina en vocal. Además empieza por "e", la segunda de todas las vocales. Por tanto es un mes irrepetible porque no hay ningún otro que empiece así. También tiene cinco letras, a cuál más bonita. Y, por si fuera poco, es un sustantivo masculino que empieza por "en-" y termina en "-ero", por lo que rima con muchas otras palabras. Por ejemplo "camionero" o "sepulturero".

Desde un punto de vista matemático, enero tiene 31 días, hecho que lo convierte en uno de los meses más largos de este año. Sus semanas, que son cuatro y pico, tienen todas siete días y pico. Pico más pico menos... Además se le conoce como el 1º, el 1, el o1, ó internacionalmente, the first. No voy a perder el tiempo calculando sus horas, minutos y segundos. Baste decir que son incalculables...

Enero es un mes astronómico. Tiene cuatro Lunas, todas distintas, y un único Sol, que sale cuando le da la gana. A pesar de todo también tiene estrellas y algún que otro planeta alrededor. Enero es Capricornio, por tanto es un mes reflexivo y prudente, tiene paciencia y hasta es cauteloso cuando hace falta.

Geográficamente es el mes más empinado. Famosa en todo el mundo, su "Cuesta de Enero", se viene escalando desde tiempos inmemorables, siendo pocos aquellos que han logrado llegar ilesos a la cima.

Es un mes muy metafísico y espiritual. Tan grande es su influencia sobre los humanos que consigue que todo suba. Bueno, casi... Y así, sin darnos cuenta, todo empieza a levitar. La gasolina, la luz, los alquileres... Y todo el mundo se vuelve loco intentando alcanzar la cesta de la compra, que también sube. El sueldo no. El sueldo se queda en su sitio. ¡Hasta feo estaría que se nos fuera de las manos! Y además, para qué va a subir... ¡si hay rebajas!

Para días de fiesta, enero. Tenemos unos cuantos domingos, el día de Año Nuevo, el día de Reyes, el 30 de enero que es día de La Paz. Y este año la bomba, el 31 empiezan los carnavales. Qué maravilla de mes, si nos ponemos a contar ¡es que casi no se trabaja! Todos los días deberían de ser enero...

Termino este acertado y recalcitrante análisis del mes destacando un hecho singular e intrastocable. Mañana, 16 de enero del año que nos ocupa, es mi cumple. ¡Y no sé en qué apartado ponerlo!

martes, 8 de enero de 2008

Ama, no dueña.

Tengo una hermana que es un sueño. No le da la noche para descansar. Pobre...

Después de mucho pensar decidió hacerse ama de casa. Así que ahora tiene cuatro hijas y un marido. Que yo sepa...

Las niñas son unos soles. ¡Así la tienen de quemada! Raquel, la mayor, es la más sensata. Tiene una visión de futuro admirable para su edad. Se pasa el día practicando relaciones públicas. Con sus amigas. Seguro que dentro de unos años va a sacar matrícula.

Inés, la segunda, va a ser veterinaria. Le encantan los animales. Su animal preferido es el gato. Ya ha desplumado unos cuantos. Y los gatos sienten la misma animadversión contra ella. Tiene el futuro asegurado. Los gatos no...

Eva, la tercera, va a ser Miss. Todavía no tiene claro de qué país, pero todos los días ensaya delante del espejo. E Irene, la cuarta, será cantante de tan potente que tiene la voz. Como todavía es pequeña practica tirando copas al suelo. Pero estoy segura de que cuando crezca no habrá cristal que se resista a su Do de pecho.

Hubo un tiempo en que la envidia hacia mi hermana me corroía. Era una envidia insana, todo sea dicho... Yo tenía jefe y ella no. Qué injusta era la vida. Hasta que un día me di cuenta de que mi hermana bañaba a las niñas de dos en dos para poder cenar. ¡Y a pesar de eso le faltaba tiempo!

A partir de entonces me enmendé y aprendí que cenar sentada es todo un lujo. Que la envidia no sirve para librarse de los jefes. Y también aprendí a admirar a mi hermana.

Como todos los años, pasé estas navidades en su casa. Qué suerte tener una hermana como yo. Cada vez que voy intento ayudarla en su trabajo, distraerla con mi amena conversación y darle todo el apoyo moral posible. Y esta vez no fue menos.

Desde que llegué me senté en la cocina y empecé a mirarla fijamente. ¡Qué bien hace de comer mi hermana! Se lo dije muchas veces y sé que le gustó. También dejé que pusiera la mesa, porque es una experta. Cuando todo estuvo en su sitio entré en acción. Primero rodé los vasos hacia la derecha. Después volví a doblar las servilletas. Cambié de sitio la cesta del pan. Le di la vuelta a un tenedor que estaba al revés. Puse el salero al otro extremo de la mesa. Le quité el sitio a mi cuñado. Recogí con un dedo unas miguitas de pan y llamé a las niñas para que vinieran a comer. Qué bien me sentí. Mi hermana no dijo nada, pero su silencio vale más que mil palabras...

Lo mejor fue intentar hablar con ella. Cuando menos lo esperaba desaparecía. Si yo estaba en la sala ella estaba en la solana doblando ropa. Cuando yo llegaba a la solana ella estaba en el dormitorio colocándola en los armarios. Cuando por fin llegaba al dormitorio ella estaba limpiando el baño. Y cuando yo llegaba al baño, había vuelto a la cocina para hacer de comer. ¡No nos cruzamos ni una vez! Y así estuvimos todo el tiempo. Jugando al escondite. ¡Nos lo pasamos de bien!

Después de mucho meditar y teniendo en cuenta lo vivido, además de admirar más a mi hermana he llegado a una indescifrable conclusión: el ama de casa no es dueña, sino ama. Y mucho. Porque si no... no me lo explico.

A Patricia. Si algún día tienes tiempo y me lees, te quiero linda.