miércoles, 17 de septiembre de 2008

Todo tiempo pasado...

Cada dos años, no sé si ya lo he mencionado, hay que cambiar de niños. Por eso los años bisiestos me parecen una lata...

Este año me han tocado treinta alumnos. ¡Y todos tienen nombre! ¿Pero quién se ha inventado el Santoral? Con lo fácil que sería llamarnos Adán y Eva... Total, el que esté libre de pecado, desgraciado en amores. Además, hay santos que no me suenan: Sta. Keyla, Sta. Leila, Sta. Sheila, Sto. Adahi. No sé, serán santos de ultramar... De los apellidos por ahora no me preocupo. Porque todos tienen dos. ¡O tres! Y eso no hay memoria que lo aguante. Ni siquiera la mía. Así que he urdido un plan para aprenderme bien los nombres de diario. Y los apellidos, que los usen para el fin de semana. Que es más práctico...

Total que me he tomado la molestia de confeccionar treinta cartelitos de cartulina. De colores... Nos pasamos una mañana trabajando en ello. Cada niño decoró su cartelito con amor. Dibujaron flores, cometas, corazones... Y por último le pegaron encima su foto. ¡Genial! ¡Qué sería de mí sin mis ideas...! Ahora, en cada pupitre ¡hay un niño con su propia foto! Así cuando quiero saber quién es cada uno ¡sólo tengo que echar un vistazo! Y ya está. Si es que a veces nos ahogamos tanto... ¡Y no vemos que la solución está en el vaso de agua!

Estoy segura de que este año me voy a aprender los nombres de los niños en un periquete. Menos el de las gemelas... Porque sus fotos son tan iguales que de lejos no las distingo. Menos mal que una de ellas tiene un lunar en la nariz. ¡Que si no...! Aunque me tengo que acercar a la foto para verlo bien. Me pregunto cómo se las arreglará la madre para reconocerlas. Así, a secas... Sin foto ni nada...


Y por fin ya me han puesto el cañón. Como bien pronostiqué, al no encontrar sitio, lo han colgado del techo. Pero no apunta al patio... Tendré que cargarlo con balas de fogueo, por si las moscas... Y la pizarra, ahora que se enciende, funciona perfectamente. Lo más gracioso es que se puede escribir con el dedo. ¡Qué barbaridad! Tantos años aprendiendo a coger un lápiz correctamente... Y ahora ¡a practicar con el dedo! Caligrafía...

La semana que viene tendremos unos cursos para aprender a usar el aula virtual. ¡Qué bien! Lo estoy deseando. Por fin me voy a poder quedar en casa cuando llueva. Total... con el aula virtual ¿para qué voy a ir yo? Hay que ver lo que se aprende. El mío es el trabajo del futuro. ¡Se acabaron los madrugones! Sólo espero que el aula virtual tenga fotos. Si no, a ver cómo se aprende el nombre de los niños...

Y todo, gracias a la generosidad de nuestros jefes. Quién lo iba a decir...

lunes, 8 de septiembre de 2008

Nuevas tribulaciones

El principio de curso ha sido fantástico. Al fin y al cabo todos los principios lo son... Menos el de Arquímedes. Que no lo entiendo.


Me enteré de lo que cuesta la matrícula en la Universidad. ¡Qué grata sorpresa! ¡Ya era hora de invertir en algo! Así que pedí una beca... Pero como nosotras no somos familia numerosa no sé si nos la darán. Sólo somos familia monoparental. Y éso es demasiado corriente, ya lo dijo Darwin... Aún así no pierdo la esperanza y si todo sale bien, este año no tendré que hacer horas extra. Aunque no me importaría. Darle a mi niña una buena preparación es una de mis metas más altas. Y para eso la Universidad de La Laguna es de lo mejorcito. ¡Si hasta tiene ascensores! Qué más se puede pedir...

En otro orden de cosas y siguiendo con lo mismo, el lunes pasado, por fin, volví al cole. ¡Qué encanto! Cuando llegué, el patio estaba lleno de pizarras. ¡Por fin íbamos a dar clase al aire libre! ¡Como en La Casa de la Pradera! Me puse a buscar la higuera mejor situada para colocar mi pizarra cuando una tenue voz me susurró al oído: Nos van a poner pizarras digitales... ¿Pizarras digitales? ¿Cómo se me había podido olvidar algo así? ¡Yo, que siempre estoy en todo! Imperdonable... Abandoné rauda mi vieja pizarra, me despedí de la higuera y subí como una exhalación a mi clase, para observar de cerca tan golosa novedad.

En mi clase no había nada. Sólo una gran caja de cartón, un hueco inmenso en la pared y cables por todas partes. Lloré de alegría al ver el panorama. El jueves 4 empezaba con los niños. ¡Y sin pizarra! ¡Ni la una ni la otra! Así que me puse manos a la obra. Aprender el nuevo lenguaje gestual no me ha costado casi nada. Así me va... Llevo ya tres días con mis nuevos niños, que son 30 ¡y me entienden perfectamente! Esto de escribir en el aire no tiene ninguna ciencia. Y además nos lo pasamos genial. Aunque por la noche siento un extraño dolor en los brazos. Como si fueran agujetas... Lo que es el cerebro... No se puede pensar tanto.

Hoy lunes ya tenía colgada mi pizarra. ¡Una pizarra electrónica! ¡Y me dieron un portátil para mí solita! Ya sólo falta colocar el cañón. Eso me dijeron... Aunque creo que andan algo despistados. ¿Es que no han visto el tamaño de mi clase? ¿Dónde voy a poner yo un cañón? ¿Y las balas...? Además, no hace falta anunciar el recreo a cañonazos... Si con el viejo timbre ya me vale... De todas formas, como no me gustan las armas de viento, creo que voy a hablar con la Sinfónica a ver si les interesa. Por si no me dan la beca... Y si no, que me lo cambien por un trombón, que es más portátil y bastante digital.

En fin, que estoy encantada con mi nueva pizarra eléctrica. Sólo espero que no me dé muchos corrientazos... Por lo demás, lo único que me falta para ponerme al día es saber dónde escondieron el botón para encenderla. Y listo... ¡Viva las nuevas tecnologías!

lunes, 1 de septiembre de 2008

La insoportable brevedad del tiempo

Llevo unos cuantos días desperdigada. Me busco, me busco y no me encuentro.


¿Pero quién es el responsable del cronómetro? ¡Que al tiempo le están sobrando pilas! Será cuestión de comprarme otro reloj... Porque a mi tiempo le pasa lo que al euro. ¡Cada día me cunde menos! ¡Y cada vez se gasta más! En fin, que prefería mi tiempo en pesetas. Porque antes tenía más consistencia. Y así no había manera de perderlo. Pero como dice el dicho "El tiempo es euro y los euros, euros son". Por eso lo bueno, si dos veces breve, mejor.

Total, que esta mañana sonó el despertador. "Despertador". ¡Qué palabra tan cruenta! ¿Pero a quién se le ocurrió llamarlo así? Podrían haber elegido algo más dulce. Yo qué sé, "Sueñus Interruptus", por ejemplo. Pese a su poca fiabilidad...

Mi cuerpo reaccionó al instante. Me di la vuelta y seguí durmiendo. Y allí estaba yo, en Cerdeña, recorriendo sin descanso sus maravillosas costas. Cerdeña es un territorio rodeado de agua por todas partes. Menos por una, que es el centro. No como Venecia... El primer día que fui a la playa me llamaron la atención sus fondos cristalinos. Bañarse en esas aguas era como estar flotando en la nada. En una nada tibia. Transparente. ¡Hasta se me veían los pies perfectamente! Y así pasaba el tiempo entretenida. Mirándome los pies. Hasta que llegaba la hora de comer. Y entonces, comía.

No se puede ir a Italia a la hora de comer. Porque después la ropa no te sirve. A pesar de todo los cerdeñolos son gente muy afable. Generosos, amigables y desprendidos. ¡Y no pesan mucho! No lo entiendo... Gracias a mi habilidad con los idiomas, me pude entender perfectamente con ellos. En Cerdeña se habla el cerdo, que es un dialecto autóctono. Como la violeta del Teide. Y casi todas las palabras terminan en U. Por eso aprendí rápido. Con decir "Me voy a mumú" ya sabían que me iba a acostar. Y así con todo...

Pero lo mejor fue la excursión en lancha por los islotes caribeños de Cerdeña. ¡Qué gozada! Si no fuera porque casi encallamos en las rocas de una barra natural y a partir de entonces empezó a sonar una alarma insoportable que nos acompañó el resto del día, la experiencia fue realmente estupenda. Y con ese indescriptible ruido abrí los ojos esta mañana. Apagué el vil despertador, salté de la cama y me preparé a toda prisa para no llegar tarde al cole. Se me olvidó la merienda...

Tengo la terrible impresión de que ya no estoy en Cerdeña.
Y tengo una corazonada: va a ser que hoy es lunes...

lunes, 28 de julio de 2008

Los planes de mi agenda

En verano mi agenda engorda tanto que termina quedándome apretada.

Hoy llevé el coche al mecánico para ponerlo a punto para la ITV. Mañana tengo que ir a las oficinas de la Seguridad Social a recoger una carta, porque el cartero dice que no vivo aquí. El miércoles voy al dentista para empezar a ponerme un puente. El jueves Dana, Valentina y yo nos vamos a Las Palmas, para ver a mi hermana Patricia. El sábado iremos a Maspalomas para ver a mis padres que pasan allí casi todo el año. Y así Valentina podrá conocer las dunas.

El lunes 4 es el cumple de mi no pareja, así que volveré de Las Palmas ese día para darle mi regalo. Aunque todavía no lo he comprado... Patricia vendrá conmigo para pasar una temporada en casa. El 6 viene Antonello, el novio de Valentina. El 8, llega a La Palmas mi hermana Mavi, que vive en Irlanda. El 9, Dana se va a Lanzarote. El 12, Valentina vuelve a Cerdeña.

El 14, el dentista va a terminar de ponerme el puente. Estoy deseando verlo. ¡Por lo caro que sale tiene que ser de piedra! Todavía no sé si es sólo un puente interinsular o también me va a servir para ir a Europa. Lo cierto es que va a facilitarme la comunicación con el resto del mundo. Y cuando el coche esté arreglado y el puente en su sitio ¡no voy a parar!

El 16, volveré a Las Palmas con Patricia para ver a mi hermana Mavi. El 19, Dana vuelve de Lanzarote y yo tendré que estar en Tenerife, porque el 21 nos vamos a Cerdeña para ver a Valentina. Y el 29 estaremos de vuelta para poder descansar el fin de semana antes de que empiecen las clases...

En fin, que tengo bastantes cosas que hacer estos días. Menos mal que sé organizarme bien y, como perro prevenido vale por dos, he hecho una lista-resumen de todas mis actividades. Para no olvidarme de ninguna.

Tengo que: comprar un regalo para el mecánico, llevar a Valentina a la ITV, escribir una carta antes de septiembre, felicitar al dentista por su santo, ir a las dunas de Cerdeña para ver a mi hermana, enseñarle a Antonello las oficinas de la Seguridad Social, pasar por Correos para preguntarles dónde vivo, llamar a Lanzarote casi todo el año, cruzar el puente interinsular con el coche a punto, saludar al cartero de Maspalomas, conocer a mis padres en Irlanda, viajar a Europa antes de que empiecen las clases, estar en Tenerife con el resto del mundo y pasar una temporada en mi casa aunque no viva aquí.

Bueno, creo que no me falta nada. Aprovecho para despedirme de ustedes hasta septiembre y desearles a todos un muy feliz verano.

¡FELIZ SEPTIEMBRE A TODOS Y HASTA EL VERANO!


jueves, 17 de julio de 2008

Hay amores que matan

Este año dejo a mis niños, con todo el dolor de mi corazón. Han sido dos años trepidantes, llenos de experiencias relajantes y demoledoras. Pero así es la vida, cuando por fin me había aprendido los nombres de todos y el primer apellido de algunos ¡va el curso y se acaba!

Pasan a quinto. Yo no... Y eso que me esforcé muchísimo. Pero bueno, otro año será... Por ahora me conformo con la satisfacción del trabajo bien hecho y la seguridad de haberles dado la mejor preparación para el curso que viene.

Y ahí va una muestra. Con estas respuestas seguro que van a romper moldes. ¡Y todo gracias a mí!

- ¿Dónde se almacena la orina?
- En el diafragma. ( Ahora me explico esta opresión en el pecho...)

- Escribe dos ejemplos de gases:

- El aire y el eructo. ( Vale, pero no me lo demuestres.)

- ¿Qué es una estrella?
- Es un círculo con pinchos. (¿Pero ese no era Espinete...?)

- ¿Cómo nos conectamos a Internet?
- Con el Glogle.
- Con el Muley. (Cuando el río suena...)

- Háblame de la pesca:
- Antes era muy importante por eso ahora es menos importante, porque la gente no va mucho a pescar en el sector primario. (¡Hay que ver! Lo que es la moda...)
- La pesca es atrapar animales acuáticos. (¡Qué bien! ¿Y quién se la queda?)

- ¿Qué es el Sector Secundario?

- Comprende los trabajos que consumimos directamente. (Sí, hay algunos que cuesta un poco digerirlos, pero no están mal.)
- Es una actividad de construcción en el que está la explosión de árboles, la explosión de cochinilla... (¡Qué capacidad de relación...!)

- ¿Qué es la ganadería?
- Es el ganado de cabras. En las montañas de Tenerife hay cabras y las cabras tienen que vivir. (¡Faltaría más...!)

- ¿Qué son los medios de comunicación?
- Son los que transmiten sentimientos. (No me digas cuáles...)

- Escribe en qué tiempo está este verbo:
- En Pretérito Infantil. (Bien. Después vendrá el Presente Juvenil y más tarde el Futuro Senil...)

- Escribe el Pretérito Perfecto de Cantar:

- Yo habirdía cantado. (Que cómo me las maravillaría yo...)

- Musulmanes y Cristianos:

- Los islámicos construyeron mezquitas y alcachofas. (¡Los planos de una alcachofa debían ser de complicados...!)
- La civilización cristiana se construyó con Jesús. (Pobre... Cobraría un plus...)
- En la civilización musulmana su lengua es el árabe y su religión el Musulmanismo. (Lógico...)
- Convivían dos civilizaciones, la islámica y la cristiánica. (Pero civilización está bien escrito...)

- Prehistoria:
- Los primeros seres humanos vivían del aire libre. (¡Con razón se podía ahorrar en esa época!)
- Los dentarios construyeron poblados permanentes. (Pobres dentistas...)
- La Prehistoria es lo que ocurrió antes de la Historia. La Historia es lo que ocurrió después de la Prehistoria. (Bien dicho. ¡Claro, conciso y sin derecho a réplica...!)

- Colón:

- Fue importante porque descubrió la pólvora. (¡Ah! ¡Para la explosión de los árboles y de las cochinillas...!)

- Escribe el nombre de estos polígonos:

- 5 lados: Quintógono, Quíntuple.
- 6 lados: Sesságono, Sigzágono, Sextógono, Seisxágono.
- 7 lados: Estágono, Septágono.
- 8 lados: Octónogo, Optógeno.
- 9 lados: Noveságono, Noptágono, Nobégono, Noventágono.
- 10 lados: Descago, Diágono, Diexságono, Diezógono. (En la variedad está el gusto y para gustos se hicieron polígonos...)

En fin, qué orgullosa me siento. Gracias a mi esfuerzo y dedicación los resultados han sido excelentes. El profesor que coja mi curso me va a estar eternamente agradecido. Espero que no me los eche a perder ¡que prepararlos tan bien mi trabajo me ha costado!

En septiembre volveré a empezar con un curso de tercero. ¡Qué ilusión! ¡Les voy a enseñar tantas cosas...!

lunes, 7 de julio de 2008

Tres veces grande...

El lunes pasado, 30 de junio, me llevé un tremendo disgusto. ¡El colegio cerraba!

¿Qué iba a ser de mí? ¿Y de mi hipoteca? Rápidamente puse a funcionar mis neuronas para protestar ante tamaña injusticia. Lo primero que hice fue una sentada. Y allí me quedé. Tres cuartos de hora sentada en mi clase. Protestando. Después se me ocurrió encadenarme a la verja de la entrada. ¡Qué buena idea! Y en eso estaba, buscando una cadena bien visible, cuando alguien pasó a mi lado y me dijo ¡Feliz verano!

¿Feliz verano? ¡Cómo es posible! ¡Pero en qué está pensando la gente! ¿Es que nadie se ha enterado de que hay crisis? ¿Una crisis tan grande y tremebunda que hasta cierran los colegios? Terribles pensamientos empezaron a rondar por mi cabeza. Pero pronto me distraje... Un desagradable e intenso picor se apoderó de mí. Más concretamente de mi labio inferior izquierdo. De la boca. Así que, totalmente absorta con mi nuevo problema, huí del colegio en busca de un espejo.

Ya en casa, observé atentamente mi boca. Todo seguía en su sitio. Menos mal... Estaban los labios, los dos..., la lengua, los dientes, el paladar, las encías, la campanilla, ¡hasta estaba toda la piel! ¡Qué alegría! Pero allí, justo debajo de mi labio inferior izquierdo, como quien no quiere la cosa, despuntaba, ladina, una insignificante manchita roja que ardía primorosamente. No le di la menor importancia...

El martes por la mañana me levanté con un labio soberbio, así que me fui a la farmacia a buscar consejo. La farmacéutica, sin más ni más, me dijo que tenía un Hermes labial. ¿Un Hermes? ¡No me lo puedo creer! ¡Tengo un dios en el labio! Qué suerte la mía... Es la primera vez que los dioses me conceden esta gracia. Y es tanta la gracia, que todavía me estoy riendo...

El jueves por la mañana mi Hermes había crecido el triple. Gracias a la pomada que me dieron. ¡Se trataba de un Hermes Trismegisto! ¡Tres veces grande! Orgullosa de mí misma y de mi nuevo aspecto, volví a la farmacia para darles la buena nueva. En la calle todo el mundo me miraba fascinado. Todavía no entiendo por qué la gente se pone silicona en los labios. Si con ponerte un Hermes Trismegisto vas sobrada. ¡Y encima gratis...! En fin, qué bien que me lo pasé sintiéndome tan admirada...

En la farmacia me atendieron tres chicas muy amables. ¡Se quedaron hechizadas con mi labio! Me miraban y cuchicheaban entre sí. Seguro que me estaban envidiando a muerte. ¡No todo el mundo tiene un dios para ella sola! Hasta que de repente, una de ellas me soltó: "Es que tienes las defensas muy bajas..." Me quedé de piedra. ¡Pero qué tendrá que ver...! ¿Las defensas bajas? ¿Yo? Lo que es la envidia... ¡Si mis defensas están muy bien! Ya sé que no soy una niña, pero las tengo en su sitio. ¡Las dos! Y además, ¿qué saben ellas, si nunca hemos ido juntas a la playa? Lo que hay que oír...

Total que me dieron unas pastillas de gelatina roja. No sé... me las estoy tomando, pero mis defensas siguen igual. Las dos... Y mi labio sigue luciendo esa hinchazón tan sexi que ya todas quisieran. Lo único que me falta es aprender a ponerme un Hermes en la otra mitad del labio. Para igualarlo...

Y cuando lo consiga... ¡voy a estar irresistible!

lunes, 16 de junio de 2008

Spaghetti al dente

Llevo unos días fuera de circulación.

No es que me hayan quitado el carné. Todavía... Es que aparte de las tribulaciones propias de un fin de curso cualquiera ¡Valentina ha encontrado a sus padres verdaderos!

La he felicitado cordialmente. Con lo grande que es el mundo... ¡y mira que encontrar a sus padres justo en Canarias! No somos nadie... Y el mundo es una caja de pañuelos. Porque también se ha encontrado a su tía.

Los verdaderos padres de Valentina son dos: un padre y una madre. Y yo, que soy la madre putativa. Aunque también soy bastante casera... Lo que pasa es que todavía ando pensando qué clase de parentesco nos une. ¡Porque a mí no se parecen...! Y menos la tía, que ni siquiera es morena. Y lo que son las cosas, se parecen más bien a Valentina... Pero a lo mejor tenemos un gen en común... Algo tiene que ser, porque si no, no me explico lo de la Cosa Nostra.

En fin, que estamos todos de enhorabuena por tan insólito encuentro. Aunque le voy a decir a Valentina que la próxima vez haga sus investigaciones en otra época, que a final de curso no se puede ir aumentando la familia así como así.

Lo estamos celebrando a base de pasta. Esta noche toca pasta a la marinera... Y es por eso que, de tanto comer espaguetis, no me queda tiempo ni de escribir ni de pasarme por sus casas. Estoy empezando a pensar que me tienen secuestrada. ¡Pero dile que no a la mafia...! Aunque sean de tu misma sangre...

El día que termine de comer, intentaré hacer la digestión. Y después retomaré mi ritmo de visitas. Lo echo de menos... Mientras, le deseo lo mejor a todos los que pasen por aquí.

Bueno... y a los demás también...

martes, 3 de junio de 2008

Aguamarina Golf

El viernes, día de Canarias, nos encaminamos hacia el sur. Gracias a mi inusual sentido de la orientación y cuando sólo llevábamos tres cuartos de hora parados, sospeché que estábamos en un atasco.

¡Había coches de todos los colores! La autopista parecía sembrada de gominolas que avanzaban a paso lento y majestuoso hacia el sur. ¿Será posible? ¡Toda esa gente había nacido el 27 de mayo del 89! Y además... ¡se me estaban adelantando! ¡Y la idea era mía! Así que, desde que logramos desviarnos, cogimos un atajo. Y nos fuimos al sur por el monte... ¡Qué buena idea! La carretera sólo tenía un centenar de curvas, pero a nadie se le ocurrió ir por ahí. ¡Así que los adelantamos a todos! Lo vi desde arriba... Lo que pasa es que ellos iban hacia el sur, y nosotros hacia el Teide. Total...

¡Que se preparen en el hotel! - pensé gozosa - Cuando logre llegar, me resarciré con creces... Hotel de cuatro estrellas, tres piscinas, magníficas instalaciones, pistas de tenis, acceso a una playa, campos de golf... ¡Y todo incluido!

Sobre las tres de la tarde llegamos a ¡Aguamarina Golf! ¡El hotel de cuatro estrellas! ¿Quiénes serían? ¿Alain Delon? ¿Harrison Ford acaso? Recé para que no estuviera Mónica Bellucci, que le encanta a mi no pareja. Y me preparé para conocer en persona a las estrellas más famosas del mundo del cine. ¡A cuatro! Nada más y nada menos... ¡Cómo iba a fardar el lunes en el cole! El viernes cené con Jack Nicholson y el sábado tomé café con Robert de Niro. Ya me veía conversando animadamente con Susan Sarandon o tomando el té con Julia Roberts.

En fin, que llegamos al hotel... Lo primero que me sorprendió agradablemente fue el aparcamiento. Era un aparcamiento con toda la tierra incluida. Como los descampados, pero con más baches. Qué entrañable. Supuse que el aparcamiento de verdad estaría lleno con los coches de las estrellas. Así que no le di importancia y me dispuse a hacer mi entrada triunfal en el hotel. Ya en recepción nos atendió un señor con media mueca que nos sacó una foto. Por si nos perdíamos... Y a partir de ese momento la política del todo incluido se apoderó de mí.

¡Qué maravilla! ¡La piscina tenía toda el agua incluida! Lo mismo pasaba con la habitación, que era con camas incluidas. Además, la habitación también incluía todo el baño, paredes, cortinas y tele, con mesa incluida. Las sábanas incluían algún agujero, para que se viera bien que el colchón era de calidad. La calidad del colchón no estaba incluida. Había un chiringuito a modo de cafetería que era adorable. Además de tener techo, ofrecía una amplia variedad de papas fritas congeladas y papas congeladas fritas, con ketchup y plato incluido. Y para mi asombro, también había una cafetería interior que servía café de máquina y refrescos de grifo, ¡con todo el vaso incluido!

Este maravilloso hotel tenía incluido el acceso a una playa. Y la playa tenía incluidas unas rocas tan grandes y maravillosamente duras que no las probamos. El mini golf incluía un palo para todo el hotel, porque el segundo estaba roto, pobres... Y naturalmente las únicas dos pelotas, aparte de las del dueño, también estaban incluidas. El billar tenía las bolas incluidas, pero estaban tan dentro que no las vimos. Y el futbolín estaba incluido en el "todo fuera de servicio", igual que las dos piscinas restantes. El buffet tenía la comida incluida en bandejas y su calidad era igual a la del colchón. ¡Y las pistas de tenis incluían red! Lástima que el todo incluido empezaba a las once de la mañana y acababa a las once de la noche... Que si no...¡me pongo las botas!

Total, que lo único que no estaba incluido en este hotel eran las cartas, que pertenecían a la categoría del "todo robado". Así que las compramos, porque las instalaciones eran demasiado bonitas como para usarlas. ¡Que las íbamos a gastar...! Y como el sol salió el domingo, nos pasamos el fin de semana viendo la tele, jugando a las cartas y admirando la vegetación del hotel, con sus hojas incluidas y todo.

Por mucho que busqué, no vi a ninguna estrella. A lo mejor me equivoqué y era un hotel de cuatro velas. Vaya usted a saber... Lo cierto es que llevo dos días pensando si "timo" y "estafa" significan lo mismo. Porque de ser así, el hotel Aguamarina Golf puede añadir estas palabras a su todo incluido.

Y un último consejo: Si vienen... ¡no vayan!

lunes, 26 de mayo de 2008

De tal palo...

Mañana, si todo marcha según lo previsto, ¡es el cumpleaños de mi hija!

Son diecinueve añotes. Casi nada... Pero lo ha logrado. ¡Ha superado la mayoría de edad! Y yo me pregunto: ¿A qué médico se le ocurrió decir que a los dieciocho se es tan mayor? ¡Qué barbaridad! Todavía a los veintiuno, como antes... ¡Pero mira que son alarmistas los médicos!

Pues me parece que el que lo dijo se equivocó. Conozco a mucha gente, yo misma sin ir más lejos, que hemos superado con creces la edad estipulada ¡y todavía estamos vivos...! ¡Qué suerte! Yo creo que tengo la mayoría absoluta. Y desde entonces vivo de estraperlo. Pero mi hija, para ser tan mayor de edad, sí que lo lleva bien. Ni canas, ni arrugas, ¡y tiene todos los dientes! Es un gusto...

He estado dudando si regalarle un bastón o un plan de pensiones. A estas alturas de la vida todo cuidado es poco. Pero al final he decidido sorprenderla con un fin de semana en un hotel. Qué menos para una fecha tan señalada... Iremos todos. Mi hija, Valentina, mi no pareja y yo. Los cuatro ya somos bastante mayores de edad, así que nos vendrá bien un buen descanso.

En fin, que me siento muy orgullosa de tener una hija tan vieja y resistente. Casi casi como yo. Si es que ya se sabe... ¡de tal palo, no le pidas peras...!Para Dana: ¡Felicidades linda, te quiero más que siempre pero menos que nunca!

martes, 20 de mayo de 2008

Vuelva usted mañana

¡Desde luego! Éstos de la Universidad italiana no se enteran de nada.



Tantas prisas con los papeles y ahora resulta que pusieron las fechas mal y no sirven. ¡Menos mal que estoy yo para resolverlo todo...! El día que mi jefe me dio el contrato de Valentina me puse tan contenta, que, cansada de tanto papel y creyendo que era una fotocopia más, lo hice pedazos y lo tiré a la basura.

Cuando Valentina me pidió el contrato original para mandarlo a Italia por correo, no supe de qué me estaba hablando. Así que la mandé al abogado del colegio y le hizo un precioso certificado. ¡Y además de precioso era muy original! Para que vean los italianos que aquí en Canarias nos esmeramos. Ellos nos piden uno original y nosotros le mandamos uno precioso. Se me hace la boca agua de solo pensarlo...

Lo que no entiendo es por qué no les sirvió. ¡Si el que tiene boca se equivoca! Y ellos también tienen boca... Pero claro, como Italia es la cuna del arte, a lo mejor es que nos faltó adjuntar un autorretrato, o un bodegón... No sé...

Lo cierto es que nos mandaron un correo diciendo que todo estaba mal. El contrato de ellos y el nuestro. Y que si no se arreglaba pronto, Valentina se iba a quedar sin beca. ¡Pero a mí no me engañan! ¡Lo que quieren es quitarme a Valentina! ¡Las cosas no se hacen así, hombre! Seguro que los papeles de la Lewinsky no estaban del todo en regla. Y sin embargo nadie abrió la boca. Bueno, ella sí. Y encima, se equivocó...

En fin, que gracias a mí, pudimos arreglar hoy los papeles. Eso creo... De no haber roto el contrato ¡a ver cómo le explico yo a mi jefe que los italianos se habían equivocado! Subí las escaleras del despacho sintiéndome Mafalda ante un plato de sopa. Pero total, después de haberle hecho firmar tropecientos papeles, ¡tres más, qué más da...!

Le expliqué, cariacontecida, que los italianos habían cometido un error con las fechas, que teníamos que arreglarlo nosotros y que además, en un ataque de júbilo, yo había hecho trizas el contrato original para mayor escarnio de las huestes.
- Que si no te importa repetirlo. - Terminé.

Mi jefe es de pocas palabras. Pero de firma rápida. Lo que hace la experiencia... Y teniendo en cuenta que a las tres de la tarde de hoy Valentina y yo no teníamos nada, ahora puedo decir con orgullo que he logrado arreglar tan penosa situación. Tengo a los italianos en mis manos. Los dos contratos están en mi poder. Y ellos sólo tienen que aceptarlos...

Pero esta vez voy a pintar, al lado de la firma, una escena campestre. ¡Se van a quedar contentísimos! Menos mal que a Valentina le toqué yo de tutora...

lunes, 12 de mayo de 2008

Cuando la vida te da sorpresas...

... sorpresas te da la vida.

Estoy muy cansada. Pero mucho. Lo noto por la resistencia que opone mi cuerpo al despertador. A las siete de la madrugada soy un cuerpo inerte y aerofantástico. Un mineral. Y por mucho que me empeñe, no lo puedo evitar. Pero lo malo no es eso... ¡Ya todo fueran inercias! Lo verdaderamente preocupante es cuando mi hija, con voz firme y despejada, me grita: ¡Levántate, que tienes que ir al colegio!

Me suena haber vivido eso antes... ¡Pero no sé en qué momento! A lo mejor es un simple dèjá vú... Se lo preguntaré mañana. Aunque yo no sé hablar francés, por tanto, es altamente improbable que me ocurra algo en ese idioma... ¡Todavía si fuera en italiano, o en inglés! Pero me da que allí no existen esas cosas. He llegado a la conclusión de que los franceses son los más paranormales de todos.

Lo que sí está claro es que estoy en pleno fenómeno extranatural. Con el miedo que me dan esas cosas... ¡y mira que pasarme justo a mí! Creo que me estoy convirtiendo en la mujer menguante. Y un día de éstos, cuando menos me lo espere, va a aparecer mi hija para darme el biberón. ¡No es justo! Con lo que me ha costado crecer...

Me iré al limbo de un momento a otro. Sin despedirme. Porque no sabré hablar... y además, tendré la chupa puesta. ¿O volveré a París con la cigüeña para aprender a decir glace de chocolat? Sólo espero que allí las cunas sean de látex. ¡A ver si consigo dormir de una vez! Y regresaré a mis orígenes contenta, porque mi vida ha sido un deceso de virtudes.

En otro orden de cosas, yo misma no me he portado mal del todo. Y en especial con los italianos. Todo empezó cuando una italiana, amiga de un amigo, le pidió un favor: enviar una becaria de Erasmus para hacer prácticas en mi colegio. Yo sólo tenía que preguntar si interesaba. Me sentí sumamente dichosa. Una preguntita de nada y mi buena acción del día estaría resuelta. ¡Qué menos que preguntar! ¡Faltaría más! Y los jefes me dijeron que sí...

Qué alegría. No sé ni cómo ni cuándo, pero desde febrero estoy inmersa en el más regocijante y prolijo papeleo. Primero me llegó un contrato en inglés. Después uno en italiano. Más tarde hizo falta una firma electrónica del jefe. Se envió. La firma no sirvió, tenía que ser manufacturada como las de siempre. Una vez enviada la firma hizo falta el sello. Se envió el sello, la firma y el contrato. Pero hacía falta un tutor. La tutora, obviamente, tenía que ser yo. Porque todos los italianos de esta isla están en la playa o pendientes de juicio. Pero entonces hizo falta un contrato laboral. Resuelto el tema del contrato, había que encontrar alojamiento porque Valentina estaba a punto de llegar.

Valentina está en mi casa desde hace un par de días. Y aquí se quedará si, durante los próximos tres meses, no encuentra un lugar donde vivir. Y yo me pregunto: ¿No era sólo una pregunta...? ¿En qué preciso instante me perdí? Gracias a mis compatriotas y al señor Erasmus tengo el cupo de mis buenas acciones saturado. Lo que pasa es que ahora, por las mañanas, hay dos voces que me gritan con voz firme y despejada: ¡Levántate, que tienes que ir al colegio! Mi fin está próximo, lo intuyo.

Y es por eso, que de tanto hacer el bien, no me queda casi tiempo de escribir ni comentar. Pero no importa. Alguien me las pagará. Mis buenas acciones...


PD.- Valentina es un encanto.

sábado, 3 de mayo de 2008

Nanini

Desde niña, amo a los animales.
...
De fauna...

¡Pero es que me gustan todos! Los cánidos, los félidos, los úrsidos, los púlpitos. Me encantan los equinos, los caninos, los gatunos, los ratunos. Los ávidos, los lóridos, los péscidos, los bóvidos, los lamelibranquios. Menos los bicéfalos y las cucarachas... todos son bonitos. En fin, lo mío sí que es zoofilia. Tampoco me gustan las escolopendras.

Uno de los animales que recuerdo con más cariño fue el último gato que tuve. Nanini. Como el ciclista... Nanini y yo vivimos apasionantes aventuras. Fue mi gato favorito. Hasta que un día se le ocurrió dar a luz a ocho. Gátidos. Desde entonces lo llamé Nanina... Hay que ver. Qué escondido se lo tenía... ¡No te puedes fiar ni de tu propio gato!

Todavía recuerdo la tarde en que Nanini me dio una sorpresa. No era mi cumpleaños. Pero le dio igual. Las sorpresas son sorpresas cuando no tienen motivo. Y aquel día, Nanini, me sorprendió.

Recuerdo subir la cuesta hacia mi casa en pletórica agonía. Reptaba cuesta arriba con mi habitual aspecto: bolso al hombro, libros en mano, carpeta bajo el brazo, varias bolsas de la compra colgando en las muñecas, abrigo en equilibrio sobre el hombro izquierdo, pañuelo enroscado en el bolso. Y en el dedo índice, derecho como una escopeta, enganchadas las llaves, que, por puro capricho, solía guardar allí.

Y por fin llegué. La casa era terrera, así que con una rodilla abrí la cancela. Apoyé las bolsas en el suelo, dejé los libros en el alféizar, recuperé mi abrigo que había perdido el equilibrio, sacudí la mano para poder coger las llaves y, con gesto triunfal, las introduje en la cerradura. La puerta se abrió lentamente.

La Naturaleza me llamó en ese instante, y en lugar de entrar, giré la cabeza hacia el campo justo enfrente de mi casa. Qué maravilla. El silencio, el verde, el cansancio, el sofá. Cuando de repente salió, de entre los arbustos, Nanini. Mi gato favorito, que al verme llegar acudía solícito a saludarme. Así da gusto llegar a casa. Me quedé en la puerta, con mi más reconfortante sonrisa, viendo como Nanini venía corriendo hacia mí con una flor en la boca. ¡Qué tierno mi gato! ¡Gitano!

¿Pero qué flor era ésa? ¿Un Tulipán Negro acaso? Cerré los párpados intentando aguzar la vista, me encogí para alcanzar su altura... La flor era exótica. Tenía tallo. ¡Y el tallo se movía! Empecé a repasar rápidamente la amplia lista de flores con tallo móvil archivadas en mi memoria. Y en ese trance estaba, cuando Nanini se coló entre mis piernas, entró como una flecha en casa, abrió la boca y soltó algo que empezó a correr a la velocidad de la luz, como ratón que se lleva el gato.

Tardé muy poco en darme cuenta. Era una bola de pelo gris, orejas grandes, bigotes largos, ojos negros y redondos, rabo descomunal, gritaba algo así como "oink, oink", ¡y estaba viva! ¿Pero qué clase de flores se cultivan en Canarias? ¡Vaya sorpresa! A pesar de todo reaccioné con elegancia. Cerré la puerta de un golpetazo, me alisé el cabello que se había puesto de punta y, con rencor visceral hacia mi gato, me quedé traspuesta detrás de la ventana viendo cómo, dentro de mi casa, Nanini jugaba al gato y el ratón con mi Tulipán Negro.

Esa tarde aprendí cómo se pone las botas un gato. Y al anochecer, cuando la primera gota de lluvia cayó en mi nariz, entendí plenamente aquel proverbio que dice: "De fuera vendrá quien de casa te echará..."

lunes, 28 de abril de 2008

De planetas y demás habladurías

Gracias a DeAgostini que inventó Planeta, hoy en día sé tanto de Astronomía.

En realidad la afición me viene de pequeña, porque mi hermano quería ser astronauta. Recuerdo que le compraron un telescopio. Y allí nos pusimos los tres, bajo el cielo azul romano, a estudiar el misterioso mundo de las estrellas. Poco después cayó en nuestras manos el cómic de "Mortimer y la cámara de Horus". Entonces mi hermano quiso ser arqueólogo, yo recolectora de animales y mi hermana, hada. Pero ya era demasiado tarde... Así que nos conformamos con el telescopio.

De aquella época aprendí prácticamente todo lo que sé. Que es mucho. Y como el tema lo domino, he decidido hacer un monográfico sobre planetas. Me va a salir bien, no tengo ninguna duda. Además, como dice un famoso proverbio griego, "El que nada duda, nada sabe". Qué alegría. Me siento tan ensimismada con el proverbio...

Empezaré con Mercurio, que es el más altruista. Mercurio es el planeta de los fastidiados. En este planeta es donde se fabrican los termómetros. Lo que pasa es que ahora hay termómetros en forma de pistola. Te los ponen en la frente y rápidamente se sabe si tienes fiebre o no. No sé de qué planeta vendrán, pero son horribles. El otro día fui a secretaría porque me encontraba fatal, me dieron un pistoletazo y resultó que tenía 36 y medio. ¡Es que ya no se puede ni mentir! Total que me quedé en el cole. Aprovecho para reivindicar desde aquí los termómetros de Mercurio. Hay que restablecer el comercio exterior con este planeta. Es más saludable...

Venus es el planeta más accidentado. No me refiero a accidentes de coches... Que yo sepa... Pero sí es el más montañoso. De ahí el famoso Monte de Venus, conocido en todo el mundo... Después vienen los planetas de entre semana. Marte, Miércole, Jueve y Vierne. Al lunes no le pusieron ni un planeta por ser el peor día. Me alegro. Como mucho le pusieron un satélite, La Luna, que no tiene categoría de planeta por ser demasiado inconsistente. ¡Es que con tantos agujeros...!

Uraño es el séptimo planeta. Éste va dedicado a todos los huraños y avaros del mundo. Pero como antiguamente la H era muda, se la ahorraron también. Hay que ver... Es tan tacaño este planeta, que tiene 27 satélite y no es capaz de compartir ninguno. ¡Y eso que la Tierra sólo tiene uno! ¡Pues ni así! Yo creo que, si sigue en este plan, Uraño no va a llegar muy lejos...

El benjamín de los planetas es Putón. Es donde más marcha hay. Por eso es el planeta de los fines de semana. Y allí van a parar todos los extraterrestres de la galaxia. Porque en Putón les da igual el Sistema. Sea Solar o no. Les da lo mismo. Será por eso que se le considera un planeta enano. Por lo que disfruta la gente allí... En otra vida quiero nacer en Putón. A ver si lo logro.

Y por último tenemos el planeta Tierra. Llamado así por la cantidad de agua que hay en él. El planeta Tierra es donde vivo yo. Por ahora... No es ni grande ni pequeño, ni redondo ni cuadrado, ni blanco ni negro. Es azul. Y tiene aire. Lo que no sé es hasta cuándo...


lunes, 21 de abril de 2008

Y con esto y un bizcocho...

Y hete aquí que en mi breve blogohistoria me llega un nuevo meme por hacer. Me lo manda Nanny Ogg en un arranque de generosidad. Es un meme delicioso y muy sencillo. Tengo que escribir ocho cosas que quiero hacer antes de morir... Total...

Gracias a mi pensamiento claro y profuso no he tenido dudas a la hora de elegir mis deseos. Los voy a enumerar por orden de ocurrencia. Pero todos, absolutamente todos, son de vital importancia para mí. Y es por eso que, antes de sucumbir, intentaré cumplir con otros y cada uno de ellos.

1) Una de las cosas que quiero hacer sin falta, antes de pasar a mejor vida, es ir de la Ceca a la Meca. Tiene que ser fantástico eso de viajar así por el mundo. Irse por los cerros de Úbeda, estar entre Pinto y Valdemoro... Y como no, antes de partir para siempre, también quiero estar en la luna de Valencia. ¡Me han hablado tan bien de ese sitio...! Con estos viajecitos me daría por satisfecha.

2) Otra cosa que me encantaría, antes de mi decapitación, es tener muchas ínfulas. Bueno, con una me basta... Pero que sea desierta. Que en las Ínfulas Canarias con tanto turismo no hay quien salga. Una ínfula sólo para mí... Lo malo es que tendría que escribir otro meme con las tres cosas que me llevaría a una ínfula desierta...

3) Si hay algo que no puedo dejar de hacer, antes de mi defenestración, es tirar la casa por la ventana. Eso de renovar los muebles de vez en cuando está muy bien. Pero no sé si me va a caber todo por las tres ventanas que dan a la calle. Porque desde luego no voy a tirar la casa por las dos ventanas del patio... Es que la vecina del bajo, el piso..., es muy marimandona. Y a lo mejor no le hace gracia.

4) En cuanto a mi vestuario, algún día tendré que meterme en camisa de once varas. ¡Porque sí! ¡Porque me gustan las rayas! Y además, siempre están de moda. ¡Espero no expirar antes de cumplir este deseo!

5) Otra cosa muy importante que hay que hacer, antes de fenecer, es dar la nota. Una cualquiera. El Do, el Re, el Pi. A ver qué pasa... Hay que ser generoso en la vida. E intentar desprenderse de las cosas materiales. Aunque sean obras de arte. Y una vez que das la nota, hasta puedes cantar las cuarenta sin desafinar. Es un consejo...

6) Tengo muy claro que, antes de mi desaparición, quiero quedarme para vestir santos. Es una costumbre que siempre me ha llamado la atención. Y tendré que aprender a vestir un santo algún día... Pero es que cuando era pequeña nunca me dejaban quedar. A ver si ahora que soy mayor... Aunque muchos santos no conozco.

7) Tener derecho de pernada es un derecho inalienable. Me encanta la pernada de Jabugo. Así que, desde ahora y antes de que sea demasiado tarde, voy a ejercer mi derecho. Cada Navidad exigiré mi pernada a quien corresponda. Y si es de bellota, mejor. En el arte culinario también hay algo que quiero hacer sin falta antes de mi óbito. Morder el polvo. Nunca lo he probado, pero tiene que ser delicioso. ¡Lo he oído tantas veces... ¡ ¡Y mira que a mi edad y no probarlo...!

8) Y por último, antes de alcanzar la paz eterna, quiero dormirme en los laureles. Tiene que ser una experiencia lamentable. ¡Y con lo bien que huelen...! Tengo planeado hacerlo un verano de éstos. Porque en invierno puede que haga mucho frío allá arriba... Lo que pasa es que tendré que buscar un laurel bien grande. Para que me quepa la almohada...

Y así, sin más, qué feliz sería pudiendo ir de la Ceca a la Meca, teniendo muchas ínfulas, tirando la casa por la ventana, metiéndome en camisa de once varas, dando la nota, quedándome para vestir santos, teniendo derecho de pernada y durmiéndome en los laureles... El tiempo que me queda lo dedicaré a alimentar mi espíritu con todos estos quehaceres.

Lo que no voy a hacer nunca es ser moco de pavo. Porque me da un poco de asco... Y además, estoy harta de la gripe.

martes, 15 de abril de 2008

No hay mal que por bien no venga

Aun recuerdo la noche que conocí a Peter. Y por mucho que cierre los ojos, no consigo olvidarla.

Llevaba mucho tiempo sin salir. Esto de hacer de padre y madre era fantástico. El fin de semana que le tocaba a la madre, me la quedaba yo. Pero el fin de semana que le tocaba al padre, me la quedaba yo. ¡Y sin peleas! Hay que ver qué civismo... Y es que como padre siempre fui muy puntual. No fallé ni una vez. Pero los fines de semana se me hacían más cortos. Como madre no me acuerdo. Supongo que lo hice como supe. Aunque en una época tuve serios problemas de identidad...Pero aquel día fue distinto. No sé por qué razón tenía la noche libre. No era ni padre, ni madre. Era yo. ¡Y había quedado con mis amigas para cenar! No me lo podía creer. ¡Yo! ¡En la calle! ¡Un sábado! ¡Después de las nueve! Qué suerte la mía. Estaba tan contenta que esa mañana, bajando la escalera, me encontré a una señora con bata azul y le grité: ¡Esta noche voy a salir! Se me quedó mirando un rato largo, cogió el cubo y la fregona y se fue a otra esquina. No sé, a lo mejor no me oyó bien. O se quedó sin palabras de tanta admiración... O de envidia... Quién sabe...

Lo cierto es que esa noche salí. Qué barbaridad. ¡La calle estaba llena de gente! ¿Pero es que no tenían tele? ¡Si no cabíamos todos en la acera! Después de cenar decidimos tomar un par de copas. Llegamos a duras penas a un bar muy céntrico de La Laguna. ¡El Kíkere! Era un antro estupendo. Tenía pocos metros cuadrados. Aunque yo no vi ninguno de tanta gente que había... Todo el mundo se pisaba. Pero sonreían. ¡Qué ambiente! Y la música no era clásica.

Entré tímidamente. Mirando al suelo. Por si acaso... Y como pude, me acomodé en la pared. Intenté hablar pero no me oí. Así que me dediqué a observar. Y allí, entre tanta gente, estaba él. El hombre más misterioso e intrigante que había visto en mucho tiempo. ¡Y estaba solo! Fue un hachazo a primera vista. Ese hombre tenía que ser mío. Un halo luminoso emanaba de su persona, atrayéndome inevitablemente. Me quedé totalmente alumbrada y sin pensarlo dos veces, puse en marcha mi más efectivo plan de seducción: ¡pasear! Con un par de paseillos caería rendido a mis pies. O a mis pedúnculos, porque no había sitio en el suelo...

Pasé unas cincuenta veces por delante del chico. De frente, de perfil, de puntillas, con una mano, con las dos, con los ojos abiertos, cerrados, con cerveza, sin cerveza, despistada, atenta, sonriente, de mal humor, empujada, empujando. Pero no hubo manera. El muchacho no me miró. Estupefacta y herida en lo más profundo de mi vanidad, decidí ir al baño. Total... Sería mi último paseo. Mi último tango en el Kíkere. Y hacia allí me dirigí. Pasando una vez más ante ese espécimen de hielo, tan hermoso como inocuo. Tan repelente como insulso. Tan ciego como borracho. ¡No había otra explicación...!

Las puertas del baño, tipo saloon, se abrieron de par en par. Un mujerona de dos metros salía en ese momento. Y allí estaba yo, pequeña, insignificante, ignorada... con un ojo puesto en el chico y el otro en la valquiria. Desestimé las puertas, que tras el brutal empujón giraron sobre sí mismas y volvieron a abrirse con toda su potencia. Sólo me dio tiempo de ver un lateral de madera que se dirigía a toda velocidad hacia mi pómulo derecho. Y no supe más. Me alcanzó de lleno en la cara. Yo, al más puro estilo del Far West, grité: Yujuuuuu! Y me tapé la mejilla que empezó a hincharse y a dolerme notablemente.

Aturdida y resignada al más terrible ridículo, me quedé allí en medio, agachada, con la mano en la cara y los ojos llenos de lágrimas. Pero, de repente, una mano se posó en mi hombro y una voz celestial masculló la frase más profunda de la noche: ¿Estás bien? Soy Peter. Pedro para los amigos... Con media cara tapada y la otra media bermellón me di la vuelta muy despacio. Y lo que vi con mi único ojo me gustó...

Del resto de la historia no me acuerdo. Tendré que hacer memoria... Pero aquella noche aprendí a mirar al frente. Y a no fiarme de las puertas. Por muy abiertas que estén...

martes, 8 de abril de 2008

Mi afasia es mía (II)

El Área de Broca es la sección del cerebro humano involucrada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión. Es la pequeña zona verde que se ve en el dibujo. Normalmente se encuentra en el hemisferio izquierdo. Del cerebro... Pues allí, justo allí, se me cruzaron los cables un día.

Después de mi linda operación, entre otras muchas cosas, me quedó algo muy claro. Broca tenía toda la razón. ¡Menos mal que a este señor se le ocurrió instalarse allí! ¡Y menos mal que esa zona era suya y no mía! ¡Porque a lo mejor hasta me hubiera quedado sin mí! Y qué pena me hubiese dado vivir sin vivir en mí...

Pero todo esto ya lo conté en su día. Sólo quedó pendiente describir mis nuevas sensaciones al salir del hospital. Aquel día fue muy especial. Iba a pisar la calle después de un par de meses dentro. Qué alegría. ¡Iba a volver a ver a mi hija! Y a la gente. Pero no sabía lo que me esperaba fuera. ¡En esos meses, el mundo había cambiado...!

Lo noté cuando, toda contenta, fui a pedir mi primer faqué. Un faqué con leche sondencada, como me gustan a mí.
-¡Un faqué por favor!
-¿Qué?
-Un faqué... con leche donquensada...
-Un fa... ¿Qué?
¡Pero por favor! ¿De qué facultad habían salido estos macareros que no sabían lo que era un faqué? Si los canarios son unos faqueteros... ¿cómo no estaban entendiendo lo que les pedía?

¿Pero qué le pasaba a todo el mundo? Me fui directamente a la maca. Necesitaba descansar. Y cuando llegó mi hija la abracé emocionada retipiendo su nombre: ¡Nada, Nada! Nada se ofendió, todavía no sé por qué. Y a partir de entonces su nombre fue gloria en mi boca. Me pasaba el día llamándola. Nada por aquí... Nada por allá... Hasta que se plantó ante mí y dijo: Mamá, ¡que soy Dana!

¡Qué deschafatez! Cambiarse el nombre sin mi permiso. Así que le dije: No he dicho nada, Nada. Y me fui a la maca sin tomar faqué. ¡Pero eso no fue todo! A mi amiga Carne le dio por llamarse Carmen. ¡Tanfástico! ¡Anda que si todos habían hecho lo mismo en mi ausencia...! Pero no. Mi querido Juani se llamaba igual. No entiendo por qué se quedó tan rígido el día que entré en su clase y dulcemente le grité: Tienes la programación en el cojón. No sé en cuál de los dos. Búscala tú...

También me llamó la atención la cara de aquel gasolinero el día que le dije: "¡Dos sin polvo!". Se quedó un rato dando vueltas, sin saber qué hacer. Hasta que, con media sonrisa, se dirigió al surtidor verde. Yo creo que se alegró de que usara gasolina sin polvo. Es lo mejor para el miedo. Y para el ambiente también.

Y así pasaron los años. Broca tenía razón. Mi comprensión había salido un tanto perjudicada con la intervención. No comprendía cómo, en tan poco tiempo, las tenvanas habían pasado a ser ventanas, los efidicios, edificios y los enfuches, enchufes. No me quedó otro meredio que aprender el nuevo idioma. ¡Ramavilloso! Menos mal que soy de letras... Aunque se me resisten dos nombres todavía. Tere Cabrera y Tere Padrón. Cada vez que me las cruzo en el cole las llamo como antes. Tere Padrera y Tere...

Nunca es tarde para aprender. Casi lo he logrado. Ya sé decir café. Pero en casa, cuando estoy sola y no tengo que esforzarme, me asomo a la tenvana, enfucho la tele, me hago un buen faqué y me acuesto en mi maca.

domingo, 30 de marzo de 2008

El nene de Enjut@ Mojamut@


Estoy como pavo con plumas nuevas. ¡Dice Respirando que me va a mandar un nene! ¡Un nene para mí! Hay que ver lo generosa que es la gente. Llevo días preguntándome cómo será. ¿Rubio? ¿Moreno acaso? Da igual. Estoy ansiosa por conocerlo.

Todavía no sé si me lo va a mandar por avión o si vendrá en barco. Por si acaso ya he lavado el coche para cuando tenga que ir a recibirlo. Qué emocionante. No sé qué va a decir mi no pareja. No creo que le importe. Total, sólo es un préstamo... Y además, un regalo no se debe rechazar. Y menos si es de envergadura. Como espero que sea éste...

Según tengo entendido, para recibir mi nuevo nene tengo que contestar a unas preguntitas de nada. Lo entiendo perfectamente. ¡No le va a mandar el nene a cualquiera! ¡Faltaría más! Pues Respirando, te voy a demostrar que puedes confiar en mí y que el nene va a estar seguro conmigo. Tengo materia blanca de sobra como para contestar al cuestionario. Y no quisiera presumir, pero hasta tengo materia naranja, amarilla, verde, vamos...¡de todos los colores!

¿Cuántas horas al día de media pasas conectada a Internet?
Bueno, realmente de media no. Normalmente voy de calcetín, porque hace todavía mucho frío y aquí en Canarias no tenemos calefacción. Por lo menos los maestros... A veces también uso leotardos. De media voy a cenar, si me pongo falda. Y en verano, de media, no me pongo nada...

¿Cuántas cuentas de correos tienes?
Yo de cuentas no ando bien. Siempre fui de letras. Eso sí, las facturas las llevo al día. Por la cuenta que me trae... Todos los años me tengo que repasar las tablas para enseñarlas en el cole, con eso te digo todo. Sin embargo lo de correos...

¿De cuántas redes sociales eres?
Siempre me ha gustado pescar. Pero con caña. Las redes me parecen bastante antisociales, sobre todo para los peces. Cuando era pequeña, en la playa de Lavinio, me pasaba horas sentada en la arena con un bote de cristal en la mano. Cuando los pescadores sacaban sus redes siempre rechazaban algún que otro pescadito por ser muy pequeño. Y allí estaba yo para salvarlos. Corría a casa, abría el grifo y llenaba el bote de agua dulce. Los peces me miraban y abrían la boca en señal de agradecimiento. Nunca supe por qué duraban sólo un par de horas... Será que el postre no les sentaba bien... ¡Y eso que les ponía arena para que se sintieran como en casa...!

¿Qué te gusta más para expresarte el blog, el wiki, el flikr o twiter?
Yo me expreso libremente, que para eso tengo lengua. Y aunque estén de moda los nombres extranjeros, yo prefiero los de siempre. No sé, si tuviera un hijo no lo llamaría Flikr. Tampoco Wifi. Como mucho Franfri. Pero menos mal que ya no tengo edad, porque con mi hija ya me basta.

¿A cuántas mujeres blogueras conoces personalmente?
Qué te voy a decir yo que soy mujer... Sí. Todas las mujeres que conozco son personas. Bueno... casi... ¡Porque anda que hay algunas que son bichos! Pero en su mayoría, las mujeres que conozco entran en esa categoría. Creo que yo también.

¿A cuántas mujeres blogueras lees habitualmente?
Sólo a las que son personas. La Sirenita, Blancanieves, Cenicienta, La Bella Durmiente, Caperucita, Gretel, La Bella, La Bestia y un largo etcétera. Todas esas grandes mujeres que han aportado su inmensa sabiduría a la humanidad y de las cuales me nutro intelectualmente.

Bueno, ya he contestado todo. He estado indecible. Así que Respirando, ya me puedes mandar al nene. Espero que esté de buen ver... Y si no, no te preocupes, ya te pediré otro. Eso sí, si me gusta me lo quedo.


Aclaración: Me parece que he leído mal... ¡No era un nene sino un meme! Bueno, otra vez será...

lunes, 24 de marzo de 2008

El Alto Río

Este viaje ha sido precioso, pero un tanto agotador. Se me cansan las manos de sólo pensarlo.

Y todo por culpa de los castillos. ¿Pero quién le dijo a los antiguos que tenían que fabricarlos tan arriba? ¡Con lo acogedor que es el pueblo llano! Y yo que creía que la España profunda era toda cuesta abajo... Pobres princesas... Con razón no encontraban novio... Eso sí, eran castillos con vistas. Supongo que en esa época valdrían un dineral... Si algún día me compro un castillo, lo primero que haré será ponerle ascensor. Pero por detrás.

También vi muchas catedrales. Casi todas de piedras góticas. Eso decía mi no pareja. Aunque a mí me parecían piedras cuadradas... Cada vez que entraba en una, me quedaba mirando al techo. Y siempre me hacía la misma pregunta. ¿De qué tamaño será el plumero que usan para limpiar allá arriba? Qué misterio. Porque todos los techos estaban relucientes...¡Qué barbaridad! Ni una telaraña. ¡Qué eficacia los de la limpieza de catedrales!

Pero lo más solemne del viaje fueron los nacimientos. Fuimos a dos. Aunque se nos hizo algo tarde y cuando llegamos ya habían nacido... Uno fue el del Cuervo, que no nace de huevo como siempre había creído. Sino de una roca. Y otro fue el del Tajo. ¡A éste llegamos tan tarde, que ya estaba bautizado! Pero bueno, nadie se ofendió. ¡Y hasta le dejé un regalo detrás de un arbusto...!

Lo bueno de los viajes es que se aprenden idiomas. Esta vez aprendí valenciano. Me pasaba el día diciendo "¡Pero qué fred que fa!". ¡Y con un acento...! Todo el mundo se quedó asombrado con mi bilingüismo. Aunque tuvimos suerte. No llovió ni un solo día. Ni siquiera nevó...

En fin, que fue una maravilla. De vuelta a Madrid, ya de noche, empezó a llover. Eran tiritas blancas que volaban alrededor del coche. ¡Fuegos Fatuos! Saqué una mano para atrapar uno pero se me congelaron los dedos. Así que desistí. Y entonces ocurrió el milagro. ¡Un atasco! ¡Y sólo a 100 kilómetros de Madrid! Rodeada de Fuegos Fatuos y contemplando una hilera interminable de luces de freno que serpenteaba hasta el infinito, me sentí la mujer más afortunada del universo: yo, Zafferano, ¡iba a formar parte de la inconmensurable estadística de la Operación Retorno!

PD.- Voy a hablar con Calatrava, porque mi no pareja se merece un monumento. A ver si le busco hueco en mi agenda...

viernes, 14 de marzo de 2008

Los ríos de España son...

Menos mal que en Canarias no hay ríos. Así es más fácil memorizarlos.

Sin embargo en la Península sí que hay. Muchos y muy importantes. Pero como soy buena en Geografía no tengo problema. ¡Me los sé todos! Gracias a mi cerebro que dispone de memoria fotográfica, me basta con cerrar los ojos... ¡y es como si tuviera delante un Mapamudo!

Los ríos de España son: Miño, Tuño, Suño, Nuestro, Vuestro, Suyo, Mi, Tu, Su. Creo que me sobra uno, pero no estoy segura... Siempre me pasa. Por exceso de memoria... Otros ríos de España muy conocidos son: Miguel Ríos, Los del Río y Paloma Lago.

¡Y aquí no acaba la cosa...! Como España está muy al día con la igualdad de género ¡también tiene rías...! ¡Hay que ver... ! Las rías de España son: Miña, Tuña, Suña, Nuestra, Vuestra, Suya, Mi, Tu, Su. Y por último, también sé cantar la definición de río. Lo que pasa es que no me apetece.

Después de este despliegue de conocimientos acerca de las corrientes de agua, sólo me falta recordar cuál es el río que voy a recorrer en Semana Santa. Sin canoa... Cuando lo consiga ya lo contaré. Mientras, le diré a todo el mundo que me voy... ¡al alto río!

¡Felices vacaciones para quien las tenga! Y para los que no... ¡Feliz Semana Santa...!





lunes, 10 de marzo de 2008

Elecciones Electorales

Hoy estoy cansada. Me da que de tanto votar. Bueno, pude votar sólo una vez. Pero lo hice con todas mis fuerzas... Y así me quedé de agotada. Aunque en las Elecciones Electorales anteriores mi participación sí que fue inestimable... Todavía lo recuerdo como si fuera hoy.

Era un oscuro día de marzo. Un día corriente, como cualquier otro. ¡Y sin embargo tan distinto! Aquel día cambiaría mi futuro. Y, por desgracia, el de mucha gente... Al llegar a casa me encontré un papelito debajo de la puerta. Me quedé un rato mirándolo sin saber qué hacer. ¿Por qué habían dejado un papel debajo de mi puerta si yo no estaba? Esa forma de actuar me pareció cuanto menos sospechosa. Así que, con mucho sigilo, me dispuse a leer la misteriosa misiva.

La carta decía, en un tono muy educado, que me habían elegido Presidente. ¡Presidente! ¡Yo...! ¡Pero si ni siquiera me había presentado! Hay que ver. Siempre he creído ser una persona muy válida. ¡Pero de ahí a que me nombren Presidente! Qué alegría. No me lo podía creer. Zafferano for President. Me esperaba una carrera larga y prometedora. ¡Con lo que a mí me gusta hacer promesas! Me iba a poner la botas.

Aquel domingo me levanté tempranito y me dirigí a mi mesa electoral. No podía faltar porque el papel decía que, si no iba, me pondrían una multa. ¡Vaya! A ver quién es el gracioso que le va a poner una multa al Presidente... Además, no hacía falta amenazarme, yo estaba ansiosa por ocupar mi puesto y cumplir con mi deber. El pueblo me había elegido. Y yo me debía a mi pueblo.

Por el camino me asaltó una duda. ¿Y si se habían equivocado? Yo conocía mucha gente, pero a toda España no... ¿Cómo se había corrido la voz? Pues seguro que de boca en boca... O por teléfono... No sé. Lo cierto es que cuando llegué allí me pidieron el carné y me confirmaron lo que ya sabía. El Presidente era yo. Ocupé mi puesto y empecé a organizar la bienvenida. A las nueve en punto se abrieron las puertas y una oleada de gente impaciente por conocerme empezó a desfilar.

¡Qué homenaje tan bonito! ¡Todos venían a mi mesa y se presentaban con su nombre y apellidos! Yo tenía cuatro ayudantes de cámara que iban apuntando todos los nombres. Se conoce que ya sabían de mis despistes y querían hacerme más fácil la tarea. Me aprendí el nombre de los cien primeros, pero por mucho empeño que puse, no conseguí memorizar ninguno más. Aquel día la participación fue masiva. Todos querían conocerme. Ni siquiera pude ir a comer de tanta gente que vino. Estaba en la gloria. ¡Qué contenta se iba a poner mi hija con una madre Presidente!

Terminé a las tres de la mañana, agotada pero feliz. El recuento fue maravilloso. Los interventores no me quitaban el ojo de encima por si hacía trampas. Pero no hizo falta. Mi experiencia contando fotocopias me dio la agilidad suficiente como para no equivocarme. En más de diez... ¡Y hasta me votaron por correo! Cuando tuve que abrir los sobres me emocioné. Gente que me apoyaba desde tan lejos... Absolutamente entrañable. ¡Y eso que no conocía a ninguno...!

Total que gané las Elecciones Electorales porque mi mesa fue la que más votos tuvo. ¡Y fuimos los últimos en terminar el recuento! Escoltada por la policía, como todo Presidente que se precie, fui al juzgado a entregar los resultados. Habían instalado en las puertas de los coches unos modernísimos sistemas de bloqueo para que los cacos y maleantes no pudieran escapar. Así que, cuando llegamos al juzgado, no había forma de salir de allí. Cuando por fin un grupo de policías pudo forzar la puerta y abrirla, bajé vaporosa, y les di las gracias por proteger al Presidente. Nadie en el mundo hubiera podido raptarme estando yo en ese coche. Qué efectiva e inteligente es la policía de La Laguna. Me miraron con asombro, supongo que no esperaban que el nuevo Presidente fuera una mujer, y se ofrecieron a llevarme a casa en el mismo coche.

Llegué a casa en taxi, con la innovadora idea de convocar una reunión de vecinos para pintar la casa de blanco. ¡Qué menos! Y me acosté, pensando en el futuro y en cuántas vidas dependían de mí y de mis decisiones. Mi primera medida como Presidente sería subir el sueldo a los maestros y comprarles una silla cómoda para corregir a gusto. Y sin embargo todavía no he podido ejercer como tal. No he tenido tiempo... Pero ahora ya sé por qué me nombraron a mí.

Es que yo también tengo una niña...



martes, 4 de marzo de 2008

La Medina y el zoco

Con este cuarto y último bloque cierro mi trilogía sobre Marruecos.

Los marraqueños son gente afable, bondadosa y altruista. No hay más que ir al zoco para darse cuenta. Recuerdo aquel día como algo especial. ¡Por fin podría consolidarme como turista! Salí del hotel con una idea fija: aprender el ancestral arte del regateo.

Sorteando el tráfico llegamos a Jamaa el Fna. Qué bullicio y algarabía. ¡Daban ganas de gastar sólo de ver el ambiente! Los nativos, amables como ellos solos, nos paraban de vez en cuando y señalando hacia el frente decían: ¡La Medina por allí! Y tendían la mano abierta, que yo, educadamente, me apresuraba a estrechar. Todavía me pregunto qué querrían decir. Porque por mucho que miré, la señora Medina no apareció por ningún lado. A lo mejor estaba por ahí, camuflada bajo un velo... y le daba vergüenza acercarse...

Lo cierto es que doña Medina no se dejó ver, así que nos encaminamos hacia el zoco. El zoco es un laberinto. Pero el Minotauro tampoco apareció ese día. Vaya usted a saber. ¡A lo mejor estaba orando con la Medina! Como era viernes... Nos adentramos por aquellas tortuosas callejuelas repletas de tiendas. Los dependientes gesticulaban tranquilamente apremiándome para entrar y visitar sus negocios. ¡Pero cuánta gentileza destilaba de aquellos seres! Todos estaban empeñados en mostrarme su mercancía. Sólo bastaba entrar en una tienda, para que el señor de allí empezara a sacar todo lo que había a la vista. Y lo que no se veía, también.

Lo más difícil era volver a salir. Porque tal era el empeño que ponía el dependiente en su demostración, que daba pena dejarlo allí hablando solo. Así que, haciendo uso del árabe que había aprendido, les decía: Mmmmmm! y me despedía con una ligera inclinación de cabeza, para demostrar mi agradecimiento. Yo estaba algo preocupada. Si en cada sitio que visitábamos íbamos a estar media hora ¡no nos iba a dar tiempo de desarmar muchas tiendas...! Y eso me parecía de muy mala educación.

Así que desmantelé todas las tiendas que pude. Y me lo agradecieron. Lo noté en sus dientes. Hasta que me acordé de lo que había ido a hacer allí. ¡A regatear! Pues regatear no es tan difícil como creía. Lo hice muy bien. Cuando me interesaba algo, rápidamente calculaba un tercio del precio que me daban. Y siempre me salía 100. Qué casualidad. Así que me decían 140 y ya estaba yo regateando. Y hasta que no me lo vendieran a 100, no me movía de allí... Total que el zoco es un "Todo a 100" pero en marraqueño. Todo lo que compré me salió a ese precio. Lo más fácil fue comprar un imán en forma de babucha para la nevera. Cuando le ofrecí 100 ¡hasta me regaló otro! ¡Vaya negocio! Y qué generosa es esta gente...

Por fin un vendedor de collares apreció mi valor intrínseco y ofreció por mí ocho mil camellos. Aunque me da que estaba fardando. Porque en la tienda sólo le cabía uno. A lo mejor en la trastienda... ¡O es posible que tuviera un rancho! No sé... pero era simpático. Así que le compré un collar por 100 dirham y me fui de allí toda contenta. Hasta que me enteré de que en Marruecos no hay camellos. Sino dromedarios. ¡Qué insulto! ¡Pero si un dromedario sólo tiene una joroba! Si lo sé no le sonrío... ¡Tan joyero tan joyero... y quería cambiarme por una submarca!

Esa noche soñé que galopaba en Minotauro por un laberinto de babuchas, mariposas y serpientes. Y en mi sueño apareció sublime, montada en un camello, ella, la más bella. La Medina...

A mi no pareja: Gracias. De corazón.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Essaouira, ida y vuelta.

En el coche, camino a Essaouira, me entretuve pensando en las insólitas propiedades del té verde.

Era té, era verde y era diurético. Lo supe por el intenso escalofrío que me atenazaba y por las ganas incontrolables de bajarme del coche y tomar café. Así que intenté distraerme mirando el paisaje. Alguna parada haremos, pensaba. Pero por mucho que me estrujara los ojos allí no había nada. Ni una cafetería, ni un bar, ni una mísera gasolinera. Nada. Una inmensa carretera que llegaba al horizonte y un precioso valle, pasto y olivos. ¿Y los arbustos? ¿Dónde estaban los arbustos?

Deseché la idea y seguí mirando. Los olivos no estaban mal. Podrían servir para mis propósitos. Pero fijándome bien descubrí que estaban llenos de mariposas. ¡Mariposas gigantes! Me quité las gafas para ver mejor. ¡Qué mariposas tan raras! Tenían cuernos, cuatro patas y decían "be". Lo más parecido a una cabra que he visto en mi vida. ¡Pues sí que es rara la fauna ibérica de Marruecos...! Serpientes en forma de cinturón, ovejas karakul y ahora, mariposas tipo cabra... No salgo de mi asombro.

Naturalmente no me bajé del coche. ¿Y si mientras estaba debajo del árbol se me caía una mariposa encima...? Así que esperé pacientemente hasta que divisé, a lo lejos, una especie de construcción. Resultó ser un bar de carretera. ¡Con baño! Me encantan los baños de Marruecos. Tienen una estética limpia, austera, lineal, sencilla y minimalista. Tan minimalista era el baño de aquel bar, que sólo había cuatro paredes y un agujero en el suelo. Adorable. Me alegré por el encargado de la limpieza. Ni Pronto ni paño... Así que lo celebré con un té verde y seguimos camino a Essaouira.

En Essaouira, la ciudad blanca y azul, todos son parientes de Geppetto. Ya sé que San José también es carpintero, pero mucho me temo que, en este caso, pertenece a otra dinastía. Lo primero que hice al llegar, fue tomar café. Ya repuesta y mucho más ligera, me dediqué a ver la ciudad. Pero como no encontré a Pinocho por ningún lado, decidimos, después de comer, emprender el camino de vuelta.

Entre Essaouira y Marrakech hay una cooperativa de mujeres que se dedica a trabajar semillas de argán. El argán es el árbol de las mariposas gigantes, tan parecido al olivo. Resulta que las mariposas se comen el fruto del árbol dejando la semilla al descubierto. Y de la semilla se obtienen muchos productos: aceites, cremas, miel, champú, jabón... En fin, esa semilla es como el cerdo. Se aprovecha toda.

A las cuatro de la tarde el sol de Marruecos es más brillante que en ningún otro sitio. Me bajé del coche regañada y casi ciega por la luz tan devastadora que me envolvía. Me dirigí a duras penas hacia un portalón oscuro del que provenía un silencio de ultratumba. Y, nada más pisar la puerta, se oyó un grito estremecedor: ¡Luruluruluruluruuuuu! Unas quince mujeres empezaron a chillar. ¡Todas juntas! Moviendo la lengua arriba y abajo, haciendo una escandalera indescriptible y produciendo el grito más terroríficamente agudo que había oído en mi vida. Y allí estábamos nosotros, a la hora de la siesta, y sin saber qué estaba pasando.

Qué susto me llevé. Estuve a punto de salir corriendo. Pero una chica muy amable nos explicó que nos estaban dando la bienvenida. ¡Que original! Espero que todos los que paren allí tengan el corazón a prueba de grito. Aunque me da que un día de estos, como no moderen la bienvenida, las chicas se van a llevar un disgusto...

Pero no hay susto que por bien no venga. El aceite relajante de argán es fantástico. Esa misma noche lo probé.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Valle del Ourika

Cuando el guía nos dijo que íbamos a ver el atlas, me quité las botas y me puse los zapatos. Faltaría más...

Seguimos el curso del río por una estrecha vereda flanqueada por casas de piedra y adobe encaramadas a la roca. El agua era de una limpidez inusitada, ensanchándose el río a medida que íbamos ascendiendo. Y el silencio, roto de vez en cuando por una carreta, dejaba oir claramente el murmullo del agua en su carrera.

Me pasé todo el camino preguntándome cómo sería el atlas. ¿Tendría tapas duras? ¿Los mapas serían en color? ¿Tendría muchas páginas? Pero sobre todo me asaltaba una gran duda. ¿Por qué nos alejábamos de la ciudad? ¿Dónde tendrían las librerías los marraqueños?

Me sumergí en la belleza del paisaje. Estábamos en el valle del Ourika. ¡El territorio de los pueblos bereberes! ¡Los hacedores de alfombras! Centenares de alfombras, tapices y kilims lucían, tendidos al sol, al borde del camino. Como si las laderas de la montaña estuvieran forradas de colorines. Qué espectáculo tan magnífico. A la izquierda el valle, con sus aguas transparentes. Y a la derecha la montaña, tapizada de colores.

La carretera terminaba justo al pie de una enorme cordillera. Imponente. Pero me da que el guía se equivocó de recorrido, porque el atlas no lo vi por ningún lado. Así que nos paramos en una casa llena de alfombras. Nos atendió un bereber corpulento y fortachón, con una larga chilaba y unos ojos impresionantes. Nos acomodó en un salón inmenso, trajo té y empezó el regateo. No íbamos a comprar nada, pero salimos de allí con dos kilims y una enorme alfombra naranja. ¡Qué ganga! Nos salió tan barato que no llevaba cambio y tuve que pagar con tarjeta...



Pero no importa. La alfombra es de pura lana. Pura lana de oveja karakul. ¿Karakul...? Pero a quién se le ocurre... Ovejas karakul... Algo grande tiene que haber pasado entre las ovejas y los marraqueños para que las llamen así. ¡Menos mal que las ovejas no hablan árabe, que si no...!

El bereber me quiso cambiar por dos alfombras. Necesitaba una mujer que atendiera el negocio. A mí dos alfombras me pareció poco, por eso prefiero no contarlo, así que le di un codazo a mi no pareja y le dije con la mirada: ¡Regatea! Pero creo que no me entendió porque estuvo a punto de aceptar. Menos mal que no se llegó a un acuerdo... El bereber no estaba mal, pero no me apetecía nada pasarme el resto de mi vida rodeada de karakul. Por muy suave que sea su lana. Es cuestión de olfato.

Total que regresamos al hotel. Con dinero de menos, alfombras de más, zapatos embarrados, indigestión de té verde, ojos llenos de colores y una inefable certeza: en Marruecos no hay atlas.

jueves, 14 de febrero de 2008

Zafferano en Marrakech (II)

Medio Oriente es fantástico. Como llegamos por la noche tuve que esperar hasta el día siguiente para ver la otra mitad. Pero me gustó también.

El primer día hicimos una visita histórica. Qué ciudad tan portentosa. Daba gusto cruzar la calle. En la misma vía circulaban coches, bicicletas, motos, guaguas, caballos, carretas, ciclomotores, calesas, carricoches, burros y personas andando.¡Y en todas direcciones! Y allí estaba yo, sintiéndome parte del tráfico rodado, intentando llegar a alguna acera que cada vez se me antojaba más lejana.

Camuflada entre la gente me dediqué a observar el caos monumental que tenía delante. Parecía un baile sincronizado. Se deslizaban los vehículos, los animales y la gente, ignorándose los unos a los otros hasta cruzarse entre sí a pocos centímetros de distancia. Qué fácil parecía. Pero hay que ser marraqueño para cruzar bien una calle. Lo aprendí el primer día...

Con una enorme sonrisa me lancé al tráfico. Quería bailar como ellos. Pero no me salió. Así que empecé a saltar sollozando mientras los coches me rozaban, las bicicletas me pitaban, los burros me rebuznaban y todo el mundo se quedaba asombrado con mi nuevo baile: la muerte del cisne.

Después de varias piruetas y un par de cabriolas logré llegar al otro extemo. Este ritual se repitió durante toda mi estancia allí, a pesar de que mi no pareja intentó convencerme de que no llorara mientras cruzaba la calle. No fue posible. ¡Con lo bien que se ve la Kutubia desde lejos! ¡Total, es igual que La Giralda! Pero en otro idioma.

Al final la vimos desde fuera, porque resulta que los canarios no pueden entrar en las mosquitas. No sé. Será que no cabemos todos... Pues dando saltos logré llegar a la plazuela de Jamaa el Fna. Cruzando un camino que daba a la plazoleta había un montón de calesas en fila. Con todos sus caballos. Mira que son ingeniosos estos marraqueños. Han ideado un pañal para caballos, así mantienen limpia la ciudad de caca. ¡De caca de caballo...! ¡La ciudad es muy bonita...! Así que gracias a este pañal sólo tienes que esquivar los charcos de pis. Genial.

Ya en la plaza y echando un efímero vistazo, pensé que el emperador había convocado un baile, de tantos trajes largos que vi. Todo el mundo iba muy elegante con su ropa de fiesta y sus velos. Y qué preciosidad de colores. ¡Si algunos hasta llevaban sombrero! Y así, rodeada de sedas, damascos y brocados, empecé a adentrarme en el corazón de Jamaa el Fna.

La plaza estaba abarrotada de gente, burros y de las omnipresentes bicicletas y ciclomotores que circulaban a toda mecha entre las personas. Entre bocinazo y bocinazo se distinguía el dulce sonido de una zambomba. O era una gaita marraqueña. No recuerdo bien. Creando una atmósfera mágica y mítica que soliviantaba el corazón. Yo miraba boquiabierta, rodeada de acróbatas, contadores de cuentos, magos, encantadores de serpientes... Mientras, el aire se iba llenando con el olor de las especias y los fritos de pescado que venían de los chiringuitos que empezaban a aparecer como por arte de magia.

Me paré en el centro de aquel paraíso, cuando de repente vi a un hombre larguirucho, con una túnica hasta el suelo, que se dirigía hacia mí a una velocidad impredecible. El señor movía los brazos, abiertos hacia el cielo, sosteniendo entre sus manos un cinturón de considerables dimensiones. No me dio tiempo de nada. Cuando me di cuenta el marraqueño estaba plantado ante mí y me había colgado del cuello una serpiente. ¡Una serpiente! ¡Pero qué clase de cinturones usan los de allí!

Me quedé paralizada como un perro a punto de cazar la mejor pieza. Los ojos estuvieron a punto de escapárseme. Así que los cerré. Sentí ese cuerpo víscido enroscarse en mi cintura mientras su dueño repetía: ¡Foto, foto! Por lo que maldije interiormente a la serpiente, al hombre, a la plaza, a los burros y a unos cuantos monos que había por allí. Pero me hice la foto. Salgo realmente horrenda. Serpiente entre las manos, ojos cerrados y una mueca indescriptible de asco y desesperación.

Así que la foto no me sirve. Por culpa de mi no pareja que no supo captar bien ese momento de gloria irrepetible. Porque sin lugar a dudas, la foto no la voy a repetir. Jamás.

Tengo la impresión de que no me da el papel para seguir escribiendo. No pensé alargarme tanto. Seguiré otro día. Cuando no sea la hora de cenar.

domingo, 10 de febrero de 2008

Zafferano en Marrakech (I)

Yo, Zafferano, valgo ocho mil camellos.

Con esta sublime certeza vuelvo hoy a casa. Cansada. Feliz. Y sin un duro.
No es un día para escribir. Me cuesta demasiado pensar en castellano. Así que voy a publicar un par de fotos. Gracias a mi buena suerte, todas salieron desenfocadas, por lo tanto nadie se va a enterar de que tengo pecas.

En esta foto estoy perdida en el zoco. Lo que llevo en la mano no es una bolsa de basura sino mi primera compra. Mi primer triunfo en el complicado y sutil arte del regateo. Logré salir de allí al cabo de unas horas. Los isleños se portaron muy bien, ninguno me atropelló.


La fortuna quiso que encontrara mi muela desaparecida. La tenía un dentista en la plazoleta de Jamaa el Fna. Y aquí estoy yo, feliz y con la boca abierta, dispuesta a que me la ponga. Al final no pudo ser. ¡A lo mejor es que estoy encogiendo, porque no me cupo!


Aquí un marraqueño se empeñó en llevarme al hotel en su carroza. La verdad es que todavía no se me había perdido un zapatito, entre otras cosas porque llevaba botas. Y las botas son más difíciles de perder... De todas formas se lo agradecí bastante. Se conoce que le caímos muy bien porque no quería irse. Hasta le tuvimos que pagar para que se fuera. ¡Qué amable y desenfadada es esta gente!

En esta foto estoy preparándome para volar la ciudad de "Agador"... O "Mogadir"... O Essaouira, para entendernos. La isla de Marruecos tiene que ser bien grande porque sólo vi el mar por este lado. La ciudad es toda blanca y azul, menos la gente, que es normal. Al final me arrepentí y no le prendí fuego al cañón. Entre otras cosas porque apuntaba al mar. Y los peces no tienen culpa.

Lo dejo aquí. La travesía ha sido larga y estoy cansada. Cuando logre volver del todo me sentaré y escribiré mi historia. Si consigo recordarla... Y desde que pueda pasaré por todas sus jaimas para ponerme al día. Por ahora, un beso grande a todos.

PD.- Señor Oscuro y ErMoya, muchísimas gracias.