Total, que cuando le pregunté a mi amiga por una actividad relajante porque el Yoga no me daba, me dijo que me pusiera a pintar...
Pintura... ¡Qué maravilla...! Me quedé mirándola sin pestañas mientras una única pregunta positiva me revolvía entrañablemente. ¿Pero cómo es posible que no se me haya ocurrido a mí antes? ¿Y entonces para qué estudié? ¿Quién es la más inteligente de las dos? ¿Y la más guapa? ¿Qué me pongo mañana? ¿Dónde está el móvil? ¿Qué estará haciendo mi hija que no llama? ¿Dónde aparqué el coche? ¿En qué bolsillo tengo el tique del aparcamiento? ¿Tendré dinero suficiente? ¿Estará cerrada la panadería? ¿Por qué tengo tanta hambre? ¿Qué hora será? Y así. Hasta que llegué a casa. Absolutamente relajada.
Días después me acordé de la conversación con mi amiga. Pintura... ¡Qué maravilla...! ¡Hay que ver las cosas que se me ocurren...! ¡Que para eso estudié...! Total, que sin comérmelo ni bebérmelo, salí a la calle como pude y me compré todo lo necesario e imprescriptible para empezar con mi nuevo entretenimiento: ¡la pintura! Y quién sabe... Incluso podría hacerme famosa... ¡Y rica! Como Raphaello. El famoso pintor de esa época...
Pintura... ¡Qué maravilla...! Y aquí sigo. Después de casi mes y medio. ¡Y todavía voy por el pasillo! A brocha... ¡Aunque empecé con un rodillo! Qué artista. Pero el rodillo gasta mucha pintura. Sobre todo en el suelo. Y como las baldosas no están muy pisoteadas todavía, prefiero dejarlo como está. Que ya lo pintaré en otro momento... Por ahora me entretengo con las paredes, que son muy versátiles. Relajantes. Porque gracias a las paredes, una vez que te rompes el cuello ¡ya no te duelen los brazos! Es maravilloso. No se me podía haber ocurrido una idea mejor.
Pintura... ¡Qué maravilla...! Mi habitación la pinté de color "Garbanzo". Y para el pasillo me decidí por un "Verde Edén". Que resultó, no sé por qué, ser un verde manzana. ¡Hay que ver lo complicados que son algunos para elegir los nombres...! Cuando mi casa tomó el aspecto de un escaparate de Euromueble, compré, sin derramar ni una sola lágrima, el "Melocotón suave". Y me dispuse a darle la segunda mano... Quedó, el pasillo, de un "Verdocotón" impactante. Pero como no me convencía, me dispuse a mezclar pinturas con un palo. Mezclé el "Melocotón" con el "Garbanzo" y el resultado fue un "Melonzo" impresionante, que estoy usando en estos momentos ¡para darle la tercera mano a mi pasillo!
Pintura... ¡Qué m...! No sé... Me quiero desapuntar de la clase porque ahora mismo ya no sé quién soy, si una brocha, una escalera andante, un melonzo o un verdocotón. Y además, ¡la casa se me está acabando! ¡En el pasillo tengo que pintar con flexo! ¡Cada vez llego más tarde a casa porque me da pena ensuciar la brocha! Y encima, tengo que soportar a mi hija diciendo "¡Pero quién te manda...! " Y esta vez, sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con ella.
¡Pero quién me manda a ser artista! ¡Si algunos con pintar un rombo tienen! Cuando termine con el salón, que lo estoy deseando, ensayaré una nueva técnica en la escalera y el zaguán. Los vecinos se van a quedar alucinados y agradecidos. Será mi sorpresa de Navidad. Rombos de melonzo y rayas de verdocotón. Que en algo tendré que usar la pintura que me sobra...
Apúntense a pintura, háganme caso. Sin cuotas. Ni mensualidades. Un par de euros en colores y tendrán relax asegurado. Por mucho tiempo... ¡Que para eso estudiaron...!
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Hace 17 horas