El jueves, cuando llegué a casa, me esperaba una carta. ¡Y no era una factura!
En el lindo sobre se leía: Gobierno de España. ¡Gobierno de España...! ¡Ya era hora! Con lo bien que gobierno mi casa y mi clase ¡qué menos que practicar con el gobierno de la nación! Me quedé encantada con el encargo. ¿Por dónde empezaría? ¿Por las esquinas, o barriendo debajo de la alfombra? No sé. Lo único que tenía claro es que iba a mandar mucha tarea.
Cuando abrí el sobre me llevé otra sorpresa. La carta empezaba diciendo "Vida Laboral". ¡Era mi vida! ¡Mi vida en una carta! ¿Pero cómo iba a caber mi vida en dos hojas? Seguro que habían usado un archivo comprimido, que si no... Y además, qué poco gusto. Con todos los adjetivos que existen, poner que mi vida es laboral... No lo entiendo. Yo habría puesto "Vida fantástica", "Vida maravillosa", "Vida disipada"... O por lo menos "Vida alegre", que es más divertida. Pero laboral... ¡Qué poca imaginación!
Me quedé pensando que todavía no había escrito mi autobiografía. ¿Qué clase de espías me estaban siguiendo? ¿Cómo es posible que publicaran mi vida? ¡Si yo no tengo espónsor! Con estas tremendas dudas, empecé a leer. Mi vida se resumía a unos cuantos números y otras tantas fechas. ¿Y ya está? ¿Con todo lo que he colaborado? Y además, en una columna me daban de baja y de alta varias veces. Enseguida comprendí que era un error. Tengo una estatura normal, más de un metro, como todo el mundo... Pero no creo que se me pueda dar de baja. ¡Ni de alta! Soy mediana... Metro más, metro menos...
Suerte que en una esquina ponía: "Si tiene problemas con su vida llame al 901502050, Tesorería General de la Seguridad Social". ¿Que si tengo problemas con mi vida? Qué amables... ¡Y qué altruistas! Con razón se llama Seguridad Social... Al instante me sentí muchísimo más segura socialmente, hice un breve resumen mental de mis problemas, cogí el teléfono y marqué el número. Me contestó una dulce voz femenina. Intenté contarle mi vida, pero se conoce que en ese momento estaba muy ocupada, porque no me dejó. Sólo habló ella, la pobre, y por lo que entendí los problemas de la vida se arreglaban apretando el cuatro. ¡Qué número tan mágico! Como si fuera el siete. ¡Le das al cuatro y ya está! ¡Tu vida se soluciona!
Rápidamente apreté el cuatro. Un señor contestó al instante. ¡Debía ser el Tesorero! ¡El Tesorero General! Qué emocionante esto de tener teléfono. Te puedes comunicar con quien quieras. ¡Hasta con los Reyes si hace falta! O con Papá Noel... Total, que hice un par de reverencias al auricular y empecé a contarle mis problemas. Pero el Tesorero me dijo que por ser de Canarias tenía que haber apretado el tres. ¡Lógico...! Estuvo un segundo charlando amigablemente conmigo y colgó. Con toda su educación.
Sin pensarlo dos veces y haciendo gala de mi obediencia innata, dejé pasar cinco minutos, marqué ¡y volví a apretar el cuatro! Esta vez me salió la mujer del Tesorero, muy amable. Y aunque fuera de Canarias me atendió igual. Le conté rápidamente mis problemas de estatura y, ya que estaba, aproveché y le dije que mi hija no recoge su habitación, que los niños de este año hablan demasiado, que la luz de la escalera está fundida, la lavadora no centrifuga bien, la impresora nueva no funciona, que tengo gripe, que mi coche hace ruidos raros, que el banco no abre los sábados y así. Total, que le dije casi todo. Casi... ¡Y con música clásica de fondo!
Justo cuando acabó la melodía, la mujer del Tesorero me dijo que estaba todo listo. ¡Cuánta coordinación! Dentro de tres semanas recibiré una carta con los problemas de mi vida resueltos. ¡Qué bien! ¡Y qué fácil! Estos Tesoreros son un tesoro. ¡Mira que dedicarse a resolver vidas ajenas! Aunque tendré que aprender a hacer mejor las reverencias, así, la próxima vez que llame, es posible que me atiendan a la primera...
De todas formas, estoy tan contenta que se me ha quedado una sonrisa tan brillante como las lámparas éstas del Happydent... Y ya saben, si tienen problemas con su vida ¡aprieten el cuatro!
CONVERSACIÓN DE BESUGO
Hace 1 día