El nuestro es un colectivo muy especial. Enseñantes. Qué bien suena. Somos distintos.
Pero a pesar de no parecernos mucho, tenemos algo en común: nuestros accidentes laborales, que también son muy peculiares. El mío es un macrocolegio. Entre unos y otros, si paso lista, me contestan más de dos mil niños. La entrada al patio por las mañanas es espectacular. No hay terapia mejor contra el sueño.
Ni el despertador ni los sustos diarios al cruzarme con mi hija por el pasillo logran despertarme por la mañana. Así que todos los días, tras una inútil ducha y un inservible café, el coche me lleva hacia mi destino laboral. ¡El colegio! Aparco donde encuentro, me arrastro por el aparcamiento, cruzo los edificios de secundaria, subo dormida la escalera, repto unos metros más por un pasillo... y es entonces, sólo entonces, cuando me doy cuenta de que no estoy en casa.
Para un cerebro dormido como el mío a esas horas de la mañana la entrada al patio central es un verdadero trauma que, después de muchos años, todavía no he logrado superar. ¡Centenares de niños! ¡Y todos gritando! Es terrible. Mil despertadores sonando juntos parecerían una serenata de violines a su lado. Y yo me resisto, me resisto mucho, pero termino despertándome.
Y en este idílico e incomparable marco de paz y quietud empezamos, mis compañeros y yo, nuestra jornada laboral. Los accidentes en el patio son lúdicos, por tanto no tienen importancia. Me acuerdo lo que nos reímos cuando a Sara, la de Inglés, le llegó un balonazo en plena cara. Ella misma se puso a llorar de la risa. Y cuando a Javier, el de Física, le dieron un latigazo con una soga de saltar a la comba, casi nos partimos todos. Qué gracioso. Pero la época más divertida fue cuando se puso de moda el diábolo. ¡Qué de palos nos llevamos al cruzar el patio! Al final lo prohibieron porque a las nueve los niños hacían fila y los profesores nos quedábamos allí, jugando a esquivar los diábolos que caían. Fue una pena. ¡Si en el fondo somos más niños que los niños...!
Después están los accidentes cultos. Esos ya pertenecen a otra categoría. Más refinada. Recuerdo cuando Tere, colgando unos trabajos en el panel de su clase, se cayó del pupitre al suelo. Tuvo un esguince de tobillo que le duró un par de meses. Con venda y todo. ¡Me dio una envidia! Por esos días y para no ser menos, pisé una chincheta que me traspasó la suela del zapato. Qué orgullosa me sentí. Es que no todo el mundo puede tener un accidente de los cultos, así que me dediqué a divulgarlo a los cuatro mundos y aunque no fuera tan espectacular como el de Tere, me subió bastante la autoestima.
El día que me grapé un dedo intentando arreglar la grapadora me sentí tan realizada que casi se me salen las lágrimas de la emoción. Me dejé la grapa hasta la hora del recreo, para que pudieran verla todos y, cuando me la quitaron con unas pinzas, me dio hasta pena. Pero pude lucir por un tiempo las marcas de tan culto accidente en forma de dos diminutos puntitos en la yema del dedo. Cual picadura de áspid... ¡Como Cleopatra! Me sentí tan egipcia y tan histórica...
También están los accidentes especiales. Los que no ocurren casi nunca. Pero yo, como soy una experta, tengo en mi haber un par de ellos, todos muy entrañables. Uno fue el día en que me tocaba hacer guardia en el patio de infantil. Fue maravilloso. El patio de infantil es una golosina. ¡Está lleno de columpios! Y delante de los columpios está la sala de guardia. Y allí estaba yo, apoyada en la puerta y mirando al suelo, abstraída en mis más profundos pensamientos, cuando, de repente, vi una mancha negra que corría por el suelo dirigiéndose hacia mí a una velocidad vertiginosa. Rápidamente me incorporé alertando alguno de mis sentidos. La mancha avanzaba veloz en línea recta y no tenía intención de pararse. ¡Me iba a pisar! Un suave aleteo distrajo mi atención y, cuando levanté la cabeza extrañada, me llegó tal zapatazo en la frente que me dejó traspuesta. ¡Qué bien! ¡Había resuelto el caso de la sombra misteriosa! ¡Menos mal que estaba yo allí cuando al niño del columpio se le salió volando el zapato cuya sombra confundí con una mancha negra y peligrosa hasta que el dichoso zapato rebotó en mi frente! Ese día aprendí que las sombras también duelen. Y que en la enseñanza nunca sabes lo que se te va a venir encima.
Tropezar con el felpudo de tu propia clase también se incluye en la categoría de accidentes especiales. Eso me pasó hace un par de años. Iba yo caminando hacia mi clase, toda recta y curvilínea, cuando una de mis más torpes sandalias se enganchó con el felpudo. Después del felpudo hay dos escalones y después está mi clase. Todavía no me explico en qué momento de mi vida aprendí a volar. Pero ese día lo hice muy bien. Un padre que estaba sentado más allá me vio completa y, de repente, sólo vio mis pies volando. Desaparecí de su vista como una blanca paloma y aterricé, a cuatro patas, justo delante de un pupitre. Y así me quedé, a cuatro patas, sin saber si era yo o un cuadrúpedo cualquiera. ¿Pero qué estaba haciendo yo a cuatro patas en medio de la clase cuando sólo un segundo antes me pavoneaba cultamente por el patio? Me quedé allí un buen rato, haciéndome a la idea. Y cuando al fin, temblorosa y machacada, pude ponerme en pie, cerré la puerta, cogí el móvil y llorando desconsoladamente... llamé a mi hija. Ese día aprendí que las hijas a veces sirven de madres. Y que no somos pájaros.
De botón valga una muestra... Estos accidentes escogidos, y otros más, como su propio nombre indica, han hecho de mí una mujer más lúdica, culta y especial. He crecido con ellos y me he nutrido de sus enseñanzas. Pero ya estoy un poco harta... Y como mis llaves de seguridad me han hecho perder la fe en los seguros, estoy pensando hacerme un anti-seguro personal.
¡A ver si no protegiéndome me va mejor!
Felices vacaciones pre-natales y próspero puente nuevo para todos. No sé si entera, pero volveré la semana que viene.
PD.- Todavía no he aprendido a poner el botón, pero, para los que quieran, pueden seguir votando en el post anterior. Grazie!
Pero a pesar de no parecernos mucho, tenemos algo en común: nuestros accidentes laborales, que también son muy peculiares. El mío es un macrocolegio. Entre unos y otros, si paso lista, me contestan más de dos mil niños. La entrada al patio por las mañanas es espectacular. No hay terapia mejor contra el sueño.
Ni el despertador ni los sustos diarios al cruzarme con mi hija por el pasillo logran despertarme por la mañana. Así que todos los días, tras una inútil ducha y un inservible café, el coche me lleva hacia mi destino laboral. ¡El colegio! Aparco donde encuentro, me arrastro por el aparcamiento, cruzo los edificios de secundaria, subo dormida la escalera, repto unos metros más por un pasillo... y es entonces, sólo entonces, cuando me doy cuenta de que no estoy en casa.
Para un cerebro dormido como el mío a esas horas de la mañana la entrada al patio central es un verdadero trauma que, después de muchos años, todavía no he logrado superar. ¡Centenares de niños! ¡Y todos gritando! Es terrible. Mil despertadores sonando juntos parecerían una serenata de violines a su lado. Y yo me resisto, me resisto mucho, pero termino despertándome.
Y en este idílico e incomparable marco de paz y quietud empezamos, mis compañeros y yo, nuestra jornada laboral. Los accidentes en el patio son lúdicos, por tanto no tienen importancia. Me acuerdo lo que nos reímos cuando a Sara, la de Inglés, le llegó un balonazo en plena cara. Ella misma se puso a llorar de la risa. Y cuando a Javier, el de Física, le dieron un latigazo con una soga de saltar a la comba, casi nos partimos todos. Qué gracioso. Pero la época más divertida fue cuando se puso de moda el diábolo. ¡Qué de palos nos llevamos al cruzar el patio! Al final lo prohibieron porque a las nueve los niños hacían fila y los profesores nos quedábamos allí, jugando a esquivar los diábolos que caían. Fue una pena. ¡Si en el fondo somos más niños que los niños...!
Después están los accidentes cultos. Esos ya pertenecen a otra categoría. Más refinada. Recuerdo cuando Tere, colgando unos trabajos en el panel de su clase, se cayó del pupitre al suelo. Tuvo un esguince de tobillo que le duró un par de meses. Con venda y todo. ¡Me dio una envidia! Por esos días y para no ser menos, pisé una chincheta que me traspasó la suela del zapato. Qué orgullosa me sentí. Es que no todo el mundo puede tener un accidente de los cultos, así que me dediqué a divulgarlo a los cuatro mundos y aunque no fuera tan espectacular como el de Tere, me subió bastante la autoestima.
El día que me grapé un dedo intentando arreglar la grapadora me sentí tan realizada que casi se me salen las lágrimas de la emoción. Me dejé la grapa hasta la hora del recreo, para que pudieran verla todos y, cuando me la quitaron con unas pinzas, me dio hasta pena. Pero pude lucir por un tiempo las marcas de tan culto accidente en forma de dos diminutos puntitos en la yema del dedo. Cual picadura de áspid... ¡Como Cleopatra! Me sentí tan egipcia y tan histórica...
También están los accidentes especiales. Los que no ocurren casi nunca. Pero yo, como soy una experta, tengo en mi haber un par de ellos, todos muy entrañables. Uno fue el día en que me tocaba hacer guardia en el patio de infantil. Fue maravilloso. El patio de infantil es una golosina. ¡Está lleno de columpios! Y delante de los columpios está la sala de guardia. Y allí estaba yo, apoyada en la puerta y mirando al suelo, abstraída en mis más profundos pensamientos, cuando, de repente, vi una mancha negra que corría por el suelo dirigiéndose hacia mí a una velocidad vertiginosa. Rápidamente me incorporé alertando alguno de mis sentidos. La mancha avanzaba veloz en línea recta y no tenía intención de pararse. ¡Me iba a pisar! Un suave aleteo distrajo mi atención y, cuando levanté la cabeza extrañada, me llegó tal zapatazo en la frente que me dejó traspuesta. ¡Qué bien! ¡Había resuelto el caso de la sombra misteriosa! ¡Menos mal que estaba yo allí cuando al niño del columpio se le salió volando el zapato cuya sombra confundí con una mancha negra y peligrosa hasta que el dichoso zapato rebotó en mi frente! Ese día aprendí que las sombras también duelen. Y que en la enseñanza nunca sabes lo que se te va a venir encima.
Tropezar con el felpudo de tu propia clase también se incluye en la categoría de accidentes especiales. Eso me pasó hace un par de años. Iba yo caminando hacia mi clase, toda recta y curvilínea, cuando una de mis más torpes sandalias se enganchó con el felpudo. Después del felpudo hay dos escalones y después está mi clase. Todavía no me explico en qué momento de mi vida aprendí a volar. Pero ese día lo hice muy bien. Un padre que estaba sentado más allá me vio completa y, de repente, sólo vio mis pies volando. Desaparecí de su vista como una blanca paloma y aterricé, a cuatro patas, justo delante de un pupitre. Y así me quedé, a cuatro patas, sin saber si era yo o un cuadrúpedo cualquiera. ¿Pero qué estaba haciendo yo a cuatro patas en medio de la clase cuando sólo un segundo antes me pavoneaba cultamente por el patio? Me quedé allí un buen rato, haciéndome a la idea. Y cuando al fin, temblorosa y machacada, pude ponerme en pie, cerré la puerta, cogí el móvil y llorando desconsoladamente... llamé a mi hija. Ese día aprendí que las hijas a veces sirven de madres. Y que no somos pájaros.
De botón valga una muestra... Estos accidentes escogidos, y otros más, como su propio nombre indica, han hecho de mí una mujer más lúdica, culta y especial. He crecido con ellos y me he nutrido de sus enseñanzas. Pero ya estoy un poco harta... Y como mis llaves de seguridad me han hecho perder la fe en los seguros, estoy pensando hacerme un anti-seguro personal.
¡A ver si no protegiéndome me va mejor!
Felices vacaciones pre-natales y próspero puente nuevo para todos. No sé si entera, pero volveré la semana que viene.
PD.- Todavía no he aprendido a poner el botón, pero, para los que quieran, pueden seguir votando en el post anterior. Grazie!
40 comentarios:
Ahora mismo recuerdo tres accidentes: un esguince de tobillo al salir de una clase que tiene dos escalones en la puerta; casi romperme la mano entre el marco de una puerta y un armario con ruedas que lleva dentro un televisor, un dvd y un vídeo; calambrazo al tocar el dvd ya mencionado.
Los tuyos han tenido más público presente: ahora mismo debes ser más famosa que yo. Pero todo se andará.
Da gusto leerte hija, lo que se aprende de tus posts!!!
La próxima vez que tropiece no diré palabras mal sonantes y me centraré en la enseñanza que se me transmite con ello jajajajaja.
Besos!!! Pásalo muy bien este puente!!!! ;)
Aysss... lo del accidente del felpudo me pasa a mi cada dos por tres en mi galeria! Jajajaa!!!
Que pena que no sea de los cultos, que me ha gustado mucho esa categoria!!
Un besoteee y a pasarlo genial en el pueste!!!
Espero que no te hagan como hicieron unos en mi antiguo insti...
Cuentan que una profesora a la que todo el mundo le tenía manía tenía la costumbre de llegar cada mañana clase y ponerse de pie detras de su mesa, separada un par de pasos, y dejar el cuerpo caer con los brazos extendidos sobre la mesa y apoyándose sobre éstos, así como echada un poco hacia delante.
La mesa de la profe estaba sobre una tarima de unos 20 o 25 cms de alta. Un día, algún listillo se le ocurrió la genial idea de colocar la mesa justo en el mismo borde de la tarima.
Cuando llegó la profe y adoptó su tipica postura, la mesa cedió un par de centimos, lo justo para que la mesa cayera de la tarima y la profe se comiera su mesa y a media primera fila...
Si, en mi insti eran todos un poco gamberros xD
Besos!
A pesar de todas esas interesantes categorías de accidentes, el riesgo profesional mayor que sufren los enseñantes es el de caerse al vacío desde un puente: ¿Que por qué? Pues por eso, porque además de navidad y Semana Santa, hacen puente en Todos los Santos, en La Hispanidad, en La Constitución, en Carnavales, en San Diego, y no sé, qué más.
A mí que me homologuen en puentes con los profes, oiga.
Si quieres un truco para despertarte con más eficacia, el secreto es el frío. Cuando suene el despertador, saca los brazos, luego el pecho, ve quitando mantas, y al final quédate tres o cuatro minutos sin abrigarte, expuesta al frío, y ya verás como se disipa bastante rápido el muermo.
Luego toma las curvas a 160 hasta que te inundes las venas de adrenalina, atropella algo que se te cruce, en fin, son cosas que ayudan.
Excelente relato (si fuera nene te diría que "guay del todo").
Hola Zafferano!!Viste lo que conseguiste diciendo que apretaran el botón, en el otro post, no habrás volado por eso?
Aunque no quiero me tengo que sonreir!!
Ojo con los felpudos!!!
Alegría Silvia
Ay, qué bien sienta verter unas lagrimitas lagrimal pafuera, roando por las mejillas hasta... el gato, que lo tengo acostao entre el teclado y yo pispa. Los toy poniendo perdío...
Besazos, y buen puente.
Kotinussa: Dónde va a parar! Los tuyos son mucho más cultos que los míos.Con todos esos aparatos tan sofisticados... No es justo! Tienes tres puntos más que yo.
Vivas: Eso eso, a aprender! A que los golpes enseñan? Ya que no he salido en todo el año, este puente lo voy a romper!
Acoolgirl: Bueno, si es una galería de arte...que más quieres! Algún cuadro colgado tendrás...
Er Moya: Pero de los buenos, eh? Menos mal que a mí sólo me tengo manía yo misma...que yo sepa!
Johnny Ingle: Te voy a dar puentes! Un día de estos te suelto en el patio con las fieras a ver si me entiendes. Somos un grupo de incomprendidos... Tu estrategia para despertarme por la mañana es de lo más atractiva y espeluznante, la ensayaré en verano y después te cuento.
Silvia: Te puedes reír todo lo que quieras linda, que la que se hace daño soy yo. Y me río también!
Illyakin: Muchas lagrimitas por el lagrimal pa fuera te he leído yo esta noche... Tengo reservas de pañuelos, cuando quieras nos sonamos juntas.
Besos a todos, muchas gracias y cuídense de los accidentes lúdicos...
Jajaja, como si no fuera suficiente con el post, el comentario de johnny ingle remató la faena xDD Qué bueno ajjajaa (aunque me da un poco de pena..en el fondo, muy en el fondo) xD Antes muerta que en la enseñanza.
Besossss
Cuando leo los comentarios me aparece aquellas veces que te pasa algo, como el dolor de muela o una gripe y te tienes que escuchar los dolores y resfríos de todos los que se cruzan en tu camino!!!
Pero de accidentes!!! No hay como lo que me pasó a mi, aquella vez que... ejem... casi caigo en lo mismo!!!!
Besosssss
Lidia
A cambio, ¡hay que ver la cantidad de vacaciones que tenemos!, además de los puentes. Qué bien vivimos los profesores.
Que envidia me das con esos divertidos acidentes lúdicos... esos si que son para troncharse de risa y los nuestros; como un día que me dijeron que un tubo "pitot" no calentaba y yo ni corto ni perezoso me agarré a él para comprobarlo (total, como no calentaba) El caso es que desde entonces, hay un avión con un tubo pitot que lleva mis huellas dactilares grabadas a fuego. Lo mejor fué cuando subí blasfemando al avión con la mano encogida y la comandante, mujer, y yo nos quedamos mirando un rato y tras contenerme y contar hasta 10 solo pude decirle que no se procupase, que los sistemas antihielo funcionaban perfectamente. Un beso
Dicen que ser profesor es muy duro, pero leyéndote a tí tiene hasta gracia. Me da envidia tu sentido del humor. Tus alumnos tienen mucha suerte. Un beso.
Pues eso, que felices vacaciones y que el descanso sea, cuando menos, tan instructivo como la enseñanza...
Es un placer leerte y sobre todo una cura: me río sin parar al hacerlo. Sigue pues con todo ese humor que tienes porque sin él no podrías desempeñar tu profesión.
Un abrazo cálido
Hannah
...sé de lo que hablas, sobretodo cuando tienes un "día tonto" como el de Nanny, que llegas y escuchas tantos gritos que no sabes si comerte a alguno de ello delante de los demás o comertelos a todos por igual...ayyyy, al final te los comes pero a besos
Besitos y buen puente
Estoy feliz porque ahora se que tuve un accidente cultural supermegaway:mirando una fachada renacentista en Salamanca, me caí al suelo "desde mi silla de ruedas". Y despues de leerte, me alegro más que nunca de no haber ejercido mi bonita carrera de historia, eso de miles de despertadores gritando, pone los pelos de punta....
Y desde luego por mi parte, os mereceis todos los puentes y acueductos del mundo, que yo con solo dos, hay veces que los necesito, ni pensar en una clase llena.
Tengo un amigo que tuvo un accidente laboral en los aseos del centro donde trabaja.
El papel higiénico estaba colocado en un lugar dificilmente accesible y a él le dio una contractura intentando llegar a él.
Creo que se trató de un accidente especial, porque muy culto yo no lo veo, no??
jajajaja!!
Los accidentes en clase son memorables, pero yo me río más con los comentarios absurdos que salen de vez en cuando, nuestro profesor de física (2º Bachiller) nos hizo un dibujo para explicarnos arriba-abajo aprincipios de curso, y todavía no se lo hemos perdonado :P
Besazos
Madre de Dios que hartá de reir madao. Pero no creas que eres la única que tienes accidentes, te quedas encerrada en la calle y esas mil cosas que cuentas. Pásate por mi casa y verás como yo tengo también accidentes y me quedo encerrada (dentro o fuera ¡que más da!)
Espero que pases un puente estupendo junto a esa niña tuya y tu gente y sigas contando tus aventuras, a mí me das la vida guapa.
Besitos,
nani
Pues yo menos de los cultos tengo de todos jajajaj no se que pensar... mmm
¿Te dejaste la grapa puesta para que te la vieran? jajajajajajajajajajajaja.... me parto contigo.
Jajajajajajaja... nunca hubiera imaginado que la vida del "enseñante" estuviera tan llena de peligros y aventuras... ¡Qué envidia! :D
Besos
jeje bueno de accidentes escolares puedo hacer mención del que tuvo mi primo con una monja! ambos iban sin mirar y se tropezaron! Resultado: mi primo se cayo encima de la monja...está con problemas leves en las caderas y mi primo lo mismo con su cuello! Un desastre vaya!
Un saludo!
La profe accidentada....
Accidentes pequeñitos , anecdóticos.....
Hoy en dia en algunos colegios e institutos que ves por TV, lo peor no son esos pequeños accidentes....lo peor son las agresiones que sufren algunos profesores.....
Desde hace algun tiempo,el colectivo de profesores, pasó a ser uno de los que más numero de bajas por depresión tiene...
Tu sabras bien de todo lo que digo...La gente solo se queda, con la cantidad de fiestas y vacaciones que teneis....que superficial....
Besote princesa
Debes de ser la primera persona que conozco, a quien le gusta tener accidentes, jejeje...
Creo que tienes razón, a este ritmo tendrás que contratar un seguro para protegerte de tus propias medidas de seguridad.
¿Vacaciones pre-natales? ¿Cómo es eso? ¿Antes de nacer, uno ya puede tener vacaciones? Jejeje... es broma, felices vacaciones para ti también. ¡Un besazo!
Como siempre, un placer leerte!
FELIZ FIN DE SEMANA.
;-)
Todo se puede vivir con buen humor, especialmente, cuando se recuerda en frío. Lo más tierno, lo que me ha conmovido, de verdad, ha sido esa llamada a tu hija-madre que es una maravilla que la tengas: eso no puede decirlo todo el mundo.
Mi hija pequeña trabaja de profesora en un instituto y está ahora haciendo el doctorado de Antropología porque quiere dar clases en la universidad ¿crees tú que allí las cosas serán mas tranquilas? Yo me pregunto por qué habré tenido esta hija tan rara que se quiere dedicar a la enseñanza.
Ya sabes que cuentas con mi voto y mi admiración. Y el deseo de agradables fiestas de Navidad, claro.
Qué diferente suena el mundo docente visto desde bambalinas, como uno siempre ha sido el que tiraba el diábolo, gritaba, corría...
De pronto los profesores se hacen humanos y no esos seres molestos y extraños a los que joder la vida.
Nos vemos, tú.
Supongo q fue por eso por lo q mi padre me dijo nada mas terminar la carrera y después de hacer el CAP, poniéndome la mano en el hombro, entrecerrando los ojos, "hija, no te dediques a la enseñanza"... Es que 30 años en un cole matan a cualquiera...
Eso está muy pero que muy bien!!
Mis exámenes... uno no lo presenté, los demás normalitos (6/7), pero bueno, no pasa nada, aún quedan dos evaluaciones para subir la media.
Besazos linda!
Ya estoy de vuelta, entera y verdadera. Acabo de hacer un tour por los blogs de todos, realmente llevo más de dos horas aquí sentada, y ya me he puesto al día de las novedades. Les agradezco, como siempre, sus aportaciones, que a veces son verdaderas joyas del absurdo y me hacen reír muchísimo. Leer sus comentarios es, sin duda, la parte más agradable y divertida de este mi disparate. Gracias a todos, pues, por hacérmelo pasar tan bien una vez más.
Muchísimos besos!
Hannah: Si pasas por aquí... no puedo acceder a tu blog.
Pues yo acabo de actualizar y la verdad que me ha salido un artículo un tanto depresivo, real, eso sí, pero depresivo. Mi único accidente en el colegio derivó en una ventana rota cuando el profesor, que era un tanto imprevisible, de repente, me lanzó el borrador de la pizarra con escalofriante precisión. Yo, zagal de altos reflejos, esquivé el borrador y éste se estampó duramente contra uno de los ventanales de la clase haciéndolo añicos. Al día de hoy, el profesor me mira con cierto recelo...
Pues andaba un servidor haciendo "la mili" subido en el asiento del acompañante de un Land Rover, muy caqui y muy militeraso él, cuando el cobnductor tomó la curva del Paseo de Rosales en Madrid a demasiada "caña"
Salí despedido del coche en plena marcha. Fue graciosísimo, palabra que no tengo palabras; claro que en la mili (ya se sabe) te hacías un hombre
Y eso que no voy a contar cuando tocando en la torre de la iglesiade un pueblo en fiestas, me enganchó la campana que iba volando a golpes de nuestras manos un...
Pero no, ¡no lo cuento!. Ala.
Anti: Hola zagal! Ahora voy a visitarte, espero que tengas algo en la despensa... No me quiero ni imaginar cuál fue tu comentario para que ese pobre hombre, desesperado, te atacara con un borrador. Golfo!
Celebradr: jajaja! Entre la mili y los badajos, tienes que haberte hecho todo un hombre! Lo tienes que contar en detalle...
Un beso muy muy grande a los dos y gracias por compartir sus "aventuras".
yo tuve uno de esos accidentes voladores, muy estimulante y electrificante cuando con un destornillador, mal tomado, toque al manipular, el interior de una fuente de alimentación de una pc, volé metro y algo hasta dentro de un cómodo armario, muy simpática escena, sobre todo poco ruidosa.
Analista: Ay Analista! ten cuidado con los destornilladores que son muy traicioneros!
Un beso enorme!
oñeeeeeeee ya decía yo que no me lo estaba pasando bien ultimamente ¡claro¡si es que no he tenido ningún accidente desde que me picó una hormiga y me dejó el muslo color chocolate. Voy a ver si me subo en alguna parte y me espiezo argo.
¿Eres sagitario?
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