jueves, 26 de febrero de 2009

Los carnavales de antaño

Recuerdo los carnavales de antaño...




"Antaño" es realmente una palabra deliciosa. Porque no se refiere a nada. Me gusta por eso. Antaño pudo ser hace tres años. O cinco. O diez. Con decir antaño las veces que quieras, tienes. Nadie se va a enterar de cuál es la fecha. Puedes decir nací antaño... Tuve una hija antaño... Empecé a trabajar antaño... Fui a la playa antaño... Y con tantas cosas que has hecho ¡sólo han pasado cuatro antaños! ¡Fantástico! Como ahora. Que voy a contar lo que me pasó hace treinta años ¡y nadie se va a enterar! Menos mal que hay palabras que quitan edad. Que si no...

Pues como iba diciendo, recuerdo los carnavales de antaño. ¡Hace nada...! Total... Yo tenía unos cuantos antaños menos. Pero no se notaba... Empezaba mis estudios en la Universidad de La Laguna. Vivía en un pisito alquilado en el centro de la ciudad. Y como la beca no me daba, busqué a cinco más para compartir. El piso... Total que éramos seis. Si las cuentas no me fallan... Y vivíamos en paz y armonía como buenas chicas de antaño. Menos una. Que quería ser enfermera. Y comía croissants para desayunar. ¡Con lo buena que estaba la leche en polvo con un poco de agua por las mañanas!

Total que no me entendía con la enfermera. Porque yo estudiaba filología inglesa y no había llegado al vocabulario médico aún. Pero con las otras cuatro fue distinto. Nos sentamos en la cocina y empezamos a hacer buenas migas. Con lo laborioso que es el plato... Y así estuvimos, haciendo migas durante los cinco años que duraron los estudios. Acabamos la carrera siendo expertas, pero eso fue antaño, porque ya no lo recuerdo... Y haciendo buenas migas llegaron también los carnavales.

La enfermera se quedó comiendo croissants. Y nosotras, con nuestro gran presupuesto, ideamos los disfraces. Iríamos todas iguales. Vestidas de trogloditas. ¡Qué sexi! ¡Y qué cómodo! Después de mucho pensar y hacer cuentas encontramos el disfraz de troglodita ideal. Se componía de cuatro elementos básicos: cabeza, tronco, extremidades ¡y un hueso de plástico para cada una! Para no confundirnos nos colocamos el hueso en sitios distintos. En el pelo, de collar, de broche... A mí me tocó colgando de la oreja. No podía pedir más. ¡Mi cuerpo y mi cara de antaño y un hueso blancuzco en la oreja!

Y así bajamos, como verdaderas cavernícolas, al carnaval de Santa Cruz. Era tanta la gente que corrimos el riesgo de perdernos más de una vez. Pero gracias a nuestro distintivo nos reconocíamos entre la multitud. Hasta que los huesos salieron volando... Los pisaron, los patearon, los aplastaron, los perdieron. Y en un míralo y vete nos quedamos sin disfraz. ¡Menos mal que nos quedaba el resto! Cabeza, tronco y extremidades seguían es su sitio. No sabíamos hasta cuándo. Así que decidimos bailar una conga. Para agarrarnos bien y no perder ninguna parte de nosotras.

¡Qué bonita la conga! No se sabía dónde empezaba. Ni en qué parte de la ciudad acababa. Era una fila inmensa de gente agarrada por la cintura que iba avanzando a paso saltarín hacia no se sabe dónde. Y nos unimos a la fiesta. Por encima de la música de los altavoces sobresalía la voz de la gente cantando: "La conga de Jalisco, ya viene caminando, la conga de Jalisco, ya viene caminando". Y todo el mundo marchando al compás de la canción, levantando primero una pierna, después la otra. Y así sucesivamente. ¡Qué divertido!

Yo era la última de mi grupo. No lo sabía. Y me daba lo mismo. Todos éramos iguales en aquel momento. Unidos por la música y el baile como verdaderos hermanos. Qué experiencia tan mística. No importaba nada. ¡Sólo llegar a Jalisco! Hasta que me di cuenta de que la persona que tenía detrás ¡no se sabía la letra! Decía algo así como: "La gonga de Galisho ya biene gabinaddo". ¿Gabinaddo? ¡Pero a dónde íbamos a llegar gabinaddo! ¿Se había vuelto loco el de atrás? Así que me di la vuelta para enseñarle la canción. Era un hombre grande, con un abrigo negro. El abrigo estaba abierto. Y de él salía una enorme conga directa a mi trasero. ¡A mi trasero! ¡Pero si llevaba más de una hora bailando con aquel ser pegado a mí!



Qué extraño disfraz. Me dije a mí misma... ¡A lo mejor perdió el resto en la refriega! Pero al ver su empeño en volver a tomar posiciones y harta de tanto desafino, lo mandé al Jalisco sin ningún miramiento. La pena es que al separarme de él tan bruscamente, la cadena se rompió y la gente empezó a correr de un lado a otro, dejando al hombretón en el centro. Pasando frío en la conga. Pobre...

Nunca volví a los carnavales de antaño. A ésos no. A los del antaño siguiente me parece que sí. De vez en cuando me acuerdo del hombre del abrigo. ¿Se habrá aprendido la letra de la conga ya? ¿Habrá logrado llegar a Jalisco gabinaddo? ¿Habrá descubierto que en la conga sólo se levantan las piernas? Y lo más importante ¿habrá logrado superar su complejo de conguito? Nunca lo sabré. Es lo que pasa con las cosas de antaño...

25 comentarios:

La chica de ayer dijo...

Lo malo y lo bueno del pasado es que no podemos volver a él...

Anónimo dijo...

Yo también iba a los carnavales de antaño; la verdad es que me gustaban más que los de hogaño, en los que ya no me apaño. En fin, que me reído mucho con este post y con tus aventuras congueras. Baci

Lansky dijo...

Yo una vez me disfracé de "huevos a la flamenca": completamente en pelotas y con unas castañuelas colgando de los cojones. Muy gastronómico.

Tengo entendido que en USA está prohibido cambiar de Estado al bailar la conga...

Lara dijo...

Cualquier antaño fué mejor, jajaja...
Muuuuuacks!

Necio Hutopo dijo...

Y lo mandaste a Jalisco... pero mujer, que eso está acá, en México... y es pueblo de derechas, al pobre congolito le van a hacer cosas que no puedo describir...

Anónimo dijo...

Mis últimos carnavales vividos como tales fueron bastante antaño. Salimos un grupo disfrazado de personajes de Astérix, y la verdad es que los disfraces estaban muy logrados (y eso que los hicimos nosotros mismos). La única tragedia que sufrimos fue que a media noche se nos perdió el Ideifix de peluche y nunca más supimos de él.

Yo, como era la más bajita, iba de Astérix, compartiendo la poción mágica con todo el mundo. Sólo me faltó cargarme a algún romano, pero es que los que encontré no se dejaron.

Ya estoy mayor para esos trotes, y por eso no añoro los carnavales de antaño. Me encantan los de hogaño, refugiada tranquilamente en mi casa, protegida de este furioso, ventoso y lluvioso febrero.

Bien está lo que bien acaba.

Anónimo dijo...

Vaya sorpresa. Por suerte no se te quitaron las ganas de seguir participando hogaño. Un beso.

acoolgirl dijo...

Jajajaa!!! ¿Qué le salía una conga del abrigo??? Aysss... qué raro me ha sonado eso.

Eso hombre era raro raro... espero que se fuera a Jalisco o donde sea, pero a mí que no se me ponga detrás en los próximos carnavales!!

Un besitooo

Unknown dijo...

en la ciudad de la que soy nativo se celebra el carnaval con grandes desfiles y bailes, bueno que es todo un evento!....me has hecho recordar tanto!?...y el regalo de tu hija???

Zafferano dijo...

La chica de ayer: Pues yo casi diría que menos mal...

Miroslav: Qué extraño! Tú también a los de antaño? No serías el de aquel año que me persiguió hasta el baño...?

Lansky: Huevos a la flamenca... Estarías para comerte! Aquí solamente está prohibido cambiar de isla, por eso todo el mundo cambia de estado y no pasa nada!

Lara: Bueno... y cualquier presente es excelente!

Necio Hutopo: De derechas? No, lo que tiene que abrigarse es la parte del centro...

Un beso muy grande a todos y muchas gracias por pasarse. Por aquí...

Zafferano dijo...

Koti: Yo tampoco los añoro, los recuerdo con mucho cariño, eso sí. Pero tus últimos carnavales fueron hace más de treinta antaños...?

Susana: Hogaño de estos voy a volver a ir a ver qué tal, pero por ahora prefiero recordar los de antaño con todas sus sorpresas.

Acoolgirl: Sí. Su versión de la conga era más bien rara. Cuando se te ocurra bailar una, escucha bien cómo la canta el de atrás. Por si acaso...

tnf25: Tú también recuerdas los carnavales de antaño! Y eres nativo de antaño también? Qué lujo!

besotes a todos, gracias por la visita y hasta prontito!

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Pos en Jalisco que se quede gabinaddo,¿se habrá cerrado el abrigo?, y diszfruta del carnaval de 2009, que este es único.
Jajajaja, eres el colmo niña.
Besicos muchos.

El Analista dijo...

ANTAÑO LA PASABAN MUY BIEN POR LO QUE VEO, NADA QUE VER CONMIGO, YO SOLO IBA A TRISTES BAILES DE MASCARAS DONDE ERA UNA VERDADERA LOTERÍA QUITARLA, SI HABRÉ TENIDO QUE CORRER.

celebrador dijo...

Zafferano, ¡pero pardiez, qué cultísima que eres del todo cantidad!, useasé que a "eso" se le llama "la conga".

Entonces...

No entiendo nada

Yuria dijo...

Qué es eso de que al hombre grande le salía una enorme conga de entre el abrigo a tu trasero? jajajaja
No me gusta el carnaval pero este post merece la pena.

Un abrazo, "coleguchi".

Anónimo dijo...

No te imagino de troglodita pero antaño todo era posible.
¿Llegaste a Jalisco, a pesar de todo?
Besote

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Jajajajajajajajajajaja... no voy a comentar porque no puedo... ¡es que este post es genial, absolutamente genial! ;D Ains... :D

Besos

mariapán dijo...

jajajajajaja...Pues muy bien que hiciste con romper la cola y mandar al del abrigo y su gonga a Pekín... y ya sabes, pera la próxima mira al que tienes detrás...por si las moscas...uffffffffff jajajaja
Besos

Franziska dijo...

Esta vez has conseguuido superarte a ti misma. La conga de Jalisco si es antañona aunque no tanto como la de ¡ay, Jalisco no te rajes!

La verdad es que la palabra antaño es muy lucida: quiero decir que es una palabra que viste mucho y casi calza; es que su uso da prestigio.
Me la llevaré anotada para usarla en mi próxima entradilla. Ya me imagino llegando a la cocina y comentando -conmigo misma porque vivo sola-:

--Antaño, cuando en este lugar se asaban pavos, pichones, cerdos y leones, entonces sí daba gusto dirigir al cuerpo de cocineros y mandar al maestresala. ¡Ay, antaño cómo te añoro! Hogaño todo ha cambiado: ni tengo servicio ni me puedo permitir ningún vicio.

JLAmbr dijo...

De Carnavales no puedo hablar mucho. De antaños sí, pero tampoco nada bueno.
Casi que mejor me callo.

Anónimo dijo...

Yo sé poco de carnavales, pero me ha parecido genial tu relato.

La última vez que bailé la conga fue en mi boda y recuerdo que el novio, -que se resistía a la incorporación- fue el que rompió la fila -ya estábamos todos cansados-.

¡Y eso sin ir disfrazado, ni llevar conguitos...! Si es que el que vale, vale...

Besos, ninia.

aliere dijo...

Yo también prefiero los carnavales de hogaño a los de antaño. Nunca me fue demasiado lo de pasar frío para lucir disfraz. El último, hace unos antaños ya fue de dama antigua, pero como soy tan banquita todos se pensaban que iba disfrazada de muñeca de porcelana ¡qué pesados! Un besazo de los de antaño pero dado hoy ;)

Anónimo dijo...

Ya soy de las tuyas (en cuanto a blogspot se refiere).

Por si quieres visitarme:

http://margaylasletras.blogspot.com/

Más besos.

erMoya dijo...

Y yo que te iba a decir que "tu antaño es más fuerte que el mío" pero... después de lo del tipo del abrigo me he quedado descolocado :S

En fin...

Besos!

Conchi dijo...

Zafferano, me encantó tu relato, jaja, cómo me he reído con el final. Tienes una forma muy amena de escribir y logras describir los hechos tan bien que podemos imaginar que estuvimos allí antaño!!!
¡Qué corte qon el del abrigo! jajaja, y mira que no saberse la canción!!!
Un abrazo y espero seguir leyéndote.
Conchi