El otro día me levanté más espabilada de lo normal. Que yo esté lúcida, avispada y despierta por la mañana es tremendamente preocupante. Así que por la tarde me fui al médico.
Mi doctora me hizo un examen. Yo creo que aprobé con nota porque no me mandó a repetir. Y cuando terminó me dijo que tenía la tensión alta. ¡La tensión alta! ¡Qué alegría! Tuve que reprimir las ganas de aplaudir, sólo me reí, hice un par de piruetas y me volví a sentar.
La tensión alta. No me lo puedo creer. O sea, que tiendo a estar arriba... ¡Tengo tendencia a volar! Este nuevo poder sí que no me lo esperaba. Se sale de todos mis pronósticos. Siempre he deseado saber volar. Y ahora mis sueños se han hecho realidad. ¡Qué suerte tengo!
Los médicos son buena gente, pero yo creo que se complican la vida. ¡Mira que mandarme unas pastillas para bajar mi tendencia! No quiero pensar mal, pero es muy probable que todo sea por envidia. Ya quisiera ella volar como yo...
Además me mandó una batería de pruebas impresionante. Y aunque yo prefiera el saxo, ya empecé a hacérmelas. Total... Primero me mandó al médico del corazón. No sé qué tendrá que ver el amor con las alturas, pero bueno, yo fui. Como era de esperar, mi corazón late. Y por si fuera poco, a ritmo de mazurka. Claro, ¡con todos los repuestos que me regaló mi hija!
Después me miraron el fondo de ojo. ¡No vaya a ser que mientras esté volando me confunda de azotea y aterrice en otro lado! Así que me dilataron las pupilas, jugaron un rato más conmigo y cuando nos cansamos me dejaron ir. No sé en qué recóndito rincón tengo alojado al niño de mis pupilas porque, por mucho que me esforcé, no lo vi por ningún lado. Y eso que parecía un gato de noche de tan grandes que tenía las pupilas. Pero como de noche todos los gatos son pardos, me tuve que poner mis gafas de sol para poder distinguir un taxi de una ambulancia.
En fin, que mi vista telescópica también está en perfecto estado. Así que han llegado a la conclusión de que mi tendencia a volar es meramente emocional, tanta es la emoción que siento al pensarlo. Yo me alegro, porque sólo se trata de síntomas claramente paranoides, lo cual encaja con mi ingrávida personalidad. Así que la pastilla para la tendencia no me la tengo que tomar.
Y ahora que está todo bien clarito, voy a aprovechar este nuevo don y empezaré con mis despegues de un momento a otro. Aunque mejor espero a que llegue la primavera, porque en invierno tiene que hacer bastante frío allá arriba. Pero en verano pienso ir todos los días a la playa volando. ¡Y sin problemas de aparcamiento! Y yo que tenía pensado comprarme una alfombra voladora en Marrakech... ¡Pues ya no la necesito! En su lugar me voy a comprar una jaima.
Sólo me queda una duda. Después de mis experiencias eléctricas ¿seré una mujer de tensión alta o de alta tensión? Y en este mágico momento de mi vida ¿seré una mujer de altos vuelos o de alto riesgo? Da igual, sea lo que sea, seguiré midiendo lo mismo.
PD.- No sé si tendré tiempo de volver a escribir porque voy a estar muy ocupada aprendiendo árabe. Lo que sí haré será visitarles durante esta semana. Cuando me recupere del desierto escribiré sin falta mis gestas en un post con nombre de película, "Zafferano en Marrakech".
¡Hasta pronto!
Mi doctora me hizo un examen. Yo creo que aprobé con nota porque no me mandó a repetir. Y cuando terminó me dijo que tenía la tensión alta. ¡La tensión alta! ¡Qué alegría! Tuve que reprimir las ganas de aplaudir, sólo me reí, hice un par de piruetas y me volví a sentar.
La tensión alta. No me lo puedo creer. O sea, que tiendo a estar arriba... ¡Tengo tendencia a volar! Este nuevo poder sí que no me lo esperaba. Se sale de todos mis pronósticos. Siempre he deseado saber volar. Y ahora mis sueños se han hecho realidad. ¡Qué suerte tengo!
Los médicos son buena gente, pero yo creo que se complican la vida. ¡Mira que mandarme unas pastillas para bajar mi tendencia! No quiero pensar mal, pero es muy probable que todo sea por envidia. Ya quisiera ella volar como yo...
Además me mandó una batería de pruebas impresionante. Y aunque yo prefiera el saxo, ya empecé a hacérmelas. Total... Primero me mandó al médico del corazón. No sé qué tendrá que ver el amor con las alturas, pero bueno, yo fui. Como era de esperar, mi corazón late. Y por si fuera poco, a ritmo de mazurka. Claro, ¡con todos los repuestos que me regaló mi hija!
Después me miraron el fondo de ojo. ¡No vaya a ser que mientras esté volando me confunda de azotea y aterrice en otro lado! Así que me dilataron las pupilas, jugaron un rato más conmigo y cuando nos cansamos me dejaron ir. No sé en qué recóndito rincón tengo alojado al niño de mis pupilas porque, por mucho que me esforcé, no lo vi por ningún lado. Y eso que parecía un gato de noche de tan grandes que tenía las pupilas. Pero como de noche todos los gatos son pardos, me tuve que poner mis gafas de sol para poder distinguir un taxi de una ambulancia.
En fin, que mi vista telescópica también está en perfecto estado. Así que han llegado a la conclusión de que mi tendencia a volar es meramente emocional, tanta es la emoción que siento al pensarlo. Yo me alegro, porque sólo se trata de síntomas claramente paranoides, lo cual encaja con mi ingrávida personalidad. Así que la pastilla para la tendencia no me la tengo que tomar.
Y ahora que está todo bien clarito, voy a aprovechar este nuevo don y empezaré con mis despegues de un momento a otro. Aunque mejor espero a que llegue la primavera, porque en invierno tiene que hacer bastante frío allá arriba. Pero en verano pienso ir todos los días a la playa volando. ¡Y sin problemas de aparcamiento! Y yo que tenía pensado comprarme una alfombra voladora en Marrakech... ¡Pues ya no la necesito! En su lugar me voy a comprar una jaima.
Sólo me queda una duda. Después de mis experiencias eléctricas ¿seré una mujer de tensión alta o de alta tensión? Y en este mágico momento de mi vida ¿seré una mujer de altos vuelos o de alto riesgo? Da igual, sea lo que sea, seguiré midiendo lo mismo.
PD.- No sé si tendré tiempo de volver a escribir porque voy a estar muy ocupada aprendiendo árabe. Lo que sí haré será visitarles durante esta semana. Cuando me recupere del desierto escribiré sin falta mis gestas en un post con nombre de película, "Zafferano en Marrakech".
¡Hasta pronto!